Hay tantas actividades en la profesión taurina y tantas personas que se dedican a engrandecer, apoyar y servir a la misma que el aspecto da más de sí que cualquier otra. Aquí traemos hoy la del alguacilillo y correllaves en las corridas de toros.
Aunque en principio eran varios los agentes de la autoridad encargados de despejar el ruedo y dejarlo expedito de espectadores antes de empezar la corrida de toros, la costumbre ha dejado a dos en la mayoría de los casos y a uno en otros festejos de menor categoría dispuestos a encabezar el cortejo de lidiadores abriendo el paseíllo siempre lucido y colorista. Lo cierto es que el alguacil de los toros, agente ejecutivo de la presidencia, arreaba con el vergajo a los remisos a cumplir con la orden de despejo para que los diestros profesionales salieran al albero a realizar sus faenas.
Una de las primeras ilustraciones donde se recogen a estos alguaciles es en el dibujo número 4 de Enmanuel Witz, un pintor suizo que vivió muchos años en España y que fue un gran aficionado a las corridas de toros, pintando en tinta china y aguadas algunos de los momentos espectaculares e irrepetibles en los lances de tauromaquia. En él aparecen los dos alguaciles a quienes acompañan tres hombres, uno el pregonero, otro de ellos con un azote para arrear los zurriagazos a quien lo mereciera y el tercero conduciendo un burro del ramal, porque “quien promoviera broncas o hiriese al toro lanzándole arma blanca, sería atado al asno y dado de latigazos“.
Hoy como la reglamentación está perfectamente clara, conocida y es respetada, el alguacillo, a caballo, sigue abriendo el paseíllo de diestros toreros y es quien se encarga de entregar los trofeos logrados al matador, como se recoge en la instantánea.
El retratado, joven casi imberbe, pero pleno de afición, perfectamente compuesto y vestido con traje de terciopelo o pana negro, capa, golilla, botas altas y sombrero de plumas con los colores de la bandera de España lleva en su mano derecha el premio de la oreja obtenido por el diestro para hacérsela entrega.
Algunos lugares hablan del correllaves, denominando al personaje que recibe la llave de los toriles, lanzada por el Presidente de la corrida, y se la hace entrega al torilero para que pueda abrir el portón de los sustos.
Quisiera destacar aquí la extraordinaria afición de muchos empresarios que conocen perfectamente la importancia de la liturgia en las corridas de toros y dan la medida de perfección de la misma, dotándola de todos los adobos y aditamentos precisos. Y así, pese a que en más de una ocasión estos personajes de los alguacilillos, entrañables y de viejos tiempos, sean sustituidos por otros que poco o nada tienen que ver con su significado, bueno es saber que en Castilla y León aún pervive su figura con atavíos y aderezos como tiene que ser, porque ellos son también cuidadores custodios de los festejos taurinos de ayer y de hoy.
Foto: José Fermín Rodríguez.
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