Fernando Domecq Ganadero
La fidelidad al tipo y al trapío es una constante en la
forma de concebir la crianza del toro bravo para Fernando Domecq,
propietario del hierro de Zalduendo. En Alicante lidió el pasado 21 de
junio la que la Asociación Cultural Taurina Puerta Grande ha considerado
como 'Mejor Ganadería' de la Feria de Hogueras. Hoy sábado recibirá esa
distinción el criador andaluz, con la ganadería afincada en Cáceres, en
el transcurso de una velada que se celebrará en el hotel Meliá y en la
que también tendrá su reconocimiento el novillero alicantino Borja
Álvarez.
Fernando Domecq recuerda aquella tarde de Hogueras por un
doble motivo, «porque la corrida, en conjunto, me gustó mucho y por la
extraordinaria actuación de Morante de la Puebla que hace que se valore,
todavía más, el juego que ofreció el toro 'Libertador'». El ganadero
siempre ha asemejado al toro como un elemento de creación, como se vio
en esa tarde. «Uno los cría para ello, con el objetivo de que embistan y
el torero pueda transformar su embestida en arte, tal y como hizo
Morante en esa tarde de junio que el tiempo acabará valorando más
todavía».
Fue la de Alicante una corrida de trapío medio, lo que
Domecq califica como «ideal» para la lidia «ya que la emoción inherente
al arte la provoca el trapío adecuado del toro y no su volumen».
De pesos que oscilaron entre los 453 y los 500 kilos,
«debiera ser la franja idónea, como se ha podido ver en distintas
películas de mediados del pasado siglo, para que el toro tuviera la
suficiente movilidad. El actual, por lo general, con los kilos que se
exigen suele embestir por fuera y sin querer coger la muleta. Para
embestir con calidad, como hicieron varios de los lidiados en Alicante,
deben tener hechuras que lo permitan».
Pegas
Apasionado de su creación, el propietario de Zalduendo
tiene una respuesta artística cuando se le pregunta por los defectos que
pudo tener aquella corrida: «Cuando se habla de una obra de arte, de un
material de creación, no se trata de buscarle defectos. Las obras de
arte son como son, como resultan. Qué pegas se le puedan poner a una
obra de Goya o de Picasso».
Con idéntica flema responde sobre el hecho de que sólo
uno de esos seis toros fuera aplaudido en el arrastre, a pesar del buen
juego en conjunto: «Es que cuando el público se divierte, aplaude a los
toreros. Y solo si es malo, se acuerdan del toro».
Son afirmaciones de un ganadero con filosofía propia en
la crianza del bravo y que, afirma, ya tiene una corrida reseñada para
ser lidiada en Alicante en este año.
laverdad.es
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