Lucas Pérez Autor de 'Manzanares, heredero de leyenda'
El torero alicantino ya cuenta con una biografía en la que se relata su ambición, gracias a la que ha podido superarse.
Confesó a su padre que quería ser matador de toros y este
le dejó sobre su cama un traje de luces. «Para que a partir de ese día
tuviese el toro en la cabeza todo el rato». José María Manzanares es una
figura del toreo que a veces ha tenido que sufrir las comparaciones con
su padre, al que admira y por el que decidió seguir sus pasos
profesionales en la vida.
Con una prometedora carrera y sumando compromisos por
triunfos, la presencia del torero alicantino es indispensable en las
principales ferias del país y ha cruzado a hombros las puertas grandes
de los cosos más importantes. Por si fuese poco el 30 de abril del año
pasado hizo historia al indultar a un toro de la ganadería de Núñez del
Cuvillo en La Maestranza de Sevilla.
Ese día, Lucas Pérez (Madrid, 1978) decidió comenzar a
escribir la historia del torero, un trabajo que ha dado como resultado
la publicación de 'Manzanares. Heredero de leyenda', una obra para
acercarse un poco más a la vida y a la figura del matador.
Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad
Autónoma de Madrid, Lucas Pérez creció vinculado al ambiente taurino en
la localidad de Colmenar Viejo y centró en la fiesta toda su actividad
profesional. Ha sido fotógrafo del torero Jesús Millán desde 1996 hasta
2001 y después redactor del portal taurino Mundotoro hasta que comenzó a
formar parte de la plantilla de El Mundo en cuya sección taurina
trabaja en la actualidad.
-¿Cómo surgió la idea de escribir este libro? ¿Fue a raíz del indulto de 'Arrojado' en Sevilla?
-La idea ya rondaba por la cabeza, pero qué duda cabe que
la tarde del 30 de abril en Sevilla aceleró todo. En la presentación de
un libro de 'La Esfera de los libros' que poco tenía que ver con los
toros, me plantearon la posibilidad y pronto comenzamos a trabajar.
-¿Por qué cree que a partir de ese día hubo un antes y un después en la carrera de Manzanares?
-Porque lo que sucedió en Sevilla aquella tarde fue un
verdadero acontecimiento, de los que llenan páginas de oro en la
Tauromaquia y, por lo tanto, de los que marcan para siempre a un torero.
De hecho, hacía 50 años que no se indultaba a un animal en La
Maestranza, y entonces fue un novillo.
-¿Cree que la admiración de José María (hijo) hacia su padre le hizo seguir sus pasos profesionales?
-Sin duda, sí. Manzanares creció en los brazos de su
padre, al que acompañaba de plaza en plaza, de hotel en hotel. Allá por
donde iba respiraba torería, se empapaba de lo que vivía una gran figura
como su padre. Para él, es el más grande de todos los toreros.
-¿Cómo fueron sus inicios? ¿Le ayudó Manzanares padre en esos primeros compases?
-Desde el primer día el padre le ayudó. La misma noche
que le comunicó en persona su decisión de ser torero, su padre le puso a
los pies de la cama un traje de luces, para que desde que se levantara
cada mañana tuviera la cabeza en el toro.
-¿Cree que ser hijo de una figura del toreo le ha beneficiado o perjudicado?
-Sus inicios fueron más complicados de lo que la gente
pueda imaginar. El hecho de llevar ese apellido le abrió muchas puertas
pero, a la vez, le sometía a una presión altísima. La gente quería ver
en él al padre cuando apenas había debutado. Y eso, aunque
indudablemente el concepto era el mismo, era imposible en tan poco
tiempo.
-En el inicio de su carrera padeció la enfermedad
del dengue, ¿cómo afectó este hecho y sus posteriores lesiones y
cornadas a su progresión?
-Manzanares es una persona que ha demostrado un gran
espíritu de sacrificio. La enfermedad del dengue le tuvo seis meses
parado en un momento de plena proyección. Fue muy duro, pero su fuerza
interior le hizo salir adelante. Esa misma fuerza que más adelante le
haría salir reforzado de una delicada intervención de hernia discal o
las once operaciones en la mano del corte de los tendones en el verano
de 2010.
-En su opinión, ¿es José María Manzanares un torero ambicioso fuera y dentro de los ruedos?
-Es tremendamente ambicioso. Con Enrique Ponce y 'El
Juli', de los más ambiciosos que he visto jamás. Solo por eso estoy
seguro que es capaz de superar una temporada tan redonda como la de
2011. Es uno de los elegidos.
-¿Cómo es fuera de los ruedos?
-Como persona es un hombre tímido que cuando coge
confianza se convierte en un ser abierto, amable, generoso y humilde. Su
afición principal es la música. Su ordenador portátil posee miles de
canciones con las que entrena de salón. Le apasiona el flamenco y su
ídolo es Alejandro Sanz. Le gusta mucho el deporte, el golf por encima
de todo. Y en el terreno futbolístico es seguidor del Barcelona.
-¿Cómo cree que entiende la fiesta y qué hace a su favor?
-La fiesta es su vida y como tal hace lo máximo por
defenderla. En primer lugar, arriesgando su vida en el ruedo. En
segundo, en unión del grupo de toreros, que han conseguido pasar el
toreo a Cultura como primer paso a que sea considerado Patrimonio
Cultural.
-¿Cree que pertenecer al denominado G-10 ha podido dañar su imagen?
-Hay un ambiente enrarecido en el mundo del toro en torno
al G-10, pero no hemos de olvidar lo que consiguieron el pasado año,
dando la cara de Ministerio en Ministerio defendiendo el toreo como
nadie había hecho antes. Quizás en el tema de derechos de imagen haya
habido una explicación lo suficientemente clara para dejar claro que la
modificación del modo de gestionar la imagen nada tiene que ver, como
ellos dicen, con un aspecto monetario y sí para mejorar la calidad de lo
que se proyecte sobre el ruedo.
-¿Y participar en campañas publicitarias?
-Manzanares deja claro que él ante todo es torero. Cada
reportaje que hace fuera de los ruedos tiene una condición innegociable:
que se respete a su profesión. Creo que si es capaz de llevar la fiesta
con respeto a países donde la tauromaquia no está siquiera entre sus
tradiciones es un paso adelante que hay que valorar.
-Si hay algo que contribuye, de manera
importante, al triunfo de José María Manzanares cada tarde es su
excelente cuadrilla. ¿Cómo es la relación entre ellos?
-Son una familia. El trato es excelente y entre todos hay
una complicidad fuera de lo común. Con apenas una mirada, el uno sabe
lo que quiere el otro. Cuando estás tanto tiempo alejado de tu familia
real, es importantísimo tener un equipo de gran categoría humana como
este. Y eso luego tiene como resultado el rendimiento tan espectacular
que se ve en la plaza cada tarde.
-¿Cómo conoció al diestro?
-Dado mi puesto de redactor de Toros de El Mundo, conocía
a Manzanares de varias entrevistas telefónicas, pero apenas había
coincidido con él más de tres o cuatro veces antes de que surgiera la
posibilidad del libro. Desde entonces, me ha abierto las puertas de su
casa, al igual que su familia. Tengo mucho que agradecerles.
-¿Podría decirse que su obra es una biografía al uso?
-Aunque responde a la definición, creo que la palabra
biografía es demasiado grande para este torero que apenas tiene 30 años.
La verdadera biografía de Manzanares llegará cuando deje los ruedos,
dentro de muchos años y sin duda sería apasionante volver a escribirla.
-¿Cómo se incorporan al libro las colaboraciones de Nieves Álvarez o Alejandro Sanz?
-Son grandes amigos de Jose Mari y por tanto quería que
apareciesen. Y tengo que agradecer tanto a los que has mentado como a
otros como Sergio Ramos, Paz Vega, María Toledo, Manuel Lombo, Héctor
Barberá, Nico Almagro... Pues todos ellos han dado todo tipo de
facilidades para aparecer en el lubro. En especial a Nieves Álvarez, que
es un encanto de persona.
-Un lujo también contar con prólogo de Agustín Díaz Yanes...
-Sin duda. Agustín es hijo de banderillero y tiene una
sensibilidad especial para ver los toros. Nadie mejor que él podía
plasmar la tauromaquia de Manzanares y no puedo estarle más agradecido
por haber hecho un prólogo a la altura de la calidad del toreo de
Manzanares. Que es mucha.
-¿Ha leído la obra Manzanares?
-Sí, la ha leído y le ha gustado. Su condición era la de
siempre: tratar al toreo con respeto por encima de todo. Como ha sido
así, Jose Mari está satisfecho y feliz.
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