El espectáculo taurino analiza fórmulas de renovación para atraer público a las plazas
La llamada Fiesta Nacional, esa que fue en su día un
tercio de la marca España basada en 'sol, playa y toros' pasa por
momentos difíciles. La recesión aprieta y los gastos en ocio disminuyen.
El mundo taurino de pago sufre las consecuencias. En los cinco últimos
años la cifra de espectáculos ha disminuido casi a la mitad y muchos de
los profesionales del sector, los matadores, apenas tienen ocasión de
demostrar su arte y después pasar el invierno con lo ganado durante el
estío, los meses donde se concentran estos eventos. El Norte de Castilla
ha reunido en los salones del hotel Novotel El Palero a representantes
del sector para conocer las esperanzas, anhelos, dificultades e
ilusiones de un sector de la actividad que tiene mucho de tradición y de
cultura, pero también es un negocio.
A la cita organizada por la agencia Comunicación
Profesional y El Norte de Castilla con el patrocinio de La Caixa
Empresas han acudido el gerente de la plaza de toros de Valladolid,
Ángel Gallego, el matador de toros vallisoletano Leandro Marcos; Moisés
Fraile, de la ganadería de El Pilar y Carlos Santoyo, director del
programa Grana y Oro de Castilla y León Televisión y director de 'El
Diario Palentino'.
Patrimonio nacional
«Este es un patrimonio nacional muy importante que se ha
movido en todos los ámbitos. La pintura, el cine, la cultura... –comenta
Ángel Gallego–, pero todo ha cambiado como consecuencia de la situación
económica del país. Este es un espectáculo caro y la juventud se ha
quedado fuera. Eso es lo que hay que mover, porque la gente de la
Tercera Edad se acaba. A las plazas de toros, como a las iglesias, ya
solo vamos los mayores», apostilla.
–¿Por qué es caro si la materia prima, el toro, no ha subido de precio?, pregunta el moderador.
–«El número de espectáculos ha disminuido y saco precios
similares a los del 2001. El pienso ha subido al doble», explica Moisés
Fraile. «Mis toros consumen un millón de kilos de pienso al año. Los
costes han aumentado y los precios se mantienen. ¡Y soy un
privilegiado!, porque mis toros se lidian y no se lidia más de un 10% de
los que hay en España. El resto va al matadero. Habrá empresarios
taurinos que no ganen, incluso alguno que pierda dinero, pero quien se
arruina es el ganadero», asegura Moisés Fraile hijo, quien junto a su
padre, Moisés Fraile gestiona la ganadería salmantina de mayor prestigio
en este momento en la tauromaquia.
Los precios han bajado
–¿Y hay negocio a precios más baratos?», insiste el moderador.
–«No hemos cambiado los precios en los últimos años
–precisa Gallego– Solo llevo cuarenta años en esto, pero en estos tres
que llevamos en Valladolid no hemos cambiado los precios. Este año sí.
Los vamos a cambiar, pero para abajo, para captar a la juventud. Este es
un negocio como otro, pero en el que hay que ser muy aficionado para
hacer lo que hacen los matadores y para ser empresario. Aunque estamos
aquí para ganar dinero y responder a las necesidades del público. A ver
si los jóvenes van a unos precios más baratos. Pero el Impuesto sobre el
Valor Añadido nos ha subido al 21%. Empezamos mal.
–Nueva pregunta: ¿Este negocio puede cambiar para mantenerse, debe conservar una tradición?
–«Voy a decir algo que igual resulta impopular» –avisa
Carlos Santoyo– «Se le llena a todo el mundo la boca de hablar de
cultura. Cuando el cambio de Gobierno se habló de tocar el cielo con el
paso al Ministerio de Cultura y todo ha ido a peor. Las corridas de
toros han pasado de pagar un IVA del 18% al 21% y las de rejones y
novillos del 8% al 21%. ¡Un desastre! Cada pueblo donde hay tradición
dicen que hay que blindar la fiesta. Pero la mayoría de ayuntamientos y
diputaciones imponen unos pliegos de condiciones prohibitivos para la
explotación de sus plazas de toros», critica el periodista. «Y la gente
se vuelve loca porque en Valladolid se subvenciona la corrida de San
Pedro Regalado, que trae riqueza a la ciudad y se llenan bares y
restaurantes, hay novilladas con acceso gratuito a los jóvenes y se
regalan entradas que pueden servir para que haya un relevo generacional
en los tendidos. Pero nadie dice que en Palencia, en Ávila, en Burgos,
por ejemplo, los carteles de toros entran en sus programas de festejos
como plato fuerte, cuando no dan un duro, ni una subvención. Lo
contrario, si ese coso es del ayuntamiento o de una diputación, cobran a
las empresas por arreglarles un programa de la feria.
El nacimiento de una afición
–¿Pero afición sí hay!, ¿Cuándo se para, a la hora de comprar el billete?, plantean a los asistentes.
Leandro Marcos salta al ruedo:
–«Es que a la afición hay que alimentarla o decae. Como
matador mi preocupación es doble. Hay toreros que estamos por debajo de
las figuras y que con la reducción de festejos tenemos más difícil
torear. Los que lidiaban antes veinte corridas al año ahora no llegan a
la mitad. El espectáculo se centra cada vez más en las figuras y cuesta
más al resto. Y el inicio de esta profesión, que son las novilladas sin
caballos, han desaparecido. Es casi imposible que surjan toreros»,
afirma.
Agrega aquí Santoyo su visión sobre lo que cobran las
figuras del toreo. «En tiempos de crisis tienen que ajustar sus cachés.
Los ganaderos venden sus corridas al precio de 2001 y el empresario
lleva tres años sin tocar los precios, pues tendrán que bajarse de la
burra los grandes, no solo los que están en el nivel de Leandro Marcos»,
comenta.
Manda don dinero
«Aquí todo se basa en el dinero», tercia Ángel Gallego.
«Todo cuesta dinero y no necesitamos una subvención, si no sacarlo del
cajón. El del toro es un negocio como otro cualquiera, y la forma de
ascender de los toreros también. Las novilladas sin caballos son
necesarias y las novilladas picadas también».
–¿Y por qué no se hacen?, inquiere el moderador.
–Porque son deficitarias, responde Carlos Santoyo
–En cada novillada sin caballos que organizamos en Valladolid se pierden 48.000 euros, afirma Gallego.
–Pero porque las hacéis por su sitio. Pierden porque las hacen honradamente, que la picaresca también existe, aclara Santoyo.
Cambios en el negocio
Visto desde fuera, el negocio tiene posibilidades de
cambiar. Ha surgido un circuito casi paralelo al de los toreros
tradicionales con la liga del corte. Hace veinte años no existía y hoy
ofrece espectáculos en todas las plazas españolas. ¿Hay fórmulas de
cambio en el negocio? Lo explica Ángel Gallego. «El coste de una
novillada no tiene nada que ver con el de los espectáculos populares. En
una novillada tienes que llevar: Seis muchachos, banderilleros, mozos
de espadas, ayuda… ¡que todos tienen que comer! Leandro Marcos, cobre
mucho o cobre poco, para mí cobra poco porque se juega la vida delante
de un toro, lleva diez personas a su costo. ¡Es que es un empresario!,
dice el gerente.
«Cada día que salgo de casa para ir a una corrida de
toros parto de unos gastos de cinco mil euros, precisa el matador
vallisoletano.
La oportunidad y el futuro
¿Y no sería ahora una de oportunidad, porque hay novillos baratos, y hay gente que podría lidiarlos?
–Pues no, –replica Fraile– porque ¿cuánto cuesta
organizar una novillada sin caballos en gastos básicos?, pregunta a
Ángel Gallego.
–Unos 30.000 euros, indica el empresario de la plaza vallisoletana.
–Pues el toro serán unos 5.000 euros y el novillero no cobra. El resto son los gastos mínimos.
«Es que cualquier ayuntamiento que suelta su toro desde
el cajón puede figurar como empresario» –agrega Gallego–. Viene a la
Delegación Territorial, pide su permiso y ya está. Lo lógico sería que
no se metiera a empresario en este tema.
«Sí me gustaría destacar pese a todo una cosa. Este es un
espectáculo tan grande que aún sin estructura y siendo un desastre
sobrevive y vive pese a todo», concluye el palentino Carlos Santoyo.
«Es que mientras haya locos, habrá toros», remata Ángel Gallego.