Francisco García Martín “Curro Rivero”, ha inventado una puya que cambia el concepto respecto a la suerte de varas.
La nueva puya incorpora un mecanismo que retrae la punta dentro de la parte de las cuerdas cuando la cruceta topa con el cuerpo del toro.
La puya que siempre ha estado en el punto de mira de el mundo taurino, ya sea el público, las autoridades, los ganaderos, los toreros, subalternos… ha sufrido varias modificaciones a lo largo de la historia, y por lo tanto no está exenta de seguir evolucionando para adaptarse a las exigencias que vaya imponiendo cada época.
Todas las modificaciones han ido encaminadas a reducir o ampliar sus dimensiones, o al sistema de tope para evitar que se introdujera más de lo permitido.
Todas ellas que en muchos casos han oscilado en cantidades milimétricas, más veces ha perjudicado la ejecución de la suerte por parte del picador que beneficiado realmente al toro.
El reducir unos milímetros la longitud de la puya, no supone una gran ventaja para el toro, y si un perjuicio para el picador, ya que a la hora de realizar la suerte, el picador se encuentra con una herramienta que por sus dimensiones expone la cruceta antes de lo deseado, con lo que las probabilidades de marrar aumentan, y por el contrario, una vez el puyazo esta consumado, la punta que está dentro del animal daña todo lo que encuentra a su paso en cada uno de los movimientos que efectúa.
Se puede leer en el Cossio en el apartado que describe la puya de picar, que un aficionado envió un comunicado a las autoridades quejándose de que los trucajes que se efectuaban sobre el limoncillo de la puya rebajándolo, provocaban que una de pincho menor trucada, produjera mayor daño que una con el pincho mayor sin trucar.
Comparto totalmente la opinión de aquel hombre que ya hacia sus apreciaciones sobre algo que aparenta una cosa pero que en realidad es todo lo contrario.
Por eso considero que una puya de 10 cm. de longitud cuyo filo se introduce dentro de la parte de las cuerdas cuando han entrado hasta la cruceta, hace muchísimo menos daño al toro que otra de 6 cm. cuyo filo queda fijo y siempre expuesto, y por tanto cortando y provocando una nueva trayectoria en cada movimiento.
Es mi opinión, que por supuesto no pretende sentar cátedra, pero también se cansa uno de escuchar opiniones que no comparte y por eso me siento con el derecho a opinar. Tal es el caso de la colocación del puyazo, que muchos consideran debe ser en lo alto del morrillo, claro, eso se dice cuando uno no ha sido picador, pues a ningún picador se le ocurre poner el puyazo, salvo error, en una zona que se mueve continuamente cada vez que el toro sube o baja la cabeza, mira hacia un lado o hacia otro, de ahí que cuando queremos poner el puyazo en todo lo alto apuntemos siempre al hoyo de las agujas, aunque claro, los “puyazos en la yema” no se dan siempre. Tenemos un toro que se mueve, un caballo que se mueve, un palo que tiembla y el picador que a veces también tiembla con el palo.
El toro bravo, ese de embestida pronta, en rectitud, con la verdad por delante, ese que deja todas sus fuerzas por defender su vida, que posibilita las mas grandes faenas de la historia, que hace disfrutar al público, al torero, sentirse orgulloso al ganadero y cuyo comportamiento engrandece la fiesta en todos sus sentidos, ese toro, se lleva como premio en el caballo un mayor castigo, mayor destrozo en su anatomía, que sumado al desgaste físico que supone su pelea con el pesado caballo, aun da opciones para triunfar y con él triunfe la fiesta de los toros.
En cambio el toro manso, ese que viene al caballo de cualquier manera y desde cualquier sitio, si viene, y que cuando más, topa, y al sentirse el más leve pinchazo, pega dos patadas y se va, además sin picar. Ese que tal vez es el que más castigo necesita, pues no presenta pelea ante el caballo, no desgasta su fuerza que la guarda para pedirle cuentas a todos los que vengan detrás, y embistiendo de la peor manera y arreando para todas las querencias, a ese toro, injustamente, se le produce un daño muchísimo menor que al que mencionábamos anteriormente.
Esta claro que este toro se va a quedar sin picar de todas las maneras, y por eso se impone equilibrar la suerte de varas, para que el toro manso se siga llevando el castigo que se pueda llevar como ha ocurrido hasta ahora, pero que al TORO BRAVOse le de la oportunidad de llegar a los tercios siguientes con suficiente integridad, como para que resulten vistosos y todos podamos disfrutar viendo torear a un toro con movilidad, y si se diera el caso recibiera el indulto, no sea tarea casi imposible para los veterinarios conservarlo con vida.
Los picadores: es una profesión que conozco desde dentro, y de antemano se que somos muy reacios a las innovaciones, pero bueno, tiempo al tiempo, y la historia nos ha demostrado que no todas han sido malas ni perjudiciales para nuestros intereses. Como por ejemplo la introducción del peto, la puya de cruceta respecto de la de arandela o la de limoncillo, el caballo percherón con respecto a los de raza española…
Al principio hay detractores y partidarios, y con la práctica la balanza se inclina hacia un lado u otro.
Considero que habiendo buen caballo y buena doma, la puya no es en si un factor determinante en la práctica de la suerte, y que luce más una suerte de varas con dos o tres puyazos que con uno solo en el que se aplica un daño desmesurado al toro.
Lo que si quiero dejar claro, que jamás pretenderé perjudicar de ningún modo a los profesionales que tienen que ponerse delante del toro, sino todo lo contrario, contribuir en la medida de mis posibilidades con una humilde aportación para que La Fiesta vuelva a retomar su importancia y que vuelva a despertar el interés del público que tiene que asistir a las corridas de toros, ya que ellos son la base sobre la que se tiene que construir todo lo demás, si no hay público, el espectáculo carece de sentido.
Correo recibido.
lunes, 19 de marzo de 2012
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