
Entrevista a Sebastián Ritter, matador de toros.
Recién intervenido de su muñeca derecha, ¿qué tal se encuentra y en qué ha consistido la operación?
Me encuentro bien ya que todo salió estupendo. Fue una intervención de
una lesión que sufrí en 2011 cuando un novillo me dio una voltereta muy
fuerte y a raíz de aquello se me quedaron los tendones atrapados. Pese a
que había tratado de hacer una rehabilitación intensiva con electros,
al final me he tenido que operar para que me libraran los tendones.
Imagino que eso le habrá condicionado a la hora de torear...
Pues sí. Tanto es así que este año para poder torear me tenía que
infiltrar. La lesión me condicionaba sobre todo a la hora de entrar a
matar, ya que el sistema de defensa de mi cuerpo hacía que no pudiera
matar de una forma más natural. También era más complicado templar a los
toros con los tendones atrapados, pues cada vez que sufrías un
enganchón se convertía en una cruz.
Hablemos de cómo vivió esa tarde de la alternativa el pasado 4 de octubre en Las Ventas...
Era un objetivo que me había trazado para esta temporada. Bien es
cierto que nunca había imaginado tomarla en Madrid, pero gracias a Dios
se pudo hacer y fue un día muy bonito, aunque no deja de ser el
principio de mi proyecto.
En Madrid, dentro de la Feria de Otoño, en corrida
retransmitida por Canal + y junto a dos figuras. ¿No era excesiva la
responsabilidad?
Desde luego. Lo que pasa es que a mí me ha apoderado un hombre que
apostó mucho durante toda su vida y es algo que se me ha quedado metido
en la cabeza para siempre. Y es que el que no apuesta no gana. Pudo
haber salido muy mal o muy bien, el caso es que al final el objetivo se
cumplió y ahora a seguir luchando.
Tarde en la que volvió a convencer al público venteño con ese concepto tan de verdad
La gente vió que no había ido allí a pasar la tarde, sino que buscaba
no defraudar a nadie y cumplir con las expectativas que se habían puesto
en mí.
Le decía que volvió a convencer, dado que en sus dos
comparecencias como novillero en Madrid este mismo año impactó, y de qué
manera
La tarde de San Isidro me pegué un buen arrimón y el público vio las
ganas y la disposición con las que iba a Madrid. Y la segunda, en junio,
estaba convencido de que iban a pasar cosas importantes, pero el
novillo me metió el pitón y bastante hice con el esfuerzo de mantenerme
en el ruedo hasta el final, pese a la fuerte cornada que había recibido.
Volviendo a su anternativa, un brindis muy emotivo al cielo
para el malogrado Antonio Corbacho. ¿Qué ha representado para usted su
figura?
Todo, y lo sigue representando, tanto en la forma como en el modo de
ver la vida y el toreo. Fue un brindis para él y para Dios. Y es que yo
concibo esto como algo espiritual y Antonio fue el que me alimentó el
espíritu para poder enfrentarme a los toros y dar ese salto evolutivo
que necesitaba mi tauromaquia.
Que alguien como Corbacho nos dejara convencido de que usted
iba a ser una gran figura del toreo, puede traducirse como que nos
encontramos ante un nuevo José Tomás o Talavante
Ojalá. Para mí es un orgullo que la gente me trate de ver por ese
camino. Antonio fue como un escultor, y cuando tienes a alguien por
detrás que pule tus movimientos y tu manera de entender el toreo, luego
tu mismo lo amoldas eso a tu forma de ser y a tu personalidad. Aún así,
creo que no he acumulado de momento ni un solo mérito para que la gente
me pueda comparar con ellos.
La decisión de venirse con 17 añitos para España, a la Escuela
de Arganda del Rey, tuvo que ser difícil y consensuada con su padre, el
maestro Luis Ritter
Mi padre, como matador de toros, entendía por la situación que estaba
pasando en ese momento, cosa que mi madre no. Desde los ochos años
quería ser torero. Había estado en la parte seria del Bombero torero de
Colombia, debuté como novillero sin caballos y era el momento de dar el
paso por sacrificado que fuera.
Los inicios tuvieron que ser muy duros
Tremendos. País y cultura nuevos, no conocía a nadie así que las
primeras semanas no sabía ni por dónde tirar. Además, estaba
acostumbrado a que en casa mi madre me hiciera todo, lo cual endurecía
aún más las cosas. Lo pasé mal ya que hubo incluso etapas en las que,
de tanta comida rápida, estaba desnutrido y un día después de una
novillada me llegué a desvanecer.
Una de sus cualidades es que no deja indiferente a nadie
Eso trato. Creo que siempre hay que ser diferentes al resto. En el
mundo ha habido grandes genios que destacaron sobre el resto de los
mortales precisamente por su singularidad. Y ese es el camino que yo
quiero seguir.