sábado, 20 de julio de 2013
Entrevista a Mariví Romero
No pudo mejor dicho, no tuvo a quien
imitar. Ella, Mariví Romero, fue la pionera. En los años 70 mandó en el periodismo
taurino de la época, cuando aquél era en blanco y negro. Hablaba alto y claro,
con independencia, sin admitir sobornos -ni sobres ni otros parabienes- una actitud
que a la postre le costó el sitio. Crió cuervos y le sacaron los ojos, aunque no pudieron
con su afición. Hoy, décadas después de aquellas temporadas en las que su nombre
era sinónimo de respeto silente, ha vertido su sapiencia taurina en un libro,
pequeño, "sin paja": La fiesta del
toro bravo (Ed. Éride), que será presentado en Madrid y en Valencia
Lo he escrito para la gente que, o bien no sabe nada
o solo tiene unas ligeras nociones sobre la Fiesta, no se enfrenten al dilema de
"toros sí, toros no". Por ello pensé en plasmar mis vivencias personales
a través de la literatura, recopilando muchas de las cosas que decían los grandes
literatos de la generación del 98 y la del 27. Por ahí he vuelto a inquietarme de
nuevo por la Fiesta. Mi intención es darle todo lo que yo sé a las nuevas generaciones
que hoy llegan a los toros", afirma la veterana periodista.
Pregunta
I ¿Qué valor cree que actualmente tiene su testimonio? Respuesta I No puedo valorarme ahora, sí digo que lo que aporta mi
testimonio son años de experiencia, porque ya
no soy la jovencita que empecé ni la mujer madura que continuó; ya soy una
jubilada. Hecho este matiz, que me valoren los demás.
¿Dónde
está eí toreo actual?, ¿a qué distancia se encuentra de las décadas de los 70 y
80 en las que usted vivía su apogeo? Hay una gran distancia, aunque en esas épocas
había más movimientos en la Fiesta. Todos se comprometían más, incluidos los aficionados.
Hoy el desfase es brutal, porque los taurinos se lo dejan ir, porque este espectáculo
no lo han sabido vender ¡nunca! Todo han sido individualidades: 'Yo soy el mejor,
tú no eres nadie'... El empresario medio es el que maneja todo el cotarro y los
pequeños son los que tienen que ampararse en las subvenciones de los ayuntamientos
para poder dar toros... Hay mucha golfería, mucha.
¿Demasiados intereses personales encontrados?
Sí, totalmente. Golfería, en definitiva.
Continúe,
siga, por favor. No me gustaría que la Fiesta desapareciera ni que se quedara como
algo testimonial, pero eso no depende de mí ni de la gente ajena a este mundo. Depende
del organigrama empresarial y taurino y de esa parte que no han sabido vender. Fíjate cómo han vendido el fútbol,
o cómo venden cualquier deporte, incluso deportes elitistas que han llegado a todos.
En el libro hablo de cinco colosos -Joselito, Bel-monte, Manolete, El Cordobés y José Tomás-, pues bien, todo lo que
ellos hicieron en sus etapas no ha servido de nada, porque en el toreo, se acaba
el ídolo y se acaba todo lo de esa época. Y no, no es así, hay que hacer cosas,
hay que invertir en la Fiesta, cosa que no se ha hecho jamás; sólo han ido al saqueo,
a llevarse todo... Han destrozado las ganaderías, los ganaduros compraron el desecho de Juan Pedro Domecq, digo el desecho,
que lo bueno se lo quedaba él, lógicamente.
¿Y el escalafón?
Hoy,
las figuras se están enviciando todavía más que en las décadas de antaño. Están
en un círculo, cerradito, del que no salen; los modestos, los que no tienen esas
oportunidades, están deambulando por las ferias pidiendo el sustento y poco más.
Y todo esto hace que la Fiesta degenere.
¿Cómo?
Pues
solo hay que fijarse en el escalafón de matadores, actualmente muy corto, como el
de novilleros, y en las ganaderías que están diezmando a paso acelerado... La crisis
está también causando estragos. Los festejos han bajado, los empresarios pagan cuando
a ellos les conviene, hay muchos enjuagues entre ellos, y no hay una crítica que
lo cuente tal es.
En sus
años, ¿cómo era la crítica?, ¿era más independiente que hoy? Independiente había
apenas media docenita de críticos, que éramos los que tirábamos del carro, a cambio
de que todos los días teníamos que oír insultos, lo que a mí me importaba tres
pimientos. Hoy, ni siquiera hay esa crítica, una crítica que vaya diciendo lo que
está bien y lo que está mal, enseñar desde la verdad.
La crítica no necesariamente tiene que ser destructiva. Mi crítica era constructiva, me fijaba en cómo desarrollaba
el toro para enjuiciar al torero, sin perjuicios.
Claro que para eso hay que tener un conocimiento del toro extraordinario.
Y eso no existe hoy.
¿Aprenderemos algo de esta crisis? Primero tendrá
que aprender España a salir de la crisis y, después, ya veremos.
¿Al decir España se refiere usted a lospolíticos?
Sí, a los gestores. Porque son ellos los que se
han cargado la Fiesta en Cataluña.
¿Solo
los políticos?, ¿qué dice de la inanición por parte del sector? La Fiesta se la
ha cargado CIU, a quien no le interesa para nada; los socialistas fueron a la par...
Todos han hecho posible que los toros desaparecieran en Cataluña, salvo los corre bous, por los votos que les dan, y
lo hacen basándose en ese falso independentismo.
Y de Baíañá, diseño de la
Monumental, ¿qué tiene que decir? Ese se ha callado como un muerto. Sabe que le
tienen que indemnizar con miles de millones, que es lo único que le importa.
Otra cosa es que lo vaya a cobrar, porque yo, personalmente, creo que no lo
hará. Balañá, que nadie se engañe, no invirtió un duro en los toros. El dinero
que ganó dando toros todos los jueves y domingos lo invirtió en cines. Hoy es
el dueño de casi todos los cines de Barcelona. A él, el que los políticos se
carguen la Fiesta en Barcelona, le importa tres pepinos.
¿Si él no era aficionado, quién
mantuvo la Fiesta en Cataluña, en aquellos años? Chamaco y los aficionados.
A Chamaco le adoraban allí. Además, triunfar en Barcelona era importante. Eso
sí, Madrid era, es, la catedral del toreo, la que te quita y la que te pone;
Sevilla es la placita de los andaluces.
¡Ojo, que no todos los
toreros han 'entrado' en Sevilla, aun siendo de allí! Sí, pero eso no quita
que esa feria sea muy suya. Allí, en las
barreras y primeras filas solo hay ganaderos y toreros amigos de
aquellos; aficionados, pocos. Y como se te ocurra decir algo en alto, en esos
silencios sepulcrales maestrantes, te comen.,. Eso no impide que sea una plaza
preciosa, en la que se pueda ver el toro 'de Sevilla'.
¿Y eí toreo de quién? Uy, lo
que a Sevilla le importa es el toreo sevillano de pellizco, como el de Pepe
Luis, o el de Curro, que era el amo, el amo y señor de la Maestranza... Ha
pegado unos petardos ¡sublimes!, pero daba igual, allí iban a verle a hacer el
paseíllo, y punto.
... Hable de otras plazas,
Mariví. Plazas importantísimas han sido las del norte, la de Bilbao; la de
Pamplona, que tiene la vistosidad de los encierros... Allí aterrizó He-mingway
y ¡la vendió! Cosa que no han sabido hacer los de aquí, que son unos burros,
porque no se les puede llamar de otra manera. Sí, esa feria, donde realmente es
muy difícil ver los toros por la distracción que hay con las peñas, la vende un
americano. Imagínate si la Fiesta hubiera salido fuera de nuestras
fronteras...
Francia, verbigracia. Los
franceses nos dan cien mil vueltas. Si se mantiene la Fiesta aquí, en parte, es
debido a los franceses. Allí tienen sus normas y las llevan a rajatabla; el
torero que pega un petardo no vuelve, tampoco el ganadero.
Díganos ahora qué pagina
arrancaría del manual de Historia de la Tauromaquia.
La página
donde se viola a la Fiesta, se la maltrata y se la soborna. Esa es
la página nefasta para la Fiesta.
¿Cuándo está
fechada esa página?
... Uf, eso empezó un buen
día y ni siquiera tiene fecha de caducidad, sigue hasta ahora.
Del siglo XX, ¿con qué se
queda? Siempre con lo bueno.
¿Y qué es lo bueno para
Mariví Romero? En el siglo XX acontecieron
muchas cosas. En los años en los que yo estuve era un devenir de eventos... Pero para
responder a lo de ¿con qué me quedo?, pues diré que me quedo con un toro
altivo, vivo, que se crecía en el castigo, se avivaba en banderillas y en la
muleta arrastraba la muleta.
Y ese toro, ¿cuándo se
vio en los ruedos? En los 70, cuando Victorino empezaba a despuntar y sus
toros mordían, tenían casta, sangre de Albaserrada. El Paleto, que de paleto
no tenía un pelo, los supo moldear... Sin toro como pilar de la Fiesta no hay
espectáculo; sí, sí el toro desaparece, esto se acaba, porque ¿dónde va a
torear un torero?, ¿de salón? No.
El torero tiene que tener el
suficiente cono-j cimiento, la suficiente valentía y la suficiente entrega
para él mismo ir desarrollando enj cada muletazo una obra de arte que es úni-j
ca y no se vuelve a repetir, por efímera. Esa| es la verdad de la Fiesta.
¿Conseguir eso? Uy, eso es la casi perfección.
En su libro habla de cinco colosos:
Jo-selito, Belmente, Manolete, Eí Cordobés y José Tomás. ¿Por qué ellos?
Hombre, la Edad de Oro del Toreo es muy importante. Belmonte fue el
revolucionario; antes, el toreo era a base de piernas, y lo principal era el
caballo -el picador-, de ahí que hoy los picadores mantengan el privilegio de
seguir vistiendo el oro. Tras el caballo, lo relevante era la suerte suprema,
matar al toro. Pero Belmonte, que era un hombre bajito y sin demasiadas
facultades, se metió en el terreno del toro y se quedó quieto. El es que
empieza a torear de muñeca y de cintura. Joselito, que era esbelto,
guapo y gran conocedor del toro, muy técnico, tuvo que adaptarse. Y paradojas
del toreo es a éste a quien mata un toro.
... Otro coloso, Manolete. A él
le tocó una época difícil, de posguerra; una España de miseria, de hambre y
penurias. A pesar de todo, torea bastante; su toreo, vertical, muy en las cercanías y de mano baja, impacta.
Además, Cámara lo lleva muy bien. En México era todo un ídolo. Después llegaría
la tragedia, que lo convierte en todo un mártir.
¿Y sí Manolete no muere en ía
plaza?, ¿estaríamos hablando del mito? ¡Ahí está! Es muy posible que sí, porque
su impacto fue muy fuerte. Además, muchos toreros de las nuevas generaciones
tuvieron en él su espejo, el mismo Mondeño toreaba igual que Manolete.
Y después de
Manolete, ¿qué, o quién?
Pues después de Manolete
pasan 25 años sin que las masas se movilicen, hasta que aparece Manuel Benítez El Cordobés, el chico del
flequillo rubio, el robagallinas que no robó ni una...
¿Eí Pipo?
Sí, El Pipo, que vio el filón
y dijo: 'Éste es un diamante en bruto y lo voy a pulir yo'. Hasta que El
Cordobés se cansó de las cosas de El Pipo. El Cordobés fue un personaje muy cercano al pueblo. Aparece en los años 60, que
era la España de los planes quinquenales, de los tecnócratas, la del
plan Marshall, la del arranque de la economía y la llegada del turismo; las
boinas se cambiaron por sombreros; desapareció la alpargata, la gente empezó
a usar zapatos; apareció el Seiscientos cargado hasta arriba, con el que la
gente iba a veranear a Benidorm, la clase emergente, porque los ricos seguían
yendo a San Sebastián. Aquella era otra España, en la que el robaga~ (linas hace
gracia, además realiza un toreo muy
peculiar; se inventa lo del salto de la rana, boxea con los toros...
Y eso,¿porqué?,algunos dicen que por que no
sabía torear.
¡Pues sí sabía! Yo le vi, le
vi en Castellón, le vi torear con la mano izquierda y me di cuenta de que
sabía torear muy bien. ¿Qué pasaban Que cuando lo hacía así, la gente permanecía
callada en los tendidos y que cuando desplegaba su repertorio aquello se venía
abajo. El se percató de que tenía que torear para el pueblo, el pueblo que a él
le acogió cuando tenía hambre y pasaba
miserias. El Benítez era listo como un demonio. Tenía un reguero de
mujeres en las puertas de los hoteles, pero se casó con una mujer, Martina,
que no se metió para nada en su vida, que le dio cinco hijos, y que no se habló
más de ella... Los empresarios iban por donde él quería.
Los puso en fila, ¿no1?
Sí, sí. Les pidió un millón y se llevaron
las manos a la cabeza. AI final,
tragaron. A mí no me gustaba su forma de torear, pero fue único, por su
carisma, por su manera de llegar a los tendidos, sobre todo a los
espectadores, que no a los aficionados.
¿Los de sol estaban con él y
los de sombre en su contra1?
Sí. El
sol ha sido siempre el tendido del pueblo, del que menos nivel
adquisitivo ha tenido; la sombra, de los del clavel y el puro, los pudientes,
totalmente insufribles. Además, llegaban con la mujer cual florero. A mí me indignaba
ese machismo insoportable. Siempre he preferido a los del sol y, en Madrid, el
tendido del 7, que es verdad que muchas veces se pasaban, pero tenían
toda la razón del mundo.
Y después
de El Cordobés, ¿quién?
El Cordobés pasa, claro, pero
a su par había toreros importantes, muy importantes, como Camino, Puerta, El
Viti, Ordóñez... Todos se aprovecharon de aquel periodo de vacas gordas al
albur del cordobés y no se dieron cuenta de que cuando él se fuera no iba a dejar
afición. El Cordobés creó su historia, su toreo, pero en el momento en el que
él se fuera todo se desvanecería con él. Y así fue.
Y pasaron
otros 25 años.
Sí, y aparece José Tomás, el
torero de finales del siglo XX y
principios del XXI, otro que ha arrastrado masas. Es la rebeldía de los jóvenes, es
la democracia en España, es un torero que empieza con esa forma de torear
ama-noletada, que se lleva muchas volteretas... Su toreo es muy espectacular de
cara al público, porque es el toreo que provoca los '¡Ay!'; no los
'¡Ole!'. Pisa un sitio que te hace pasar miedo, pero que no es el sitio,
porque el sitio verdadero es el de las largas distancias, el sitio de
Antoñete.
¿Qué hace José Tomás? José
Tomás es tan liberal, tal rebelde, que sabiéndose querido por Madrid, la plaza
más importante del mundo, decidió reaparecer a su antojo. Si JT llega a ser
mucho más intenso y aguanta diez o doce temporadas revienta todo, Pero él
decidió descansar, como un guerrero cuando gana una batalla, que necesita
descansar para la siguiente.
¿Y volveremos a verle en otra? Sí. En el momento en que él quiera. Es
un torero muy raro, pero vital para la Fiesta. A partir de él, ya no hay más
colosos.
¿Piensa entonces que hay muchos "extras" en los ruedos? En
el toreo, desgraciadamente, no hay protagonistas, todos se apuntan a esos
extras que refieres. Es verdad que, por ejemplo, están El Juli, Manzanares,
Tala van te... pero no llegan a deslumhrar. El único que parece destacar algo
más es El Juli. Cuando salió no me gustaba, le encontraba demasiado adocenado,
demasiado impulsivo, sin cuidar su forma de torear, toreaba más con el empeño
de llegar a ser figura. Un día que le entrevisté le dije muy clarito que lo
que hacía con las banderillas lo hacía cualquier peón; tardó dos o tres
festejos en dejar de poner banderillas. Después se ha pulido mucho. Otro que
está ahí es Talavante, que bien podría ser el sustituto de José Tomás. Ahora
bien, lo que no se puede hacer son gestas sin gestos. No. Porque el resultado
es un fiasco.
¿Qué añora de su época del
diario Pueblo?
No añoro nada; lo hecho,
¡hecho está! El presente es el que es. El
futuro solo tiene un nombre: La
Fiesta del toro bravo, publicado por Ende, que ha sido la única
editorial que ha creído en mí.
Usted consiguió lo que nunca antes
una mujer había conseguido en el mundo del toro: ser respetada. ¿A
qué precio? El respeto mutuo. Jamás subí a la habitación de un torero,
jamás tuve amistad con los profesionales, cada uno estaba en su sitio, y si alguno
se sobrepasaba, cortaba por lo sano.
Lo mejor que le ha pasado en
el mundo del toro fue...
Poder contarte todo lo que te
acabo de contar. O sea, todo lo vivido.
¿Qué necesita la Fiesta para salir de donde está?
Volverla del revés, como calcetín.
Volverla del revés, como calcetín.
fUENTE .TAURODELTA
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