- - ¿Cuál ha sido su apuro mayor?
- - El de
Tablada. Escuche usté. Por entonses yo no había toreao más que en los
tentaderos y en los puebleciyos, y pa aprender iba de noche a Tablada con otros muchachos, encendía
unas luses de acetileno que yebábamos de Seviya y me ensayaba con las reses del
corralón. Un amigo íntimo de mi padre, Carderón, el banderiyero, que, como por
aquella época no toreaba, iba hasia
Nimes pa vender porvorones y mantecaos –y por sierto que se comió las muestras
en el camino–, me escribió desde Valensia ofresiéndome una corrida y dos noches
antes de emprender el viaje, al salir yo del teatro con mi terno nuevo –que tenía
tres temporás–, me encontré a Riverito, a Toboso y a otros amigotes y nos
fuimos a Tablada. Tuvimos la suerte de que uno de los bichos embistiera con
bravura, y ya habíamos resuelto chaquetearlo hasta que se cansara, cuando se
levantó un airaso que apagó las luses, y mis amigos, prudentemente, se fueron.
Yo, que, enfrascao toreando, me quedé, le di algunos lanses al bulto –porque no
veía más que un bulto– y de pronto sentí un choque, subí como una flecha, caí
como un peñón, oí unos resoplíos y aguanté unos trastasos.. y al levantarme
comprendí que más desentemente entraría en Valensia en carsonsiyos que con la
aljofifa que había dejado el toro sobre el cuerpo. (…)
- - Y a usted, ¿no le da por la literatura? Hay
quien afirma que acabará usted por escribir.
- - Otra listesa, y todo porque me gusta leer. ¿Es
que los toreros, en ves de leer, deben rebusnar? Yo creo que no, y leo. (…)
-
- Hable un
poco de su toreo, Juan.
- ¿Y se adivina la clase de la "guitarra" en cuanto se presenta en el redondel? Vamos, ¿se conoce a condición de los toros?
- Si son claros... Algunos, al salir, parese que le disen a uno :"Anda, atrévete a barbarisar, que soy un lila perdío". Y a esos se los lía uno a la sintura en las medias verónicas, y les coge los cuernos, arrodiyao, al torear de muleta. Pero otros traen intensiones de incógnito y le hasen a uno aviadó en cuantito se descuida. Como el asesino cornudo -de la ganadería de Anastasio- que me tocó en Salamanca. Paresía una piedra de lo quedao, y se arrancaba como un siclón. Mugía con la infelisidá de un tontaina y le pegaba sincuenta pitonasos a un mosquito.
- ¿Y cómo lo mató usted?
- No lo maté. Se murió, que no es iguá. Dios quiera que no me toque nunca en Madrí un flamenco de su categoría, porque en Madrí hay que entregarla.
- Pero, ¿sigue usted dispuesto "a entregarla"?
- ¡Cómo que si sigo! ¿Es que yo no soy ya Juan Belmonte?
Entrevista a Juan Belmonte por J.Lòpez Pinillos, Parmeno, publicada en el libro "Lo que confiesan los toreros", libro prologado por Joaquín Vidal (para leer un extracto del mismo pinchar aquí o aquí).
Entrevista a Juan Belmonte por J.Lòpez Pinillos, Parmeno, publicada en el libro "Lo que confiesan los toreros", libro prologado por Joaquín Vidal (para leer un extracto del mismo pinchar aquí o aquí).
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