Gallito fotografiado por Baldomero hacia 1918 saliendo de su casa de Arrieta camino de la Plaza.
Joselito, que vestía un “pijama”
flamante, colocó en la mesa el recado de escribir, sentóse y dijo, sonriendo
con amabilidad:
- -A su
disposición. Pregunte usté lo que quiera, que yo le contestaré con muchísimo
gusto.
- -¿A todo?
- -¿Por qué no? A usté, a todo. Pregunte y lo verá.
- -Pues
vamos a verlo. ¿Le gusta a usted torear ganado chico? ¿Le exige usted toros
chicos a las empresas?... Muchas gente lo cree. Dicen que como es usted el
“Guerrita” de ahora, hace lo que “Guerrita” hacía. ¿Es verdad?
- - Qué
ha de ser verdá! Eas son cosas de los enemigos que tiene uno en la afisión. No
es que yo baile de alegría si me suertan un elefante ni que yo pida elefantes…
¿Pa qué voy a desir una tontería? ¡Pero pedir ratones!... Si es
“contraprodusente”, señor. Un ejemplo: Figúrese que le presentan tres platos de
durse, uno muy grande, otro muy chico y otro mediano… ¿Cuá escogerá usté? … Er
grande le estomaga y er chico no le deja satisfecho. ¿No escogerá er mediano,
que le yena sin indigestarle? Esa es la mía: toros proporsiónaos, con edá, con
cuernos y con tipo, que no sean montañas ni borreguetes.
- - ¿Y si no hay toros proporcionados?
- - Entre el chico y el grande, me quedo con
el grande. ¿No ve usté que el peligro es iguá y que con el grande hay
lusimiento y con el chico irrisión? Mire usté: los toros más grandes que he
matao este año, menos uno, son los que han valío más parmas, y eran de Miura y
Pablo Romero. Y el que no maté muy bien –uno de D. Eduardo que se lidió en
Seviya y que pesó 411 kilos- “me se” resistió porque era un güey desde las
puntas de los pitones hasta la penca der rabo. Y en cambio, lo más
chiquitines.. ¡No me quió acordá! Seis purgas de Sartiyo, que me cabían por
entre las piernsa, sin cuernos, sin carnes, como espátulas… Er público,
indirnao, de chufla: “Míralo con telescopio”. “¡Qué seis fieras te vas a
cargar!”. Y yo, cabreaísimo, sudaba sangre y me estaba viendo con una corná de
las gordas ensima, porque cada bicharraco de aqueyos, por su podé y sus
intensiones, tenía tanto que matá como seis toros. (…)
- - ¿Y cómo ha “cogido” usted la muerte de los
toros y ha corregido la colocación de la mano?
- - Y si le contestara a usté que no lo
sé?... Eso de que me criticaran por levantar la mano me tenía rabioso. Yo, en
una fotografía, había visto a “Frascuelo”, perfilado para matar, con la mano
derecha a la altura de la frente y me defendí sitando esa fotografía más de una
ves. Pero como continuaban criticándome, yo , que tengo mucho amor propio y que
creo que to se aprende, bajé la mano pa herir… y empecé a chuparme una de
disjustos que me quitaron hasta el apetito.
- - ¿Por qué?
- - Porque con la mano en el tupé mataba yo
más que el cólera y con la mano en el pecho mataba menos que un estornúo. Ni
hería en su sitio, ni ahondaba, ni crusaba… Ya sabe usté que al meterse no se
fija uno mas que en el morriyo y que se mueve la mano izquierda istintivamente…
Pos bien: yo, al cambiar la colocación de la otra, no la podía mover o la movía
mal, y figúrese el resultao. Pero como ensayé miles de veces –porque yo, que he
nasío pa torero, quiero ser buen torero- , me fui sortando, sortando… y ya
consigo darle gusto a la gente.
- - Y a torear de capa, ¿cómo ha aprendido
usted? Hace un año sus verónicas eran vulgarísimas. Y ahora…
Joselito vuelve a reírse.
- - Ahora –exclama- se puen ver, ¿no?... Mi
trabajiyo me ha cosato. Una para enrabiarme, y una para fijarme, y una de
ensayar… Pero como to se aprende… En Saragosa –también eso ha sío bonito- le he
dao a un toro ocho verónicas en una.
- - ¿Cómo es eso?
- - Mu sensiyo: no dejándolo ir. Le di la
primera por la derecha, y al rematarla, teniendo al animá en los vueliyos der
capote, bajé el braso derecho, levanté el izquierdo, giré un poco y di la
segunda, y templando y empapando repetí la suerte, y así yegué a la ortava. Fíjese
usté.
Y Joselito coge un pañuelo y
torea una res invisible, quebrando la cintura,moviendo con elegante lentitud
los brazos y subiéndolos y bajándolos alternativamente para despedirla,
sujetarla y recogerla, mientras explica su lección:
- - ¿Ve usté? … La primera. Y ahora mu
templaíto, la segunda; y ahora, toavía más templao, la tercera; y en seguía,
¡jú!, sin miedo, clavao, la cuarta; y después, lo mismito, con los pitones en
el vientre, la quinta; y luego, duro con la sesta y la sétima, borracho uno
mismo con ese entusiasmo que da er toreo, y , por fin, la ortava, porque er
toro ya no pasó más… ¡Fue también una cosa presiosísima! Crea usté que, al
menos el estilo, la grasia que ca uno trae ar mundo, se aprende tó.
- - Y usted, ¿estudia siempre?
- - Siempre. Yo creo que hemos nasío pa
estudiar y progresar ca uno en lo suyo. Y así, yo tó el invierno ensayo.
- - ¿Y no descansa usted?
- - ¡Digo! Y me divierto. A mí lo que más me
gusta, casi tanto como toreá, es acosá. Tengo tres jacas maraviyosas.
Una, que era del rey, y que le servía pa er polo a su reá majestá, torea ahora
mejó que argunos banderiyeros.
- - ¿Y descansa usted acosando?
- - Acosando. Sí, señó.
(…)
- - Se marcha usté? ¿No quiere usté hacerme er
favó de armosá conmigo?
- - Estoy a régimen. Perdóneme usted.
- - Entonses… hágame usté er favó. Ponga usté
que eso de desí que yo tengo orguyo… es una cosa fea. Yo no tengo orguyo porque
yo no soy un tontaina y porque, desde que nasí, viviendo entre mi gente, que es
muy humirdísima, estoy enamorao de la humirdá. Póngalo usté.
Entrevista a Joselito
"El Gallo", por J.Lòpez Pinillos, Parmeno, en su
casa de la calle Arrieta, junto a la Plaza de Oriente de Madrid, publicada en
el libro "Lo que confiesan los toreros", libro prologado por Joaquín
Vidal (para leer un extracto del mismo pinchar aquí o aquí). Para leer la entrevista
realizada a Juan Belmonte, publicada en este mismo libro, pinchar aquí.
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