Vaya por delante que hoy, la emoción como "escarbatripas" que corta la respiración, no ha acudido; a lo sumo se ha presentado ese siroco silencioso que hace que el aficionado ocasional (muy numeroso por nuestro venteño coso) jalee como invocando a superhéroes (sin poderes) y prefiriendo las cosas en almíbar antes que las faenas con picante. Esa contumaz insistencia en participar de algo que luego puedas contar, esa Puerta Grande que mengua en tardes como la de hoy, que se hace más chica cuanto más la pedimos.
Imposible ameritar una corrida, una faena, una tanda, un pase de lo visto hoy (me inclino ante Jesús Arruga y sus rehiletes, lo más honestamente torero de esta tarde) cuando el toro bravo no es protagonista. Sí, bravo. Porque nunca sabremos si los peñajaras lo eran, al menos esta tarde.
Nobles, sin derrotes, confortables para trastear, obedientes hasta decir basta, sin peligro ( sólo el 4º queriendo aterrizar en el callejón), sin nota en el caballo ( tercio imprescindible, mal que nos pese, ya no sólo para probar la bravura del burel, si no para ahormar maneras y resabios). Como salvable el segundo de la tarde, al que César Jiménez le ha realizado una más que aseada faena. Hoy, una vez más, parecía eso la consulta del practicante: pinchacito y ya te avisamos nosotros para que vuelvas.
Sin toro no hay fiesta. Por mucho que aplauda la gente. Por mucho que mañana queramos contarlo. Lo de hoy es remar para morir en la orilla. Si ya es dudoso pensar que lo de Talavante o Josemari es para abrir la Puerta Grande (siendo faena de dos orejas las suyas) cómo se puede jerarquizar las dos orejas de César Jiménez con los mismos galones?
El tres es el número mágico: 3 entradas al caballo y 3 orejas para abrir Puerta Grande. Ni siquiera en eso podemos decir que somos la primera plaza del mundo. Incomprensible. Y doliente.
De los toreros, pasapalabra. César Jiménez ha aprovechado que todo ha venido rodado desde las verónicas de su primero, ahí ya se han oído aplausos, todo en impostura y teatrillo, similar repertorio de poses y auto-vítores que el usado por Bisbal en OT, aperturas de piernas a lo "Flashdance" y todo eso que mola a los que vienen a los toros un día y que quieren pasárselo bien, sin entrar en verdades o mentiras. A mí esta Puerta Grande de saldo, mentirosa, no me vale. Y gracias a Dios, tampoco a muchos más que saben que si no mandas las posturas no valen nada, y que si el toro no es bravo lo único que estás haciendo es el ridículo.
De Eugenio de Mora, desgraciadamente, sólo puedo apuntar que no me ha gustado un detalle suyo en el cuarto: no ha parado de jactarse y de contarle a todo el que ha querido oírle lo de su percance en la mano, como justificando que no ha podido hacer más por su aparatosa lesión (un tal Jiménez Fortes mató el otro día un Flor de Jara en esta misma plaza con una cornada de 20 centímetros en el muslo).
Y de Javier Cortés prefiero no opinar. Tengo un gran recuerdo de él como novillero, me gustaría seguir conservándolo. Es difícil, con su físico y sus hechuras, pasar de cabeza de ratón entre los canteranos a cola de león entre los mayores.
Mañana Palha; pasado Cuadri. Sigo pensando que no todo es toreo moderno. Somos muchos. No podemos estar todos equivocados, aunque mañana no tengamos a quién contárselo.
Nobles, sin derrotes, confortables para trastear, obedientes hasta decir basta, sin peligro ( sólo el 4º queriendo aterrizar en el callejón), sin nota en el caballo ( tercio imprescindible, mal que nos pese, ya no sólo para probar la bravura del burel, si no para ahormar maneras y resabios). Como salvable el segundo de la tarde, al que César Jiménez le ha realizado una más que aseada faena. Hoy, una vez más, parecía eso la consulta del practicante: pinchacito y ya te avisamos nosotros para que vuelvas.
Sin toro no hay fiesta. Por mucho que aplauda la gente. Por mucho que mañana queramos contarlo. Lo de hoy es remar para morir en la orilla. Si ya es dudoso pensar que lo de Talavante o Josemari es para abrir la Puerta Grande (siendo faena de dos orejas las suyas) cómo se puede jerarquizar las dos orejas de César Jiménez con los mismos galones?
El tres es el número mágico: 3 entradas al caballo y 3 orejas para abrir Puerta Grande. Ni siquiera en eso podemos decir que somos la primera plaza del mundo. Incomprensible. Y doliente.
De los toreros, pasapalabra. César Jiménez ha aprovechado que todo ha venido rodado desde las verónicas de su primero, ahí ya se han oído aplausos, todo en impostura y teatrillo, similar repertorio de poses y auto-vítores que el usado por Bisbal en OT, aperturas de piernas a lo "Flashdance" y todo eso que mola a los que vienen a los toros un día y que quieren pasárselo bien, sin entrar en verdades o mentiras. A mí esta Puerta Grande de saldo, mentirosa, no me vale. Y gracias a Dios, tampoco a muchos más que saben que si no mandas las posturas no valen nada, y que si el toro no es bravo lo único que estás haciendo es el ridículo.
De Eugenio de Mora, desgraciadamente, sólo puedo apuntar que no me ha gustado un detalle suyo en el cuarto: no ha parado de jactarse y de contarle a todo el que ha querido oírle lo de su percance en la mano, como justificando que no ha podido hacer más por su aparatosa lesión (un tal Jiménez Fortes mató el otro día un Flor de Jara en esta misma plaza con una cornada de 20 centímetros en el muslo).
Y de Javier Cortés prefiero no opinar. Tengo un gran recuerdo de él como novillero, me gustaría seguir conservándolo. Es difícil, con su físico y sus hechuras, pasar de cabeza de ratón entre los canteranos a cola de león entre los mayores.
Mañana Palha; pasado Cuadri. Sigo pensando que no todo es toreo moderno. Somos muchos. No podemos estar todos equivocados, aunque mañana no tengamos a quién contárselo.