La ganadería de Victoriano del Río cría en Mayorga los toros que seleccionan las figuras más importantes
Un reburdeo seco corta el eco en la inmensidad de un
frondoso valle que se antoja excepcional en el océano cerealista de la
Tierra de Campos. El ronquido bajo, agresivo, retumba como un 'run run'
en el bautizado como Monte de San Martín. Es 'Desgarbado', un precioso
toro al que Miguel Ángel Perera perdonó la vida para convertirlo en
semental, el que se oculta entre el vergel que conforman siete valles.
Hasta aquí llegó procedente de Dax, curaron sus heridas y entró a formar
parte de la élite ganadera, de esos once sementales que cada año
consiguen las corridas que se disputan las figuras.
Es el milagro de la bravura, de la embestida con clase,
codicia y nobleza. Y mana aquí, a escasos kilómetros de Mayorga, una
localidad terracampina de 2.000 habitantes que desde hace cinco años
tiene el privilegio de contar en su término municipal con una de las
divisas más cotizadas del panorama actual; Victoriano del Río.
José María Manzanares, 'El Juli', Talavante o el
mismísimo José Tomás seleccionan cada año para cosechar sus triunfos los
ejemplares que se crían en la Tierra de Campos. Aquí paren cada año 250
vacas con procedencia predominante de Juan Pedro Domecq, en una finca
de 750 hectáreas que desde un principio reunía las condiciones que el
ganadero madrileño buscaba para su ganado.
«La vimos por internet y cuando vinimos a verla era una
tercera parte de monte, otra tercera parte de regadío y una tercera
parte de secano. Era lo que buscábamos para traer parte de la ganadería
de Guadalix de la Sierra, salir de Madrid, buscar tranquilidad», comenta
Ricardo del Río, uno de los hijos de Victoriano del Río.
El principio
Con las treinta vacas en un primer viaje y 750 hectáreas
(550 en propiedad y 200 en alquiler al municipio), la divisa comenzó a
formar una finca a su gusto. El vallado «cómodo y práctico» para el
manejo del ganado y más de ochenta puertas dividen los corrales y
cerramientos, bajo la supervisión del mayoral, Miguel Ángel Díez.
De las 320 crías que tienen cada año (entre la finca de
Mayorga y Guadalix), la mitad suelen ser machos, que se crían en Mayorga
hasta que son utreros (tres años). Una vez criados, y a falta de un año
para ser lidiados, se transportan a la finca de Guadalix, el
«escaparate», donde se preparan físicamente para el momento de la lidia
con un entrenamiento dos días a la semana que consiste en correr cuatro
kilómetros. «Así los tenemos con una forma física normal y aguantan
mucho mejor el esfuerzo de la lidia». Especialmente en momentos como los
que vivirán en unos días, cuando corran el encierro de San Fermín y
afronten la posterior corrida.
En el caso de las hembras, cuando cumplen dos años se
trasladan a Madrid para que toreros como Juli, Perera o Ponce prueben su
bravura en el caballo y en la muleta. Para que reciban el visto bueno
como madres, tienen que sumar 21 puntos entre los tres factores que se
miden; caballo, bravura y clase. Solo un 15% de las 160 hembras que
nacen cada año superan la prueba. «Para poder vender los toros en plazas
importantes y dar respuesta a la demanda de las figuras hay que hacer
una selección muy grande Buscamos que tenga duración, bravura en el
sentido más amplio de la palabra, en la pelea del animal hasta la
muerte, en todos los tercios», explica Ricardo del Río.
De ese 15% de vacas de vientre o madres, una parte
regresará a Mayorga para criar. Aquí, de momento, no cuentan con plaza
de tientas. Sí hacen en cambio uno de los dos herraderos. Las fincas
vallisoletana y madrileña se compatibilizan. «La alfalfa que producimos
aquí va también para Madrid, y los novillos que nacen en Madrid con un
año también los traemos a Mayorga para que coman los pastos, se crían
aquí todos hasta los tres años».
Arnedo, Sevilla, Madrid, Valladolid, Pamplona, San
Sebastián de los Reyes, Nîmes y Arles son algunas de las plazas que este
año lidiarán algunas de las 15 corridas que conforman la camada. Las
cuatro orejas de Manzanares en Sevilla o los triunfos de Talavante en
Madrid colocan este año a la ganadería en la cumbre. «Tenemos mucha
responsabilidad de que salga todo bien. Cuando triunfan los toreros el
triunfo es suyo, pero cuando fracasan, es de los toros…», comenta del
Río con gesto risueño.
Mayorga es así testigo de los triunfos de una de las
ganaderías más cotizadas. «Un orgullo, porque los toros que nacen aquí
están yendo a plazas donde están las máximas figuras», resume el
alcalde, Alberto Magdaleno.
http://www.elnortedecastilla.es/
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