Con 12 años presenció su primera corrida de toros, en
Bayona. Desde ese día, François Zumbiehl se apasionó por la tauromaquia y
ha publicado varios libros en España y Francia -su país natal- que
recogen entrevistas con grandes toreros, ganaderos y aficionados.
Igualmente escribió una novela que exalta la figura de 'Manolete'.
Nacido en París, Zumbiehl es además catedrático de Letras Clásicas y
doctor en Antropología por la Universidad de Burdeos.
Este año ha recogido el premio que la Asociación Taurina
Parlamentaria (ATP) le concedió en 2011 al Observatorio de las Culturas
Taurinas de Francia que consiguió que la fiesta fuese declarada
Patrimonio Cultural Inmaterial acorde a la Unesco en el país galo.
Zumbiehl fue, junto a André Viard, uno de los impulsores
de esta medida en Francia al coordinar el comité científico encargado de
recopilar los argumentos en defensa de la tauromaquia que fueron
aprobados por una comisión etnológica del Ministerio de Cultura francés,
convirtiéndose en el primer país del mundo que efectuó esta gestión en
la que ahora se trabaja desde España y otras naciones con tradición
taurina.
-Muchos aficionados están convencidos de que
Francia ha dado una importante lección al reconocer la fiesta como
Patrimonio Cultural Inmaterial antes que España. ¿Cree que este hecho en
el país vecino ha servido para despertar el interés aquí?
-Sí. Me alegro porque el reconocimiento en Francia de la
fiesta como Patrimonio Cultural Inmaterial haya contribuido a estimular y
reforzar la dinámica emprendida en España en el mismo sentido y a
sacudir las dudas que podían existir sobre la legitimidad de tal
proceso.
-¿Considera que no se tomaron las medidas adecuadas para proteger los toros en Cataluña y por eso terminaron prohibidos?
-Me parece que el mundo taurino en general y los
aficionados de Cataluña y el resto de España tardaron en entender cómo
la política local se iba a aprovechar del tema de los toros.
Reaccionaron con demasiada pasividad o fatalismo. Gracias a Dios, las
600.000 firmas recogidas para encadenar el proceso de la ILP pueden
cambiar radicalmente el panorama. Ya todo el mundo sabe a qué atenerse.
-¿Por qué Francia reconoció la fiesta? ¿Hay una mejor organización o un menor número de detractores?
-No, hay tantos o más detractores en Francia que en
España. La afición es claramente minoritaria en mi país. Precisamente
por eso hemos sentido la necesidad de estructurarnos y defender el
derecho de nuestra comunidad a vivir nuestra afición con toda libertad,
reivindicando el respeto de la diversidad de las expresiones culturales,
derecho protegido por las convenciones de la Unesco.
-¿Qué reacciones políticas hubo tras esta aprobación? ¿Está la fiesta politizada en Francia?
-En Francia tenemos la gran suerte de que la fiesta no
está politizada. Después de esta aprobación no hubo ningún
enfrentamiento entre la derecha y la izquierda. Por el contrario,
recibimos el apoyo unánime de todos los alcaldes y presidentes de las
regiones taurinas, comprometidos en la defensa de este patrimonio local,
sea cual sea su color político.
-¿Cuáles fueron los primeros pasos para la
declaración de la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial en
Francia? ¿Fue iniciativa de los aficionados o los profesionales?
-Todos nos hemos unido para esta empresa y hemos avanzado
al mismo ritmo. Lo más decisivo tal vez es que hubo un comité
científico pluridisciplinar, formado por universitarios expertos en el
tema taurino, que elaboraron los argumentos estableciendo la conformidad
de la fiesta de los toros con todos los criterios marcados por la
convención de la Unesco para cualificar el Patrimonio Cultural
Inmaterial. Estos argumentos o ficha técnica han sido aprobados por la
comisión competente del Ministerio de Cultura.
-¿Qué importancia tiene y ha tenido en el asunto el Observatorio de las Culturas Taurinas?
-El papel del Observatorio de las Culturas Taurinas de
Francia ha sido determinante, pues es la estructura que ha logrado unir y
movilizar todos los estamentos representando la afición y los
profesionales de Francia, incluyendo la unión de las 47 ciudades
taurinas.
-¿Cómo fue su adhesión a esta causa?
-Siendo aficionado desde mi infancia, y antropólogo, con
un libro publicado en Francia y España sobre el discurso taurino, estaba
convencido de que la tauromaquia merecía ser reconocida como Patrimonio
Cultural Inmaterial. Por eso tuve el honor de coordinar el comité
científico que elaboró el argumento técnico.
-¿Son correctos los pasos que se están siguiendo
en España y que los Ayuntamientos se involucren poco a poco en la
protección de los toros?
-Sí, creo que es un proceso oportuno e interesante que
estas declaraciones vayan sumándose. España es un país mucho más
descentralizado que Francia y, tal vez, por ello el camino sea más largo
y complejo. Pero, al final, tiene que ser el Estado español el que
incluya la fiesta en su registro del Patrimonio Cultural Inmaterial y
que presente la solicitud de reconocimiento internacional ante la
Unesco.
-¿Cree que en España se conseguirá el mismo objetivo que en Francia?
-Sí. Me parece imposible que una fiesta que ha nacido en
España, tan ligada a la historia del país y que refleja su identidad tan
profundamente no termine por ser declarada Patrimonio Cultural
Inmaterial de la nación.
-Para ello, ¿qué se está haciendo bien y qué se podría mejorar?
-Tal vez aconsejaría que en España hubiese una estructura
análoga al Observatorio de Culturas Taurinas de Francia y, que en su
seno, se agrupen y coordinen las asociaciones que representan a los
aficionados, a los profesionales de la fiesta y a los políticos que
apoyan la tradición taurina. Esta unión, sin lugar a dudas, agilizaría
el proceso de reconocimiento.
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