martes, 4 de enero de 2011

EL TORO EN LA RELIGIÓN

 Las más antiguas noticias que tenemos de celebraciones de fiestas relacionadas con toros acreditan que se organizaban para júbilos y regocijos: reuniones de cortes, festejos de bodas y nacimientos de príncipes, fiestas de santos patronos, concurrencias de gentes por ferias, etc... eran las excusas para llevar a cabo sus celebraciones.
Las fiestas taurinas celebradas con algún motivo religioso se generalizan en la Baja Edad Media y a principios del siglo XVI. Ante alguna calamidad pública, peste, guerra, etc. las gentes ofrecían a l divinidad por intercesión de los santos una celebración anual, determinado día cada año, un festejo taurino que organizaba y pagaba el Concejo. No se trataba, aunque estuviera implícito, de una diversión o una fiesta, sino de una promesa religiosa a cuyo cumplimiento se obligaba la colectividad por intermedio de sus regidores. Para ellos, tal ofrenda debía agradar al santo a quien se dedicaba y es este hecho el de mayor interés para medir lo profundo que desaparecidos ritos religiosos primitivos habían calado en los españoles.
En el fondo se trataba del sacrificio de un toro en honor de una fuerza sobrenatural a la que se pretendía tener propicia con tal inmolación. Interpretación más inmediata a lo que sin duda pensaban los que ofrecían tal sacrificio podía ser la de que la alegría, el regocijo y las fiestas con toros, la famosa agitatio taurorum, complacía y agradaba a los santos a quienes se dedicaba y por ello no era una ofrenda de sangre, sino de júbilo y renovado agradecimiento lo que presentaban. Podrían celebrarse las fiestas religiosas con regocijos de toros pero no podía darse pretexto para pensar que subsistía una práctica pagana. Las demás celebraciones, aunque tuvieran un carácter religioso y se verificaran bajo la advocación de algún santo o festividad, tenían solamente el carácter de regocijo público en fecha señalada.
Ritos en que el toro interviniera han podido tener similares interpretaciones que las fiestas de toro religiosas. En Arnedo (Rioja), por ejemplo, el 25 de abril, San Marcos, se juega al toro tras haberse celebrado la misa, corriendo en primer lugar el sacerdote oficiante y seguidamente las autoridades y personas importantes asistentes al acto.
En Pina, Zaragoza, a finales del siglo XIX, todavía se abría la marcha de la procesión de San Juan Bautista un gayumbo (toro) con el desorden y riesgo que había de prevenir y evitar dando suelta o sujetando al toro que iba enmaromado.
En Oviedo, en el Convento de San Francisco, el día de difuntos se llevaba una vaca al sepulcro de los duques de Valdecarnaza.
En Brozas destaca el celebérrimo rito del toro de San Marcos con sus asistencia a los oficios divinos, depuesta su fiereza y dócil a pesar de su bravura. Todas estas costumbres apuntan a un origen religioso. El paso del tiempo ha borrado su significado religioso más directo permaneciendo misteriosos ritos y costumbres perdidas.
Ritos más extendidos por el Mediterráneo son los taurobolios, culto a Cibeles, la Magna Mater Deorum de los romanos. La práctica del ritual estaba incorporada a la liturgia desde fines del siglo II al menos. Consistía en una pretendida purificación que luego tuvo un sentido místico más elevado, en la que el iniciado recibía la sangre de un toro inmolado sobre él, a través de un enrejillado que cubría el hoyo al que descendía para tal ceremonia.
Lápidas y otros vestigios materiales de este rito en España muestran su existencia en la Península. La fiesta más persistente es la Fiesta del Caldero, celebrada en Soria a finales de junio. La ciudad se divide en barrios, cada uno con su cofradía, que en estas fiestas tienen la obligación de proporcionar un toro para ser lidiado y muerto en la plaza de toros. Rivalizan entre sí las cofradías para presentar un toro de mayor tamaño y peso. El toro es muerto y desollado para subastarse su carne al día siguiente. Se hace una procesión ante la ermita en que se celebra una misa y sus oficiantes llevan las calderas con la carne del toro guisada. después, se reparte entre los asistentes.

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