Roberto Armendáriz - Caballero rejoneador
El rejoneador navarro ha cumplido esta temporada diez años desde que se presentara en público en Cervatos de la Cueza y cuatro desde que tomara la alternativa en Logroño. Y ambas efemérides las ha querido celebrar con triunfos como los cosechados este 2012 en Pamplona o en Zaragoza, dos plazas de primera de las que ha salido por la Puerta Grande. Ahora su reto más inmediato es la confirmación en ‘Las Ventas’, siendo necesario para ello entrar previamente en las primeras ferias de la temporadas, algo que se ha ganado por méritos propios.
Esta temporada de 2012 los números hablan por sí solos: 30 festejos, 65 orejas, tres rabos y 23 puertas grandes
Ha sido un año muy importante, sobre todo por la regularidad que he mantenido de principio a fin y también porque ha subido un peldaño más la calidad de las plazas que he pisado y los carteles en los que he sido anunciado.
El triunfo rotundo de Zaragoza puso el broche de oro que hacía justicia a lo hecho durante todo el año
Fue una buena guinda al mucho trabajo desarrollado durante toda la temporada en la que el nivel, en líneas generales, fue muy alto. Pese a todo, tanto los caballos como yo atravesábamos un momento muy dulce, lo que demuestra que aquel triunfo era el reflejo de un enorme trabajo previo.
De esa tarde se podría destacar la frescura con la que toreó
Lo de Zaragoza fue inesperado para mí pues supe con muy poco tiempo de antelación, un mes antes más o menos, que torearía allí. Esa ilusión que me dio aquella noticia, la de poder acabar la temporada en una feria tan importante como es la del Pilar, quizá la transmití luego en la plaza.
Y sin amedrentarse ante dos genios como Pablo Hermoso y Sergio Galán...
Ambos, por experiencia y por técnica, están en otro nivel distinto al mío. Pero lejos de amedrentarme, lo que hice esa tarde fue tirar de garra e imaginación con el único propósito de estar lo más posible a su altura. Y pienso que hubo momentos en que llegué a lograrlo.
Lo de Zaragoza, grande, pero no más que la salida a hombros de Pamplona junto a Hermoso de Mendoza
Ese día fue tremendamente especial, pues se juntaron muchos aspectos: sentimientos, ilusión, recuerdos, mucha gente conocida viéndote... No sé si fue más o menos importante, pero de lo que estoy seguro es de que fue diferente porque disfruté yo haciendo disfrutar a los tendidos.
Ese 6 de julio fue como una especie de reválida después del fracaso cosechado allí en 2007 y de la salida a hombros en 2011
En Pamplona, ante mis paisanos, había sido capaz de lo mejor y de lo peor, pero tenía que ratificarme en lo bueno tras lo sucedido allí en 2007. Por suerte, todo salió bien y pude abrir de nuevo la puerta grande con otro encierro de Capea que me llenó de confianza.
Lo de ser paisano del número uno del escalafón, ¿condiciona más que ayuda?
A mí me ha ayudado más que condicionado, pues el solo hecho de que se me pueda comparar con el número uno es motivo de orgullo para cualquier rejoneador que se precie. Yo, de momento, lucho por tratar de parecerme a él, pero eso no quiere decir que descarte llegarle a superar algún día. Esa es mi auténtica motivación.
Con Pablo, además de paisanaje y profesión, comparte una amistad de muchos años. ¿Qué ha aprendido de él?
Muchas cosas: la técnica, el andar por la plaza, esa forma de torear diferente a las demás dejándote los toros un poquito más crudos y atacándoles mucho, etc, etc... Pero si algo he aprendido de él es esa sensibilidad de dejar libertad a los caballos para que se recreen toreando en la plaza.
Esta temporada de 2012 los números hablan por sí solos: 30 festejos, 65 orejas, tres rabos y 23 puertas grandes
Ha sido un año muy importante, sobre todo por la regularidad que he mantenido de principio a fin y también porque ha subido un peldaño más la calidad de las plazas que he pisado y los carteles en los que he sido anunciado.
El triunfo rotundo de Zaragoza puso el broche de oro que hacía justicia a lo hecho durante todo el año
Fue una buena guinda al mucho trabajo desarrollado durante toda la temporada en la que el nivel, en líneas generales, fue muy alto. Pese a todo, tanto los caballos como yo atravesábamos un momento muy dulce, lo que demuestra que aquel triunfo era el reflejo de un enorme trabajo previo.
De esa tarde se podría destacar la frescura con la que toreó
Lo de Zaragoza fue inesperado para mí pues supe con muy poco tiempo de antelación, un mes antes más o menos, que torearía allí. Esa ilusión que me dio aquella noticia, la de poder acabar la temporada en una feria tan importante como es la del Pilar, quizá la transmití luego en la plaza.
Y sin amedrentarse ante dos genios como Pablo Hermoso y Sergio Galán...
Ambos, por experiencia y por técnica, están en otro nivel distinto al mío. Pero lejos de amedrentarme, lo que hice esa tarde fue tirar de garra e imaginación con el único propósito de estar lo más posible a su altura. Y pienso que hubo momentos en que llegué a lograrlo.
Lo de Zaragoza, grande, pero no más que la salida a hombros de Pamplona junto a Hermoso de Mendoza
Ese día fue tremendamente especial, pues se juntaron muchos aspectos: sentimientos, ilusión, recuerdos, mucha gente conocida viéndote... No sé si fue más o menos importante, pero de lo que estoy seguro es de que fue diferente porque disfruté yo haciendo disfrutar a los tendidos.
Ese 6 de julio fue como una especie de reválida después del fracaso cosechado allí en 2007 y de la salida a hombros en 2011
En Pamplona, ante mis paisanos, había sido capaz de lo mejor y de lo peor, pero tenía que ratificarme en lo bueno tras lo sucedido allí en 2007. Por suerte, todo salió bien y pude abrir de nuevo la puerta grande con otro encierro de Capea que me llenó de confianza.
Lo de ser paisano del número uno del escalafón, ¿condiciona más que ayuda?
A mí me ha ayudado más que condicionado, pues el solo hecho de que se me pueda comparar con el número uno es motivo de orgullo para cualquier rejoneador que se precie. Yo, de momento, lucho por tratar de parecerme a él, pero eso no quiere decir que descarte llegarle a superar algún día. Esa es mi auténtica motivación.
Con Pablo, además de paisanaje y profesión, comparte una amistad de muchos años. ¿Qué ha aprendido de él?
Muchas cosas: la técnica, el andar por la plaza, esa forma de torear diferente a las demás dejándote los toros un poquito más crudos y atacándoles mucho, etc, etc... Pero si algo he aprendido de él es esa sensibilidad de dejar libertad a los caballos para que se recreen toreando en la plaza.
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