domingo, 4 de marzo de 2012

PATRIMONIO CULTURAL DE LA TAUROMAQUIA I

PLAZAS  TOROS



Plaza de toros
Una plaza de toros es el recinto en el que se celebran las corridas de toros. Las primeras construcciones para uso exclusivo taurino aparecieron en el siglo XVIII. La ilustración muestra la plaza Monumental de las Ventas de Madrid, inaugurada en 1931. Con algunas pequeñas variaciones, todas las plazas de toros de fábrica tienen la misma disposición y dependencias.
HISTORIA Y ARQUITECTURA

En los tiempos del toreo caballeresco y su primera difusión popular, las corridas se celebraban bien en las mismas calles, o bien en pequeñas plazas públicas, cerradas con carros, tablados o talanqueras.
Más tarde, la nueva urbanística de las ciudades incluyó la construcción de plazas ex profeso, de amplio perímetro y superficie, rodeadas de balconadas desde las que asistir al festejo, como la plaza Mayor de Madrid, diseñada por Gómez de Mora, arquitecto del rey Felipe III, en 1617.
Cuando se impuso el toreo profesional, se inició también la construcción de plazas de fábrica, de uso exclusivo taurino. Así, y también en Madrid, la luego llamada Plaza Vieja, de la Puerta de Alcalá —levantada donde estuvo, desde 1743, una anterior, cuadrada, de madera—, donación en 1754 de Fernando VI a la Real Junta de Hospitales. A ésta la siguieron la Real Maestranza de Sevilla, en 1761; la plaza de Zaragoza de 1764 (obra de Pignatelli); la de Ronda, en 1785, y la de Aranjuez, de 1796. La plaza de toros de Barcelona es de 1834. El siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, fue abundante en la construcción de plazas por la geografía nacional.
Aunque su primer modelo arquitectónico fueron los circos y coliseos romanos, a imagen de los todavía conservados de Nimes y Arlés, en el sur de Francia, el primer estilo propio de las plazas se corresponde con el gusto de la época, predominando el neoclásico —así la plaza de Valencia, de 1859—, y después el neomudéjar. En las primeras décadas del siglo XX se alzaron las plazas monumentales, con aforos que superaban los 15.000 espectadores. En la construcción de algunas de ellas intervinieron los propios toreros: Joselito contribuyó al proyecto de la de Madrid, Monumental de las Ventas del Espíritu Santo, inaugurada en 1931.

CATEGORÍAS

 Las plazas de toros se clasifican además por categorías, de acuerdo a la tradición, conforme al número de festejos que celebran año tras año y a las obligaciones que se deben cumplir en cada una de ellas, según fijan los reglamentos taurinos. En España son plazas de primera aquellas en las que se anuncian más de 15 corridas anuales, 10 de las cuales han de ser de toros. Tienen esa categoría las monumentales de Madrid y Barcelona y las plazas de Bilbao, Sevilla, Valencia, Zaragoza,  "Los Califas" en Córdoba, y La "Malagueta" de Málaga.
El peso mínimo de los toros que se han de lidiar es de 460 kilogramos. La ganadería, el peso de la res, el año y mes de su nacimiento han de exhibirse al público en el orden de la lidia y antes de la salida de cada animal.
De segunda son las restantes plazas existentes en capitales de provincias y también las de Algeciras (Cádiz), Aranjuez (Madrid), Cartagena (Murcia), Gijón (Asturias), Jerez de la Frontera (Cádiz), Linares (Jaén), Mérida (Cáceres) y Puerto de Santa María (Cádiz). El peso mínimo de los toros que se lidian en estos cosos es de 410 kilogramos.
De tercera son todas aquellas no incluidas en las anteriores, incluso las plazas portátiles. El peso mínimo de los toros a lidiar es de 258 kilogramos en canal.

CARACTERÍSTICAS

El análisis y la experiencia de los matadores ante el juego de los toros ha sido, de siempre, el argumento fundamental en la evolución de los distintos elementos que componen la fiesta.
Así, las primeras plazas de fábrica fueron construidas redondas y no de acuerdo a los modelos arquitectónicos de las Plazas Mayores, por lo general cuadradas o rectangulares. Dos razones avalaban esa decisión: la más importante era que la inexistencia de ángulos, esquinas y puntos muertos hacía imposible la querencia de los animales a refugiarse en ellos y también que dificultaba su sentido de la orientación evitando en algo las querencias naturales.
Después, porque desde los graderíos circulares la visión de lo que acontece en el coso es igual para todos los espectadores.
Las plazas están orientadas, según un eje cuya cabeza es el palco presidencial, hacia Oriente, de forma que en las primeras horas de la tarde, la mitad correspondiente al palco está a la sombra y la mitad contraria al sol. Cerca de él está el palco real o palco de honor, que ocupan las más altas autoridades y jerarquías. Enfrente, el reloj y los clarineros y timbaleros encargados de los toques que separan los tercios, y a la vista de la presidencia la banda de música. El piso del ruedo, es decir, el espacio destinado a la lidia, está enarenado, liso y limpio para evitar tropezones y caídas de los diestros y suele tener un diámetro de 45 a 60 metros.
Se divide, según círculos concéntricos interiores, en tres partes: los medios, cuyo centro es el del círculo, denominado platillo de la plaza y que se extienden en un diámetro de 15 a 20 metros. El tercio o los tercios, a continuación de los medios hacia la barrera en otro espacio de unos 10 a 15 metros, hasta la línea exterior de la raya de picadores. Las tablas, entre la barrera y otros 10 metros aproximadamente, hasta la raya interior de la zona de picadores.
El ruedo está circundado por la barrera o valla de maderas de una altura de 1,60 metros por el lado del ruedo y de 1,30 por el interior o callejón. Por la parte del redondel, a todo lo largo y a unos 40 centímetros del suelo corre el estribo, cuya finalidad es ayudar en el salto de la barrera a los toreros en apuros. El callejón, que es el espacio entre la barrera y el muro de los tendidos, suele tener una anchura aproximada de 1,60 a 2 metros.
La barrera se abre a otras dependencias de la plaza por cuatro portones, que dan a su vez a las puertas: de toriles o chiqueros, de cuadrillas, de arrastre y la Puerta Grande. Otras aberturas de la barrera son los burladeros: entre tres y cinco huecos por los que los toreros pueden pasar del redondel al callejón para protegerse del toro, protegidos por unas vallas más pequeñas, de la misma altura y consistencia que la barrera, situadas a 35 centímetros de los portillos, de modo que permite el paso de los hombres en su búsqueda de refugio, pero por los que no cabe la cabeza del toro.
En torno al ruedo se levantan los graderíos para los espectadores. Divididos en secciones denominadas tendidos —de sol, de sombra y de sol y sombra según su disposición—, numerados por filas —barrera, contrabarrera, tendido bajo y tendido alto— y asientos. Las localidades sobre las bocanas de entrada y salida del público se denominan balconcillos. La primera balconada sobre el tendido se llama grada. La segunda, última y más alta, andanada. En las dependencias interiores están los corrales y chiqueros donde los toros esperan su turno de aparición en el ruedo; el patio y corrales para los caballos de picar; el desolladero, donde los matarifes cuartean los animales para su comercialización y consumo; la enfermería y la capilla.
 

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