miércoles, 23 de junio de 2010

La línea mágica de la calle de Alcalá

Una línea mágica, recta casi perfecta, resume la historia de los toros en Madrid, que es la historia misma de la fiesta. El desarrollo de la cañada –que será después carretera y ahora calle de Alcalá–ha ido compañando la evolución de la fiesta de los toros desde las celebraciones reales, realizadas con gran pompa en la Plaza Mayor, hasta la feria del 75 aniversario de Las Ventas. Incluso de creer a Goya y a Leandro Fernández de Moratín, en la vega del Manzanares y en la misma explanada donde ahora está la Plaza de Oriente, los musulmanes que dieron origen a Madrid convirtiéndola en plaza fuerte del Califato, se complacían en alancear toros.

Texto: Andrés de Miguel

Fotos: Archivo Espasa Calpe

Como es bien sabido, el crecimiento de Madrid se produce en círculos cada vez mayores pero que mantienen un lado fijo que no es otro que la línea del Manzanares o por mejor decir de los acantilados, si la palabra no parece excesiva, que se yerguen sobre la ribera izquierda del vilipendiado río. Sobre la cima del más enriscado se aprovechó para construir el castillo con su primitiva muralla árabe y sobre el mismo espacio se edificaron el posterior Alcázar de los Austrias y el actual Palacio Real de los Borbones. Manteniendo este punto fijo, Madrid va creciendo hacia el este y construye su Plaza Mayor junto a la primitiva Puerta de Guadalajara, camino de Alcalá. Aquí se suceden las fiestas reales que la Condesa d’Aulnoy relata en el siglo XVII de una manera florida y pintoresca, fijándolas en la imaginación europea colectiva como la seña de identidad española, como aquello que todo buen viajero debe conocer.
La Plaza Mayor, lugar de fiestas y mercados, cadalso abierto al público, centro de una ciudad en permanente y desordenado crecimiento, no puede acoger la costumbre cada vez más extendida de celebrar con una fiesta de toros cualquier acontecimiento local, político o religioso. En Madrid se celebran corridas de toros en todas las plazas públicas con el pretexto de conseguir fondos para la asistencia pública a los necesitados o para levantar una iglesia a un santo que ha procedido a hacer un milagro con el que adornan los madrileños de la época su esperanza en una vida mejor de la que llevan.
 La multiplicación de fiestas produce una pequeña industria, los toros vendidos para corridas están mucho mejor pagados que los explotados para labor y carne, los toreros más imaginativos y valientes actúan más veces que los demás, las corridas de toros se revelan como una fuente de ingresos sustanciosa para sufragar los gastos de hospitales, que el erario público dedicado a financiar guerras y funcionarios no puede ni plantearse. Esta conjunción entre la necesidad de ingresos para la beneficencia y el negocio que supone para toreros y ganaderos, unido al aumento de madrileños con tiempo y dinero para gastar, ayuda a la consolidación de las corridas de toros como espectáculo para el cual ya no bastan las plazas públicas y para el que hay que construir un recinto propio.
La modesta línea que iba de la Plaza de Oriente a la Puerta de Guadalajara se amplía hasta unos terrenos próximos a la Puerta de Alcalá, frente al Retiro, extramuros de la ciudad a mediados del siglo XVIII, donde en 1754 se inaugura la plaza de toros que Fernando VI donará a la Junta de Hospitales de la capital.
Esta plaza de tosca fábrica de mampostería revestida, junto al camino de Alcalá, va a permitir separar las corridas de toros de los espectáculos cortesanos, va a independizar las corridas de toros de las fiestas reales.
 Aquí la fiesta recorrerá todo el arco de espectáculos con toros, desde las mojigangas, especie de toreo bufo con profusión de actores y decorados, hasta las peleas de los toros con diferentes animales que el organizador de turno encontraba, quién sabe donde, como leones, tigres y hasta elefantes. Pero todos ellos fueron barridos por la corrida de toros, por la fiesta que Pedro Romero y Pepe-Hillo depurarán de los juegos y quiebros populares y que Paquiro organizará como un espectáculo singular, urbano y bello. Aparecerán los primeros periódicos taurinos, los primeros aficionados y las primeras compilaciones de conocimientos e historia de la fiesta. También aparecerá el primer aficionado integrista, el ilustre José Sánchez de Neira autor de El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico, quién proclamará “desde que se retiró Paquiro, no se ha vuelto a ver lidiar toros con la edad, el peso y la fuerza que tenían cuando él toreaba” inaugurando así una gran tradición de nostálgicos que harán furor entre la saga de aficionados integristas que se prolonga a través de toda la historia de los toros.
Madrid sigue creciendo y la Plaza de la puerta de Alcalá cae en los terrenos que formarán parte del barrio de Salamanca, por lo que será demolida y sustituida por otra junto a lo que entonces se llamaba la carretera de Aragón que no es otra que la calle de Alcalá, por donde sigue trazándose la línea mágica de la tauromaquia. Tengo para mí que esta plaza llamada nueva por sus contemporáneos y vieja en la terminología actual, lo cual produce más de un equívoco, es el gran templo de la fiesta de toros. Aquí se sustanció la competencia entre Lagartijo y Frascuelo, verdadero momento fundacional de la corrida de toros moderna, aquí la fiesta se constituye en espectáculo definitivamente moderno, dirigido al público urbano que busca un entretenimiento para su tiempo de ocio y que lo encontrará en la corrida despojada de las adherencias cortesanas, separada definitivamente de los juegos rurales seleccionada la bravura del toro, depurada la técnica de torear. La plaza de la carretera de Aragón despedirá a Guerrita, quién dejará, otra más entre sus muchas sentencias, una frase para la historia: “En Madrid que toree San Isidro”, que muchos después de él han pensado aunque sin repetirlo en voz alta. Gallito saldrá llevado por los aficionados a la sillita de la reina por su puerta grande el día de los 7 toros de Martínez y Belmonte realizará allí las grandes faenas de su primera época entre ellas la del Montepío, que obligó a puntualizar a Joselito ante Clarito: “Esa será la faena más grande del toreo, pero ¡el mejor torero soy yo!”. La primera faena moderna consistente en 16 pases naturales y de pecho en series ligadas con la mano izquierda, haciendo girar alrededor de Chicuelo, colocado en el centro del ruedo, al toro Corchaíto, se vio en los tendidos de la plaza de fabrica de ladrillo de estilo neomudéjar que ocupaba el lugar donde hoy se levanta el Palacio de los Deportes. No hay peor cosa que ser nostálgico de aquello que no se ha vivido, así que vamos a dejar la plaza de la carretera de Aragón para seguir esta línea mágica del toreo hasta su última parada, por ahora, que noGrandioso sueño de Joselito, en su afán de modernizar la Fiesta de los Toros, capaz de acoger a grandes públicos y de proporcionar el sustento económico y mediático, que sólo es posible aumentando la escala de una fiesta que recorriendo todo el siglo XIX, llegó a su plenitud en los primeros decenios del XX.

PLAZA DE LAS VENTAS
Las Ventas ha recogido toda la historia  moderna del toreo, no se la voy a describir, no han tenido más que abrir los ojos para verla bien. Cada uno habrá visto en ella lo que quiera y sepa: toros bravos o mansos,
toreros épicos, artistas, valientes o mediáticos, público apasionado, entendido, intransigente o cruel, bellos espectáculos o aburridas corridas, largos abonos o corridas de verano. Usted sabrá. Las Ventas es el punto y seguido de la línea mágica que viene desde la Plaza Mayor, donde llegó subiendo desde que los hombres empezaron a jugar con los toros en las proximidades del Manzanares y sigue desplazándose, acompasando al crecimiento de Madrid la evolución de la fiesta de los toros, a lo largo del camino de Alcalá, llevándonos en un mágico viaje al oriente, al este, al lugar de donde viene la cultura y la fiesta, al sitio donde nace el sol.
es sino la Plaza Monumental de Las Ventas.

Breve cronología:


  • La Plaza Mayor se inauguró con una función real de toros en el año 1618 y continuaron dándose corridas hasta 1846.
  • La plaza de la Puerta de Alcalá se inauguró en 1754 y se derribó en 1874, con la apertura de la plaza de la carretera de Aragón que estuvo en funcionamiento hasta 1934.
  • En 1931 se inauguró la Plaza Monumental de Las Ventas que empezó su uso regular la temporada de 1935.
  • No está documentada la existencia de funciones de toros en los terrenos aledaños


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