lunes, 3 de noviembre de 2014

Semana Taurina y Cultural “El Natural” - La Vall D’ Uixo

El Natural

Mañana comienza el XXX Ciclo-Taurino Cultural de la peña "El Espontáneo"

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De este lunes, día 3 al viernes día 7, se convocan a las 8,30 de la noche las cinco conferencias-coloquio que conforman el XXX Ciclo Taurino-Cultural de la peña "El Espontáneo" cuyos encuentros se situán en la Residencia Juvenil "Emperador Teodosio" de nuestra ciudad, sita en Paseo Conde Sepúlveda.
El ciclo se presenta con variantes en los conceptos y los temas taurinos, con un alto valor en el aspecto toro-torero, ya que intervienen un ganadero de bravo, un mayoral de ganadería y un matador de toros. Por otro lado, se pulsarán cuestiones de actualidad candente a través del presidente de la Real Federación Taurina de España y puntos de interés general por parte del escritor y comentarista taurino que cierra el ciclo.
Las conferencias comienzan el lunes, día 3 con Domingo González, mayoral de la ganadería de Baltasar Ibán, quién hablará cobre la ganadería titular y el encaste Conterras.
Martes, día 4, Eugenio de Mora, matador de toros, diestro que revalorizó su potestad torera esta pasada temporada con notables actuaciones en las once plazas que pisó con mayor relevancia en Las Ventas el 10 de agosto cortando una oreja con fuerte petición de la segunda y vuelta al ruedo en sendos toros de Guardiola Fantoni.
Miércoles, día 5, Francisco Galache, ganadero de bravo, heredero de una ganadería de gran prestigio que mantiene el encaste Urcola- Vega Villar con predicamento y dignidad.
Jueves, día 6, Mariano Aguirre, presidente de la Real Federación Taurina de España, hombre cabal y de enorme prestigio en las esferas nacionales y extranjeras. El tema muy concreto: La de toros ¡ Es cultura!.
Viernes, día 7, Enrique Amat, escritor de reconocida solvencia cultural y taurina, retorna a este ciclo por petición mayoritaria. Hablará sobre la cuestión "El toreo: un arte efímero". Presentador-Moderador: Pablo Pastor
La peña taurina "El Espontáneo" ha tenido que meditar mucho, echar cuentas y al fin decidirse por mantener este prestigioso ciclo que nació al amparo de unas bodas de plata de la entidad en 1985, cuando se tomó la arriesgada decisión de afrontar un comprometido reto y organizar un ciclo de conferencias con cinco días consecutivos de convocatorias. Fue un éxito partiendo desde el inicio con la intervención maestra y señera del primer conferenciante, el maestro Domingo Ortega. Fueron pasando los años, también los nuevos ciclos. Por el es estrado del saber decir y del saber tansmitir, desfilaron personajes de alto nivel intelectual, cultural y taurino.Citar a todos ellos sería prolijo y extenso en dimensión y espacio, pero con el debido respeto a todos ellos, nombrar por ejemplo a Rafael Campos de España, Matías Prast, Joselito, Roberto Domínguez, Manuel Molés, Angel Peralta, Antonio Pérez-Tabernero, Juan Mari Pérez-Tabernero, Victoriano del Río, Sánchez Arjona, Carlos Nuñez, Máximo Valverde, Jaime Ostos, Victorino Martín, Victor Mendes, David Mora, Juan Mora, Javier Valverde, Máximo García Padrós....
Tiene mérito el poder subsistir en tiempos tan precarios con las ayudas en rebajas y gracias. El esfuerzo se compensa únicamente con la asistencia de aficionados a las conferencias. Ahí si que hacemos un llamamiento para que se cumpla el requisito fundamental: que los mensajes de los ilustres componentes de las cinco conferencias lleguen a nuestro propio sentimiento.

http://www.eladelantado.com/

NUEVO OPUS DE TIERRAS TAURINAS - CASTA NAVARRA

Tierras Taurinas 

CASTA NAVARRA

En los montes de Vizcaia y en las faldas de los Pirineos, subsisten en libertad 400 cabezas de la raza más antigua europea. El Betizu, o “vaca arisca”, es el descendiente directo del uro, y como tal un vestigio del neolítico. De su seleccion surgio la casta navarra.
De la casta navarra surgieron a su vez en la Edad Media los primeros juegos taurinos, y de aquellos las bases del toreo acrobático de los matatoros vasco-navarros que popularizó Goya. Desde el siglo XIV fueron los primeros profesionales de a pié, tres siglos antes de que surgieran los de Sevilla y Ronda.
Seguir la huella de la casta Navarra y de sus matatoros, permite entender la riqueza de un arte que, antes de pulirse en Andalucía, existió cuatro siglos en el País Vasco, en su forma más ancestral. Una realidad histórica inapelable que, sin embargo, los ideólogos separatistas prefieren ocultar.

 LA OTRA CUNA DEL TOREO

Cuna de la casta Navarra, tan importante durante los siglos XVIII y XIX, cuna también del toreo a pie gracias a sus toreadores ventureros y matatoros, y cuna, por supuesto, de una de las mejores aficiones del mundo, el País Vasco y Navarra dan para mucho más que un solo opus. Por ello, habrá que regresar a las tierras de las Bardenas y la Rivera del Ebro. No obstante, para empezar, era necesario, a través del presente trabajo, contar la evolución que ha experimentado la Fiesta en estos territorios con el fin de entender su idiosincrasia. La afición vasca no se parece a la de la marisma, la de Extremadura o la de Ciudad Rodrigo. Quizá guarda más parecido con la francesa, y también esto se explica aquí. No olvidemos que Vascones y Gascones formaron parte de un mismo pueblo, unido en un único reino, y que ambas regiones pertenecieron a la cultura franco-cantábrica. De este pasado lejano, algo queda, incluso si el tiempo y una frontera administrativa las separó, a pesar de la polémica.
Cuando cayó el Imperio Romano y fueron derrumbados los 200 coliseos donde los taurarii combatían para complacer a la plebe, el toro volvió a su destino primigenio como presa en las dehesas. En toda la Península, los campesinos cazaban a aquellos astados que no conseguían domesticar. También eran perseguidos por los caballeros. No en vano, desde el siglo X, a medida que la Reconquista ganaba terreno, esta “caza caballeresca” se apoderó de los territorios nuevamente cristianizados. Desde el campo, el toro entró de forma oficial en las ciudades para participar en los torneos que festejaban grandes acontecimientos políticos o religiosos. No obstante, también entró de un modo más fortuito y frecuente, cuando había que conducirlo al matadero para abastecer a la población de carne. Bautizos y bodas reales, además de la celebración de algunos Santos, constituían una ocasión idílica para que la nobleza luciera su valor y destreza, alanceando al toro en plaza cerrada. Aunque la Iglesia no simpatizaba con esta clase de divertimientos a causa de los desórdenes que ocasionaban en el pueblo, no pudo más que acatar. Sin embargo, no aceptó los altercados que se producían cuando los toros eran llevados al matadero, ocasión que el pueblo aprovechaba para soltar algunos astados y jugar con ellos por las calles. Desde el siglo XI, la fiesta taurina se dividió en dos: la de la nobleza, autorizada y alabada; y la del populacho, que se intentó limitar. La lanzada a caballo, ejecutada por un caballero, simbolizaba el valor de la clase alta y su pundonor, mientras que la del populacho, que agredía al toro a palazos, garrochazos o cuchillazos, desembocaba en escenas de desorden que no podían consentirse. Ver al animal acribillado de forma traicionera era lo de menos. Lo que escondía este espectáculo -y de ahí su peligro- era que cualquiera podía sentirse autorizado a saltarse las reglas, alzándose por encima de su condición humilde gracias a esta gloria efímera que el coraje le brindaba.