28/12/2009
lunes, 28 de diciembre de 2009
DUELO DE TITANES

Los toros serán de 6 diferentes ganaderías:
Ya sería el colmo que viéramos a José Tomas vestido de goyesco, el día 2 del mismo mes y año.
domingo, 27 de diciembre de 2009
sábado, 26 de diciembre de 2009
DINASTIAS TORERAS "BIENVENIDA"
En la provincia de Badajoz hay una localidad llamada Bienvenida. En este pueblo nació Manuel Mejías Luján, un banderillero que fue muy bien considerado en su tiempo,siglo XIX. actuaba a las ordenes de dos matadores celebres de aquella época, "Minuto" y "Bocanegra", toma el apodo de "Bienvenida". Tuvo un hijo, Manuel Mejías Rapela (1884-1964), que también nació en este lugar, que adoptó el nombre de su pueblo, y que sería el primer torero de la dinastía de los Bienvenida, formada por él y sus hijos: Pepe Bienvenida, Manolo Bienvenida, Antonio Bienvenida, Ángel Luis Bienvenida y Juan Bienvenida. El más famoso de todos y con mayor número de años en activo fue Antonio.
viernes, 25 de diciembre de 2009
DINASTÍAS TORERAS "ARMILLITA"
Hacienda El Chichimeco | |
Cortijo donde se fraguo la familia Armillita, una de las dinastías más importantes del mundo del toro. | |
Esta hacienda que data del siglo XIII, se ubica a tan sólo 15 minutos de Aguascalientes. En la carretera rumbo a Valladolid, existe una desviación a la izquierda y a 3 kilómetros se encuentra la finca que actualmente pertenece a los hermanos Miguel y Fermín Espinosa Menéndez, hijos de Don Fermín Espinosa Armillita. Pertenece al municipio de Jesús María. En esta Hacienda se encuentra una de las Ganaderías más importantes de ganado de lidia del Estado; la Ganadería Armillita Hermanos, fundada en 1934 por D. Eduardo Margeli y D. Antonio Casillas ("El Berrendo"). Con vacas y sementales de Malpaso. Hacia 1938, hubo cambio de propietario, los herederos fueron los hermanos "Armillita", D. Juan y D. Fermín Espinosa Saucedo, quienes vieron por la ganadería hasta la muerte del primero de ellos en 1965, siendo entonces D. Fermín, el que se quedó al frente de ella. Al morir, el 6 de septiembre de 1978, fueron sus actuales poseedores quienes se hicieron cargo de la vacada. En El Chichimeco podemos contemplar la casa grande desde 1770, caballerizas, trojes y corrales para ganadería, un Museo Taurino, donde se puede conocer a la Dinastía Armillita, a través de fotografías, trofeos y recuerdos que la familia conserva para el conocimiento del público. |
jueves, 24 de diciembre de 2009
¡Insólito: un toro le corta una oreja a un torero!
Que un torero corte una oreja a un toro, sobre todo por haberle hecho una buena faena, se ve como cosa natural (en la México el domingo anterior se cortaron cuatro), pero que un toro le corte oreja a un torero, es algo insólito, como es el caso que sucedió hace cuarenta y ocho años un 24 de diciembre, de 1960, en San Francisco Zapotitlán, en la hermana república de Guatemala.
Por aquellos tiempos, un matador de toros retirado, Jesús González, "El Indio" (alternativa recibida en Lima el 25/XII/1933) hacía empresa en cosos centroamericanos y controlaba algunas ferias importantes del citado país llevando a jóvenes novilleros mexicanos, paisanos suyos, a torear lo que les echaran por aquellos pueblos de Dios en los que los muchachos se enfrentaban armados de afición y mucho valor más que de dominio de la técnica.
"El Indio", que estaba casado con Leonor Rivera, que también toreaba, decía a los noveles diestros que contrataba, lo que los viejos diestros aconsejan siempre a aquéllos :"Un torero debe cuidarse. El toro es muy celoso y los toros y las mujeres no se llevan. El torero se acaba por la bragueta, así que, el que quiera venir de gira con nosotros, ya sabe: ¡Nada de mujeres y copas..!
Con tales consejos- advertencias, enrolaba a novilleros sedientos de gloria entre los que encontraban en el año 60 Manolo Ureña, Emilio Rivera, "El Tejocote" (apodo nada taurino) y Leonel Álvarez, alias "El Diplomático". A Ureña, quien le había rogado al "Indio", el matador empresario, que lo llevara a Centroamérica, le había puesto la condición de que si triunfaba en la plaza fronteriza de Tapachula, Chiapas, se lo llevaría: "Si te arrimas, si te portas bien y no andas de golfo, te prometo que te llevo a Guatemala".
Manolo Ureña se arrimó, triunfando con novillos de Coapantes en Tapachula y se portó bien, por lo que "El Indio" le cumplió. En Guatemala dicen que las mejores ferias comienzan en diciembre. La tercia de novilleros mexicanos obtuvo triunfos en las corridas de Retaluleo y Chicacao, pueblos de cierta importancia, por lo que hubo expectación para ver la actuación de Manolo Ureña, "El Tejocote", y la torera Leonor Rivera en la corrida anunciada para el 24 de diciembre de 1960 en San Francisco Zapotitlán.
La cornada fue así: Cerraron al toro en tablas , y de hinojos, Ureña intentó un muletazo cambiado, por la espalda y la muleta plegada en la mano izquierda, pero el marrajo se le quedó a mitad de la suerte pegándole tremendo derrote del lado izquierdo a la altura de la oreja. La cornada fue tan fuerte que Manolo se desvaneció , con el rostro bañado en sangre, causó gran impresión cuando le vieron el boquete en el oído izquierdo, sin la oreja, que le había cortado el toro a Manolo. Fue un espectáculo tal, que varias mujeres se desmayaron.
La torera Leonor gritaba ¡Su oreja, busquen su oreja! que recogió "El Tejocote" como a cinco metros de donde había sucedido el percance , llena de tierra, la lavó y la guardó...
La impresionante cornada causó gran conmoción, Manolo fue llevado al pueblo más cercano a San Francisco Zapotitlán, Mazatenango, para los primeros auxilios médicos. Su regreso a México fue un largo y doloroso calvario.
Años después, en la plaza jalisciense de Yahualica, el día de San Miguel (29/XI/1968), Joselito Huerta otorgó el doctorado a este torero mártir de la Fiesta Brava, que da, con su ejemplo, una idea de lo que sufren los toreros jóvenes para abrirse camino hasta llegar a la meta: su alternativa.
Por aquellos tiempos, un matador de toros retirado, Jesús González, "El Indio" (alternativa recibida en Lima el 25/XII/1933) hacía empresa en cosos centroamericanos y controlaba algunas ferias importantes del citado país llevando a jóvenes novilleros mexicanos, paisanos suyos, a torear lo que les echaran por aquellos pueblos de Dios en los que los muchachos se enfrentaban armados de afición y mucho valor más que de dominio de la técnica.
"El Indio", que estaba casado con Leonor Rivera, que también toreaba, decía a los noveles diestros que contrataba, lo que los viejos diestros aconsejan siempre a aquéllos :"Un torero debe cuidarse. El toro es muy celoso y los toros y las mujeres no se llevan. El torero se acaba por la bragueta, así que, el que quiera venir de gira con nosotros, ya sabe: ¡Nada de mujeres y copas..!
Con tales consejos- advertencias, enrolaba a novilleros sedientos de gloria entre los que encontraban en el año 60 Manolo Ureña, Emilio Rivera, "El Tejocote" (apodo nada taurino) y Leonel Álvarez, alias "El Diplomático". A Ureña, quien le había rogado al "Indio", el matador empresario, que lo llevara a Centroamérica, le había puesto la condición de que si triunfaba en la plaza fronteriza de Tapachula, Chiapas, se lo llevaría: "Si te arrimas, si te portas bien y no andas de golfo, te prometo que te llevo a Guatemala".
Manolo Ureña se arrimó, triunfando con novillos de Coapantes en Tapachula y se portó bien, por lo que "El Indio" le cumplió. En Guatemala dicen que las mejores ferias comienzan en diciembre. La tercia de novilleros mexicanos obtuvo triunfos en las corridas de Retaluleo y Chicacao, pueblos de cierta importancia, por lo que hubo expectación para ver la actuación de Manolo Ureña, "El Tejocote", y la torera Leonor Rivera en la corrida anunciada para el 24 de diciembre de 1960 en San Francisco Zapotitlán.
La cornada fue así: Cerraron al toro en tablas , y de hinojos, Ureña intentó un muletazo cambiado, por la espalda y la muleta plegada en la mano izquierda, pero el marrajo se le quedó a mitad de la suerte pegándole tremendo derrote del lado izquierdo a la altura de la oreja. La cornada fue tan fuerte que Manolo se desvaneció , con el rostro bañado en sangre, causó gran impresión cuando le vieron el boquete en el oído izquierdo, sin la oreja, que le había cortado el toro a Manolo. Fue un espectáculo tal, que varias mujeres se desmayaron.
La torera Leonor gritaba ¡Su oreja, busquen su oreja! que recogió "El Tejocote" como a cinco metros de donde había sucedido el percance , llena de tierra, la lavó y la guardó...
La impresionante cornada causó gran conmoción, Manolo fue llevado al pueblo más cercano a San Francisco Zapotitlán, Mazatenango, para los primeros auxilios médicos. Su regreso a México fue un largo y doloroso calvario.
Años después, en la plaza jalisciense de Yahualica, el día de San Miguel (29/XI/1968), Joselito Huerta otorgó el doctorado a este torero mártir de la Fiesta Brava, que da, con su ejemplo, una idea de lo que sufren los toreros jóvenes para abrirse camino hasta llegar a la meta: su alternativa.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
martes, 22 de diciembre de 2009
Chirigota "Los Enteraos" - Pasodoble "El Toreo"
Un poco de alegría, pa´ día de la Salud.
Chirigota "Los Enteraos" (2009) - Pasodoble "El Toreo"
Chirigota con letra, música y dirección de José Luis García Cossío "Selu".
Chirigota "Los Enteraos" (2009) - Pasodoble "El Toreo"
Chirigota con letra, música y dirección de José Luis García Cossío "Selu".
lunes, 21 de diciembre de 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
HOMENAJE RAFAEL ORTEGA
HOMENAJE AL MAESTRO RAFAEL ORTEGA-XII AÑOS DE SU MUERTE
Rafael Ortega Domínguez ”El tesoro de la Isla”. (Isla de San Fernando, Cádiz, 1921 - Cádiz, 1997) ,hoy hace 12 años del aniversario de su muerte,este sencillo homenaje con el que pretendo recordar a todos la figura del gran matador de toros que cosechó numerosas tardes de éxitos.Aqui un extracto de su obra.
EL TOREO PURO.Por Rafael Ortega.
A mí siempre me ha gustado el toreo rondeño, el toreo puro que han hecho, por ejemplo, Ordóñez y Antoñete, sin menospreciar el toreo sevillano cuando también se hace con pureza: dentro del corte de toreo sevillano me han gustado mucho en mis comienzos Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez, con el que toreé un par de corridas, y Manolo González, mi padrino de alternativa; también he visto torear muy bien a Manolo Vázquez. Con otro estilo, sentí gran admiración por Manolete, que a su manera hacía un toreo puro y estoqueaba muy bien. Manolete era un torero que no sabía correr cuando tenía que hacerlo.
Luego tuve la suerte de conocer a Domingo Ortega. No sólo le vi bastante, también toreé mucho con él cuando reapareció en 1953, y me fijé en su toreo todo lo que pude, pero no para imitarlo, porque somos toreros muy distintos: yo he toreado siempre mejor con la mano izquierda que con la derecha y muy parado, y Domingo ha sido uno de los toreros, de entre los que yo he visto, que mejor ha toreado con la mano derecha y que mejor les ha andado a los toros. Reapareció, como digo, conmigo, y me acuerdo de una vez que toreamos en Almería y nos sacaron a los dos a hombros. Y cuándo íbamos por las calles, él me decía:
- Rafael, qué vergüenza, qué vergüenza, yo con este pelo tan blanco…
Y yo le contestaba:
- Qué sinverguenzón que eres, con lo que vas gozando y aún te lamentas.
Y la gente decía:
- Maestro, usted ha estado muy bien, pero su sobrino ha estado mejor.
Pues creían que yo era el sobrino de Domingo, por el pelo y la diferencia de edad.
Pero a lo que iba. Para mí, claro que existen la escuela rondeña y la sevíllana. El toreo puro me lo definió muy bien Domingo Dominguín, padre, que fue apoderado mío:
- Es como cuando llega un señor y le saludas:
“¿Cómo está usted? Muy bien, gracias. Vaya usted con Dios”.
Esto es: citar, parar y mandar. Se le echa al toro el capote o la muleta para adelante, y es el cite. Luego, usted para al toro. Y luego, usted lo manda, lo lleva y lo despide. Yo sé que en la tauromaquia de Belmonte se dice: parar, templar y mandar, y también sé que Domingo Ortega añadió: parar, templar, cargar y mandar, que es lo que da mayor pureza al toreo. Pero para mí es importante algo previo, citar, o sea, echarle la muleta al trapo para adelante al toro. Llamarlo con la muleta quieta no es citar. También es malo llamarlo con el zapatillazo. El torero que lo da no es bueno torero porque eso es robar el pase, es la muleta la que tiene que adelantarse y citar. Así que lo que yo veo. Para hacer el toreo puro, es esta continuidad: citar, parar templar y mandar, y a ser posible cargando la suerte.
El toreo de adorno es otra cosa: las chicuelitas, dejar pasar al toro con los pies juntos, el kirikikí, las cositas esas que son bonitas –qué duda cabe- y que también tienen mérito, porque todo lo que se le haga al toro con gracia y “con ese cuerpo” es plausible; pero yo no siento ese toreo. El toreo, lo mismo que en el cante, que en todo lo que hagas, que en todas las profesiones artísticas, es sentimiento: el que lo ejecuta tiene que sentir lo que hace, para poderlo transmitir, si lo hace sin sentimiento, no transmite, y para lograrlo es muy importante que el torero se enfrente a cada toro con frescura, improvisando lo que el toro le pida, porque el toreo no se puede traer hecho de casa. Naturalmente, yo me he adornado con justeza y creo que “he estado bonito” al rematar una serie de pases con un afarolado, con un molinete o un cambio de mano y al salir de la cara del toro con aire de torero, esto es, improvisando de acuerdo con el sentimiento del momento, pero no con esas reolinas que hoy vemos. Tampoco “me he sentido” dando chicuelitas, y sólo acudía a ellas algunas veces por recurso. La chicuelita es bonita, es preciosa, pero no tiene la grandeza del toreo puro aparte de que le pegas al toro un cambio. Igual me pasa con el toreo a pies juntos: ni mi cuerpo va con eso, ni lo siento, porque no se carga la suerte. Por el contrario, sí “he sentido” el echarme el capote a la espalda, que ahora no lo hace nadie; éste es un toreo también muy puro, porque yo me echaba el capote a la espalda, citaba, echaba la pierna para adelante y cargaba la suerte, así que era un toreo de más exposición, pues tiraba del toro con medio capote como si estuviera toreando con la muleta.
Pero el toreo de capa fundamental se hace a la verónica. Lo primero es escoger el capote que le va a uno, pues hay tres tallas: el capote pequeño, que es para el niño, el mediano y el grande. Yo he toreado siempre con el mediano, porque, como bajaba mucho las manos, el capote grande los toros me lo pisaban y me lo quitaban. La verónica pura, la que rompe y domina al toro es la que se da con las manos bajas, cargando la suerte y ganándole terreno al toro. El toro tiene más fuerza que tú, y si no comienzas a dominarlo con el capote, como digo, se te impone y el torero va a la deriva. Por eso mi tío El Cuco me decía siempre:
- Nunca le levantes la mano ni al toro ni al hombre.
Porque si se la levantas al hombre, y éste es un tío, será para pegarle, no sólo para levantársela, digo yo, pues en otro caso verás lo que te pasa; y con el toro es igual: el toro hay que bajarle siempre la mano, y hay que empezar a hacerlo con el capote, porque para mandarle al toro éste tiene que humillar. Así que a los toros yo procuraba ligarles la verónica honda, con el capote recogido, cargando la suerte y arrastrándolo, para que el toro humillara… Esto tanto de salida como en los quites, que casi siempre hacía también a la verónica para continuar dominando al animal, y cerrando siempre con la media, pues si la das bien y te vas con aire por el costillar del toro no cabe duda de que así también lo quebrantas y lo dominas. A veces también me ha gustado adelantarle mucho el capote a un toro que está, después del puyazo, un poquito parado; le echaba un poco de teatro, le adelantaba el capote y le daba así la verónica. Pero si el toro se viene pronto ya que darle el lance justo, citándolo, parándolo y ganándole terreno allí donde más convenga para dominarlo, pues la regla de oro del toreo es saber cuál es el terreno más favorable para hacerlo. Me acuerdo de que hace poco estábamos viendo una corrida juntos Enrique Martín Arranz y yo, y le dije al torero que estaba toreando en ese momento:
- Cambia al toro de sitio.
Y Enrique me dijo a su vez:
- ¿Por qué le dice usted eso, maestro?
- Pues porque en ese sitio manda el toro.
Al cambiarle los terrenos, el toro cambió a su vez a bueno, y ya se le pudo torear. Al toro hay que llevarlo siempre adonde tú creas que vas a poder con él. Aunque hay algunos que no, y cualquier terreno es bueno para torearlos, caso todos los toros tienen querencias y el ochenta por ciento la tienen al sitio por el que han salido, a los chiqueros, que es donde resultan más peligrosos.
Yo he toreado bien de capa a muchos toros, sin ir más lejos la tarde aquélla de Almería que antes decía, con Domingo Ortega. Pero lo más sonado fue cómo recibí a un toro de Samuel Flores, en Barcelona, en 1954, que en las crónicas lo llamaron El carro de la carne. Era un toro grandísimo, muy gordo, muy bien hecho el toro. De salida se arrancó el burladero que hay a la izquierda y se lo echó al lomo; y allá fui yo y le pegué desde el tercio doce o catorce lances, ganándole terreno hasta la boca de riego, porque el toro embistió muy fuerte. Me tocó la música y tuve que dar la vuelta al ruedo antes de que salieran los picadores. Y ahí es donde yo digo eso de “romperse los toros”. A éste sólo le pegaron después un puyazo, y ya no embistió a la muleta. Lo toreé demasiado con la capa, lo había dominado con la capa y casi podía haberle entrado a matar tras la media verónica de cierre.
Con la muleta hay pocos pases clásicos y puros, pero los verdaderamente fundamentales son los que pide cada toro. Hay toros que quedan más picados que otros, que tienen más fuerza, que tienen más brusquedad, y entonces hay que reducirlos con la muleta. Desde luego, lo primero que tiene que hacer el torero es procurar no cortarle el viaje al toro con la muleta. Como ya lo he dicho antes, el torero tiene que dominar siempre al toro, pero llevándolo largo; el torero que se va a la oreja del toro, para castigarlo, no torea. La embestida ha de llevarse lo más larga que se pueda, pero con naturalidad, sin las reolinas dándole vueltas al toro. Dar los pases totalmente en redondo, eso no es el toreo; eso les gusta hoy a los públicos, pero a mí no. El pase debe darse, cuanto más largo, mejor, pero con cite y con remate, y quedándose uno colocado para ligar el siguiente. El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar: tú citas por un lado o por el otro y, en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El torero bueno es aquél en que cargas las suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria; y la última parte del pase ha de permitir que el toro te deje colocarte de nuevo modificar el terreno, pues lo más clásico lo más puro es que, en la faena, cuanto menos andas, mejor. No me refiero a “andarles a los toros”, como lo hacía Domingo Ortega, sino a eso de dar un pase aquí y otro allá y recorrer toda la plaza para pegarle veinte muletazos sueltos y desligados al toro: eso no es.
- Antonio Ordóñez: “Rafael Ortega es el que mejor ha toreado de todos nosotros”.
-Joaquín Vidal: “El diestro más completo del último medio siglo. Un auténtico torero de época, éso fue Rafael Ortega”.
-Alfonso Navalón: “El torero más clásico y profundo que conocí”.
-Antonio Chenel: "¿Rafael Ortega?: el mejor. El más puro con el capote, muleta y espada, aunque con la espada era único. Ya es hora de que se diga claro y alto”
El torero que más me ha impresionado ha sido Manolete y el que más me ha gustado, Rafael Ortega, a quien considero además el torero más completo y el que ha toreado con mayor pureza"
Antonio Chenel "Antoñete" (1985)
MUSICA:Mis caramelos.Al cante,El Negro.
Rafael Ortega Domínguez ”El tesoro de la Isla”. (Isla de San Fernando, Cádiz, 1921 - Cádiz, 1997) ,hoy hace 12 años del aniversario de su muerte,este sencillo homenaje con el que pretendo recordar a todos la figura del gran matador de toros que cosechó numerosas tardes de éxitos.Aqui un extracto de su obra.
EL TOREO PURO.Por Rafael Ortega.
A mí siempre me ha gustado el toreo rondeño, el toreo puro que han hecho, por ejemplo, Ordóñez y Antoñete, sin menospreciar el toreo sevillano cuando también se hace con pureza: dentro del corte de toreo sevillano me han gustado mucho en mis comienzos Pepe Luis Vázquez, Pepín Martín Vázquez, con el que toreé un par de corridas, y Manolo González, mi padrino de alternativa; también he visto torear muy bien a Manolo Vázquez. Con otro estilo, sentí gran admiración por Manolete, que a su manera hacía un toreo puro y estoqueaba muy bien. Manolete era un torero que no sabía correr cuando tenía que hacerlo.
Luego tuve la suerte de conocer a Domingo Ortega. No sólo le vi bastante, también toreé mucho con él cuando reapareció en 1953, y me fijé en su toreo todo lo que pude, pero no para imitarlo, porque somos toreros muy distintos: yo he toreado siempre mejor con la mano izquierda que con la derecha y muy parado, y Domingo ha sido uno de los toreros, de entre los que yo he visto, que mejor ha toreado con la mano derecha y que mejor les ha andado a los toros. Reapareció, como digo, conmigo, y me acuerdo de una vez que toreamos en Almería y nos sacaron a los dos a hombros. Y cuándo íbamos por las calles, él me decía:
- Rafael, qué vergüenza, qué vergüenza, yo con este pelo tan blanco…
Y yo le contestaba:
- Qué sinverguenzón que eres, con lo que vas gozando y aún te lamentas.
Y la gente decía:
- Maestro, usted ha estado muy bien, pero su sobrino ha estado mejor.
Pues creían que yo era el sobrino de Domingo, por el pelo y la diferencia de edad.
Pero a lo que iba. Para mí, claro que existen la escuela rondeña y la sevíllana. El toreo puro me lo definió muy bien Domingo Dominguín, padre, que fue apoderado mío:
- Es como cuando llega un señor y le saludas:
“¿Cómo está usted? Muy bien, gracias. Vaya usted con Dios”.
Esto es: citar, parar y mandar. Se le echa al toro el capote o la muleta para adelante, y es el cite. Luego, usted para al toro. Y luego, usted lo manda, lo lleva y lo despide. Yo sé que en la tauromaquia de Belmonte se dice: parar, templar y mandar, y también sé que Domingo Ortega añadió: parar, templar, cargar y mandar, que es lo que da mayor pureza al toreo. Pero para mí es importante algo previo, citar, o sea, echarle la muleta al trapo para adelante al toro. Llamarlo con la muleta quieta no es citar. También es malo llamarlo con el zapatillazo. El torero que lo da no es bueno torero porque eso es robar el pase, es la muleta la que tiene que adelantarse y citar. Así que lo que yo veo. Para hacer el toreo puro, es esta continuidad: citar, parar templar y mandar, y a ser posible cargando la suerte.
El toreo de adorno es otra cosa: las chicuelitas, dejar pasar al toro con los pies juntos, el kirikikí, las cositas esas que son bonitas –qué duda cabe- y que también tienen mérito, porque todo lo que se le haga al toro con gracia y “con ese cuerpo” es plausible; pero yo no siento ese toreo. El toreo, lo mismo que en el cante, que en todo lo que hagas, que en todas las profesiones artísticas, es sentimiento: el que lo ejecuta tiene que sentir lo que hace, para poderlo transmitir, si lo hace sin sentimiento, no transmite, y para lograrlo es muy importante que el torero se enfrente a cada toro con frescura, improvisando lo que el toro le pida, porque el toreo no se puede traer hecho de casa. Naturalmente, yo me he adornado con justeza y creo que “he estado bonito” al rematar una serie de pases con un afarolado, con un molinete o un cambio de mano y al salir de la cara del toro con aire de torero, esto es, improvisando de acuerdo con el sentimiento del momento, pero no con esas reolinas que hoy vemos. Tampoco “me he sentido” dando chicuelitas, y sólo acudía a ellas algunas veces por recurso. La chicuelita es bonita, es preciosa, pero no tiene la grandeza del toreo puro aparte de que le pegas al toro un cambio. Igual me pasa con el toreo a pies juntos: ni mi cuerpo va con eso, ni lo siento, porque no se carga la suerte. Por el contrario, sí “he sentido” el echarme el capote a la espalda, que ahora no lo hace nadie; éste es un toreo también muy puro, porque yo me echaba el capote a la espalda, citaba, echaba la pierna para adelante y cargaba la suerte, así que era un toreo de más exposición, pues tiraba del toro con medio capote como si estuviera toreando con la muleta.
Pero el toreo de capa fundamental se hace a la verónica. Lo primero es escoger el capote que le va a uno, pues hay tres tallas: el capote pequeño, que es para el niño, el mediano y el grande. Yo he toreado siempre con el mediano, porque, como bajaba mucho las manos, el capote grande los toros me lo pisaban y me lo quitaban. La verónica pura, la que rompe y domina al toro es la que se da con las manos bajas, cargando la suerte y ganándole terreno al toro. El toro tiene más fuerza que tú, y si no comienzas a dominarlo con el capote, como digo, se te impone y el torero va a la deriva. Por eso mi tío El Cuco me decía siempre:
- Nunca le levantes la mano ni al toro ni al hombre.
Porque si se la levantas al hombre, y éste es un tío, será para pegarle, no sólo para levantársela, digo yo, pues en otro caso verás lo que te pasa; y con el toro es igual: el toro hay que bajarle siempre la mano, y hay que empezar a hacerlo con el capote, porque para mandarle al toro éste tiene que humillar. Así que a los toros yo procuraba ligarles la verónica honda, con el capote recogido, cargando la suerte y arrastrándolo, para que el toro humillara… Esto tanto de salida como en los quites, que casi siempre hacía también a la verónica para continuar dominando al animal, y cerrando siempre con la media, pues si la das bien y te vas con aire por el costillar del toro no cabe duda de que así también lo quebrantas y lo dominas. A veces también me ha gustado adelantarle mucho el capote a un toro que está, después del puyazo, un poquito parado; le echaba un poco de teatro, le adelantaba el capote y le daba así la verónica. Pero si el toro se viene pronto ya que darle el lance justo, citándolo, parándolo y ganándole terreno allí donde más convenga para dominarlo, pues la regla de oro del toreo es saber cuál es el terreno más favorable para hacerlo. Me acuerdo de que hace poco estábamos viendo una corrida juntos Enrique Martín Arranz y yo, y le dije al torero que estaba toreando en ese momento:
- Cambia al toro de sitio.
Y Enrique me dijo a su vez:
- ¿Por qué le dice usted eso, maestro?
- Pues porque en ese sitio manda el toro.
Al cambiarle los terrenos, el toro cambió a su vez a bueno, y ya se le pudo torear. Al toro hay que llevarlo siempre adonde tú creas que vas a poder con él. Aunque hay algunos que no, y cualquier terreno es bueno para torearlos, caso todos los toros tienen querencias y el ochenta por ciento la tienen al sitio por el que han salido, a los chiqueros, que es donde resultan más peligrosos.
Yo he toreado bien de capa a muchos toros, sin ir más lejos la tarde aquélla de Almería que antes decía, con Domingo Ortega. Pero lo más sonado fue cómo recibí a un toro de Samuel Flores, en Barcelona, en 1954, que en las crónicas lo llamaron El carro de la carne. Era un toro grandísimo, muy gordo, muy bien hecho el toro. De salida se arrancó el burladero que hay a la izquierda y se lo echó al lomo; y allá fui yo y le pegué desde el tercio doce o catorce lances, ganándole terreno hasta la boca de riego, porque el toro embistió muy fuerte. Me tocó la música y tuve que dar la vuelta al ruedo antes de que salieran los picadores. Y ahí es donde yo digo eso de “romperse los toros”. A éste sólo le pegaron después un puyazo, y ya no embistió a la muleta. Lo toreé demasiado con la capa, lo había dominado con la capa y casi podía haberle entrado a matar tras la media verónica de cierre.
Con la muleta hay pocos pases clásicos y puros, pero los verdaderamente fundamentales son los que pide cada toro. Hay toros que quedan más picados que otros, que tienen más fuerza, que tienen más brusquedad, y entonces hay que reducirlos con la muleta. Desde luego, lo primero que tiene que hacer el torero es procurar no cortarle el viaje al toro con la muleta. Como ya lo he dicho antes, el torero tiene que dominar siempre al toro, pero llevándolo largo; el torero que se va a la oreja del toro, para castigarlo, no torea. La embestida ha de llevarse lo más larga que se pueda, pero con naturalidad, sin las reolinas dándole vueltas al toro. Dar los pases totalmente en redondo, eso no es el toreo; eso les gusta hoy a los públicos, pero a mí no. El pase debe darse, cuanto más largo, mejor, pero con cite y con remate, y quedándose uno colocado para ligar el siguiente. El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar: tú citas por un lado o por el otro y, en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El torero bueno es aquél en que cargas las suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria; y la última parte del pase ha de permitir que el toro te deje colocarte de nuevo modificar el terreno, pues lo más clásico lo más puro es que, en la faena, cuanto menos andas, mejor. No me refiero a “andarles a los toros”, como lo hacía Domingo Ortega, sino a eso de dar un pase aquí y otro allá y recorrer toda la plaza para pegarle veinte muletazos sueltos y desligados al toro: eso no es.
- Antonio Ordóñez: “Rafael Ortega es el que mejor ha toreado de todos nosotros”.
-Joaquín Vidal: “El diestro más completo del último medio siglo. Un auténtico torero de época, éso fue Rafael Ortega”.
-Alfonso Navalón: “El torero más clásico y profundo que conocí”.
-Antonio Chenel: "¿Rafael Ortega?: el mejor. El más puro con el capote, muleta y espada, aunque con la espada era único. Ya es hora de que se diga claro y alto”
El torero que más me ha impresionado ha sido Manolete y el que más me ha gustado, Rafael Ortega, a quien considero además el torero más completo y el que ha toreado con mayor pureza"
Antonio Chenel "Antoñete" (1985)
MUSICA:Mis caramelos.Al cante,El Negro.
sábado, 19 de diciembre de 2009
17 de diciembre de 2009
Presentación del libro y Dvd GUIA GENEALOGICA DE GANADERIAS DE MADRID POR E.GONZALO GARCIA DE CASTRO, miembro de la Asociación.
Excelente trabajo de investigación, con un estudio más que detallado de las ganaderías, desde sus orígenes hasta la actualidad
XI ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ANTONIO ORDOÑEZ
XI ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ANTONIO ORDOÑEZ
Antonio Ordóñez
Pronto ganó popularidad por su dominio del toro y su lidia sobria, serena y clásica, propia de un destacado seguidor de la «escuela rondeña».
(Ronda, 1932 - Sevilla, 1998)
Tercer hijo de una de las saga de toreros más importantes, su padre fue Cayetano Ordóñez, más conocido como "El Niño de la Palma", Fue a la escuela de las Esclavas de Ronda, donde acreditó buenas cualidades para el fútbol. Pero su padre le tenía fe como torero y en Sevilla le llevaba el carretón hasta la Venta de Abao, donde se hizo becerrista. Su carrera como novillero-prodigio la hizo al lado y casi a la sombra de uno de los grandes de su generación: Manolo Vázquez, el pequeño de otra dinastía taurina en la que destacó el elegantísimo Pepe Luis. Pero Antonio Ordóñez no tenía rival cuando le echaba ganas.
Vistió por primera vez de luces cuando tenía 16 años, en 1948. Un año después se convierte en un novillero de gran proyección y actúa en las principales plazas, entre ellas la de Madrid. El 28 de junio de 1951 tomó la alternativa en Madrid junto a la pareja de moda: Julio Aparicio y Miguel Báez Litri. Poco después, en la temporada de 1952, se coloca en la cabeza del escalafón, con 74 corridas.
Vistió por primera vez de luces cuando tenía 16 años, en 1948. Un año después se convierte en un novillero de gran proyección y actúa en las principales plazas, entre ellas la de Madrid. El 28 de junio de 1951 tomó la alternativa en Madrid junto a la pareja de moda: Julio Aparicio y Miguel Báez Litri. Poco después, en la temporada de 1952, se coloca en la cabeza del escalafón, con 74 corridas.
Pronto ganó popularidad por su dominio del toro y su lidia sobria, serena y clásica, propia de un destacado seguidor de la «escuela rondeña».
Desde el día en que tomó la alternativa, Ordóñez ocupó en el juicio de críticos y aficionados un lugar destacadísimo, que nunca abandonaría en sus casi 20 años de matador de toros, tanto arte y tanto valor juntos ni sería capaz de expresar ambos con su entera y proverbial naturalidad.
Fue, sin embargo, un torero castigadísimo por los toros, con un saldo de más de una cogida seria por temporada y con graves lesiones en las articulaciones, que dificultaron su movilidad en el ruedo. Su rivalidad con Luis Miguel Dominguín, acentuada por los reportajes que el premio Nobel Ernest Hemingway publicó en la revista estadounidense Life, se resume en diez mano a mano celebradas entre el 17 de junio en Zaragoza y el 21 de agosto de 1959, en Bilbao. Para la historia, Ordóñez fue el triunfador de aquel "verano sangriento", en palabras de Hemingway.
Más valorado con el capote que con la muleta, se dijo de él que no hubo otro igual en el toreo a la verónica, muy amplia de capote y profunda en el lance, hasta el punto de estar considerada por los entendidos como una de las cimas del toreo y ser recordada con nostalgia. Destacó también como matador, recibiendo muchos toros a lo largo de su vida, y encontrando, en el último tramo de su actividad, una estocada de recurso, y efectos fulminantes, caída en un rincón llamado desde entonces "el rincón de Ordóñez".
Siempre se llevó mal con la izquierda, en los toros y en la política, y como con la izquierda se mata, no fue gran matador. Adquirió el vicio o la ventaja de citar a recibir y dejar una estocada baja en lo que Cañabete llamó «el rincón de Ordóñez».
Pero en el volapié se notaba más la fechoría y la gente aprendió a silbarlo. Se le perdonaba el paso atrás en las verónicas, cuando lo daba, y su desconfianza con la zurda, por lo bien que componía la figura, sin forzar la suerte ni perder cierto aroma, cierto estilo indefinible y como añejo de andarles a los toros que suele llamarse Escuela Rondeña.
Diferentes comentarios y opiniones del planeta de los toros.
Pero en el volapié se notaba más la fechoría y la gente aprendió a silbarlo. Se le perdonaba el paso atrás en las verónicas, cuando lo daba, y su desconfianza con la zurda, por lo bien que componía la figura, sin forzar la suerte ni perder cierto aroma, cierto estilo indefinible y como añejo de andarles a los toros que suele llamarse Escuela Rondeña.
Diferentes comentarios y opiniones del planeta de los toros.
- "El Maestro de verdad, el espejo en el que mirarse". Jose Mari Manzanares ( padre )
- "Empaque, clase, gusto, aroma a hierbabuena, duende, arte…". R. Corbelle
- "Un ser excepcional". Humberto Parra
- "La pureza: valor, arte y buen gusto". Joselito
- "Sólo el nombre Antonio Ordóñez ya era bonito". Roberto Domínguez.
- "Ordóñez hacía lo que es el toreo". Julio Aparicio
- "Antonio Ordóñez era el ejemplo". Espartaco
- "Un prodigio del toreo". Pacorro
- "Torero de toreros, torero completo". Sebastian Castella
- "Torero de valor y torero de arte". Litri
"El mejor torero de todos los tiempos". Diodoro Canorea - "Uno de los principales toreros del siglo". Álvaro Domecq
- "Maravilla del toreo". Diego Puerta
- "Parecía un torero de otro mundo". Andrés Vázquez
- "De los toreros que más me ha gustado ver torear". Jaime Ostos Musica:Alegrías de Antonio Ordóñez.Al cante Paco del Pozo.
viernes, 18 de diciembre de 2009
17 de diciembre de 2009
AULA DE TAUROMAQUIA C.E.U SNA PABLO.
Fin del trimestre de conferencias y presentación del libro TIEMPOS Y ESPACIOS DE LA TAUROMAQUIA, editado por C.E.U. Ediciones.
Recopilatorio de las conferencias del curso 2007/2008. Comentado por Rafael Cabrera Bonet.
A cada uno de los asistentes, le fue regalado un ejemplar del mismo.
Las conferencias, se reanudaran el 14 de enero de 2010.
Francisco Cano-Curro Cano-Canito-98 años-Felicidades
Hoy cumple 98 años ,Francisco Cano-Curro Cano-Canito-FelicidadesFrancisco Cano Lorenza nace en Alicante, en el barrio de La Goteta, el 18 de diciembre de 1912. Es hijo de Vicente Cano, que actuó de novillero con el apodo "Rejillas". A los 17 años, Cano prueba fortuna como boxeador, dentro del peso mosca. Después de sus experiencias como nadador y como boxeador, probó suerte en el mundo del toreo, saltando como espontáneo en varias ocasiones en distintas plazas. Se tira al ruedo de Alicante, como espontáneo, en una novillada y va a parar al calabozo. Debuta luego como sobresaliente junto a las novilleras hermanas Palmeño. Interviene en algún festejo en Orihuela, en Alicante, sufre su primera cornada.

Conoció la dureza de la Fiesta, lidiando toros de todo tipo y condición en cosos de la provincia de Madrid y también en otros de la zona de Soria, por donde toreó una treintena de novilladas sin caballos. Con picadores debutó en Puertollano, en 1941, en un mano a mano con Angelete. Pero su sueño no cuaja y toma un nuevo camino, el de la fotografía: Durante la guerra vive en Madrid, lo acoge y esconde en su casa su gran amigo Gonzalo Guerra Banderas, que le introduce en el mundo de la fotografía "Vivía en Madrid y allí Gonzalo Guerra Banderas me ayudó mucho y me salvó de que me reclutaran para la guerra. Hicimos una cámara. Toreaba un peruano y le gustaron tanto las fotografías que me encargó muchas y me pagó muy bien. Llegué a torear en alguna ocasión y tiraba fotos desde el callejón, vestido de torero".
Decide Cano dejar el traje de luces y vivir de la fotografía. Más adelante, colaborará Cano con publicaciones como ABC, Marca, El Ruedo, Aplausos... Pero ha sido básicamente lo que en la profesión se llama un freelance, de acuerdo con su temperamento: “A mí me gustaba la independencia, la libertad”, afirma el fotógrafo.
Cano afirma que ha asistido "a más de diez mil corridas. Si en cada una he tirado un promedio de cuatro carretes de treinta y dos fotografías cada uno he sumado más de un millón de fotografías". Además de sus reportajes taurinos en las plazas de toros, en el campo o en actos sociales, Canito ha realizado multitud de reportajes a las grandes estrellas de cine, a intelectuales, a literatos y recuerda que mantuvo relación con actores de la talla de Gary Cooper, Deborah Kerr, Gina Lollobrigida" y los escritores "Ernesto Hemingway y Orson Welles".
Sus toreros predilectos han sido Manuel Rodríguez Manolete, Pepe Luis Vázquez, Manuel Álvarez El Andaluz, Carlos Arruza y Luis Miguel Dominguín con quien trabó una gran amistad y algunas de cuyas fotos, inéditas, acaban de ver la luz en el libro Luis Miguel, el número 1, que se presentará la próxima semana, y en la que un jovencísimo Curro Cano charla en el ruedo de una plaza de toros con Luis Miguel vestido de torero, antes de que salte el toro que debe lidiar el maestro madrileño. De todos los toreros que ha conocido y fotografiado a lo largo de más de medio siglo, Cano dice que "los que mejor han dado han sido Manolete, "por su empaque y personalidad" y Pepe Luis Vázquez, "por su naturalidad".
Curro Cano, que lleva algo más de medio siglo asistiendo ininterrumpidamente a la Feria de Abril, "sin faltar un sólo año", recuerda con cariño a los Vázquez, a Diodoro Canorea y explica que vivió decenas de historias y tertulias con Belmonte, Rafael el Gallo, Cossío y los Algabeños en Los Corales, The Sport y el Gran Britz, aquellos cafés que hoy son en su mayoría tiendas de ropa. Quien conoce como nadie todas las plazas de España, señala que "en Sevilla se ven los toros como en ningún otro sitio y la Maestranza es la mejor plaza para disfrutar con el toreo".
Son historias y más historias de uno de los personajes más singulares del mundo de los toros. Un hombre con ojos de fotógrafo y alma de torero.

Conoció la dureza de la Fiesta, lidiando toros de todo tipo y condición en cosos de la provincia de Madrid y también en otros de la zona de Soria, por donde toreó una treintena de novilladas sin caballos. Con picadores debutó en Puertollano, en 1941, en un mano a mano con Angelete. Pero su sueño no cuaja y toma un nuevo camino, el de la fotografía: Durante la guerra vive en Madrid, lo acoge y esconde en su casa su gran amigo Gonzalo Guerra Banderas, que le introduce en el mundo de la fotografía "Vivía en Madrid y allí Gonzalo Guerra Banderas me ayudó mucho y me salvó de que me reclutaran para la guerra. Hicimos una cámara. Toreaba un peruano y le gustaron tanto las fotografías que me encargó muchas y me pagó muy bien. Llegué a torear en alguna ocasión y tiraba fotos desde el callejón, vestido de torero".
Decide Cano dejar el traje de luces y vivir de la fotografía. Más adelante, colaborará Cano con publicaciones como ABC, Marca, El Ruedo, Aplausos... Pero ha sido básicamente lo que en la profesión se llama un freelance, de acuerdo con su temperamento: “A mí me gustaba la independencia, la libertad”, afirma el fotógrafo.
Cano afirma que ha asistido "a más de diez mil corridas. Si en cada una he tirado un promedio de cuatro carretes de treinta y dos fotografías cada uno he sumado más de un millón de fotografías". Además de sus reportajes taurinos en las plazas de toros, en el campo o en actos sociales, Canito ha realizado multitud de reportajes a las grandes estrellas de cine, a intelectuales, a literatos y recuerda que mantuvo relación con actores de la talla de Gary Cooper, Deborah Kerr, Gina Lollobrigida" y los escritores "Ernesto Hemingway y Orson Welles".
Sus toreros predilectos han sido Manuel Rodríguez Manolete, Pepe Luis Vázquez, Manuel Álvarez El Andaluz, Carlos Arruza y Luis Miguel Dominguín con quien trabó una gran amistad y algunas de cuyas fotos, inéditas, acaban de ver la luz en el libro Luis Miguel, el número 1, que se presentará la próxima semana, y en la que un jovencísimo Curro Cano charla en el ruedo de una plaza de toros con Luis Miguel vestido de torero, antes de que salte el toro que debe lidiar el maestro madrileño. De todos los toreros que ha conocido y fotografiado a lo largo de más de medio siglo, Cano dice que "los que mejor han dado han sido Manolete, "por su empaque y personalidad" y Pepe Luis Vázquez, "por su naturalidad".
Curro Cano, que lleva algo más de medio siglo asistiendo ininterrumpidamente a la Feria de Abril, "sin faltar un sólo año", recuerda con cariño a los Vázquez, a Diodoro Canorea y explica que vivió decenas de historias y tertulias con Belmonte, Rafael el Gallo, Cossío y los Algabeños en Los Corales, The Sport y el Gran Britz, aquellos cafés que hoy son en su mayoría tiendas de ropa. Quien conoce como nadie todas las plazas de España, señala que "en Sevilla se ven los toros como en ningún otro sitio y la Maestranza es la mejor plaza para disfrutar con el toreo".
Son historias y más historias de uno de los personajes más singulares del mundo de los toros. Un hombre con ojos de fotógrafo y alma de torero.
jueves, 17 de diciembre de 2009
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