Andrés Vázquez, el niño que soñó con emular a Juan Belmonte durante sus duros comienzos en las plazas de carros y capeas de su Castilla natal, se vestirá de corto el 25 de julio en Zamora para celebrar, ante un novillo de Victorino Martín, sus ochenta años de vida y cincuenta de alternativa.
La legendaria divisa de los antiguos Albaserrada y el temple recio del matador de Villalpando se reencontrarán para recordar la fructífera relación que ambos sostuvieron en la década de los setenta, esta vez dentro de un festival donde Vázquez volverá a sentirse torero a pesar de la edad, porque, en su opinión, se trata de "un arte que se lleva muy dentro, es algo muy especial".
¿Quién catapultó a quién: Andrés Vázquez a Victorino o al revés? Es una pregunta que el veterano matador y el criador, de común acuerdo, han preferido siempre someter al juicio del aficionado, aunque "el importante fue un toro que entonces nadie quería ver, nadie quería ponerse delante, pero que yo tenía muy bien estudiado".
"Que yo recuerde, no se sabe que un toro de Victorino haya pegado cornadas muy graves. Es un animal muy difícil de entender, que necesita mucha paciencia para convencerle sin prisas. Hay que hablarle, sentirle y cuando te diga que no quiere embestir más, dejarle y entrar a matar", ha precisado.
Un "bajoncillo" profesional que atravesaba Andrés Vázquez durante la temporada de 1969 propició el histórico encuentro entre "Baratero", de Victorino Martín, y el diestro de Villalpando durante una corrida veraniega, "uno de los toros más bravos que ha pisado Las Ventas y que a mí me salvó la vida" entonces, ha reconocido.
Se abrió así una nueva etapa en su trayectoria profesional que había comenzado el 19 de mayo de 1962 con la alternativa en la Feria de San Isidro, de manos de Gregorio Sánchez y a los 29 años.
"Era un perfecto desconocido porque no quería que me hicieran publicidad; quería dar la sorpresa y si no estaba bien, volverme a Villalpando", ha recordado.
En este municipio zamorano, de tradición cerealista y gran afición a los toros, reside ahora el cuarto matador de la historia que más veces ha cruzado el umbral de la Puerta Grande de Las Ventas, por detrás de Santiago Martín "El Viti", Paco Camino y Antonio Bienvenida, y que lució en los carteles, como novillero, los sobrenombres de "El Nono" y "El Niño de Villalpando".
Allí prepara su puntual y testimonial regreso a los ruedos con sesiones de gimnasio en el polideportivo local y carrera continua de varios kilómetros, con la misma ilusión que a los catorce años dijo a su padre que se iba a Madrid, en 1950, a la escuela taurina que dirigía Saleri II en la vieja plaza de Vista Alegre.
Julián Sainz "Saleri II" (1891-1958) "fue un hombre muy especial, un fanático de Juan Belmonte, con el que había toreado mucho, y nos inculcó esa experiencia tan extraordinaria al lado de un genio que ha sido el inventor del toreo moderno", ha recordado Andrés Vázquez, hijo de unos modestos pero asentados labriegos y ganaderos.
"Nos enseñó el toreo clásico de Belmonte y sus clases me permitieron una reserva importante que guardé para las plazas buenas, para los toros que no estuvieran toreados como los que nos soltaban en las capeas de Zamora, Guadalajara y Madrid", ha evocado.
Dice que fue el primer matador que cobró un millón de las antiguas pesetas, en 1963, por anunciarse ante una de Miura que, junto a Pablo Romero y Victorino Martín, fueron inseparables compañeras de viaje durante su trayectoria, salpicada de fugaces reapariciones (al menos en 1979, 1985 y 2000) tras cortarse la coleta en Madrid el 22 de septiembre de 1974.
"Todo lo que soy me lo ha dado el toreo. Me arruiné con los negocios de la construcción pero vivo feliz cerca de mi hija y mis dos nietos, con una pensión de la Seguridad Social que me he ganado cotizando durante muchos años", ha reflexionado.
Por unas horas, el día de su 80 cumpleaños, se vestirá de corto durante un festival que coordina el diestro burgalés y actor Luis Miguel Calvo, uno de tantos matadores que Andrés Vázquez instruyó durante su etapa como profesor de la Escuela Taurina "Marcial Lalanda", en Madrid, y entre los que recuerda a Julián Maestro, Lucio Sandín, Yiyo, Joselito, El Fundi y Carretero.
"Lo primero que les enseñaba, casi antes que a coger los trastos, era entrar a matar", ha concluido quien también fue comentarista televisivo en Telemadrid durante los años noventa.
Roberto Jiménez.
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