¡VÁYASE, SR. ABELLA!
Sr. Abella:
Me he resistido durante mucho tiempo
a mostrar en carta abierta mi disconformidad sobre la forma en que usted
gerencia los asuntos taurinos en la Comunidad de Madrid en relación con los
aficionados y con los abonados de nuestra querida plaza de Las Ventas. Hoy, sin
embargo, tras saber que usted critica a la Asociación de Abonados
de Las Ventas “Abovent” acusándola de falta de ética, no puedo, ni debo,
retenerme más. Debería ser “Abovent” quién contestara a su escrito, pero el
presidente, su “querido amigo Paco”, parece que prefiere no ejecutar un
acuerdo de Junta Directiva en el que se redactó un escrito exigiéndole a usted
rectificación por su acusación, quizá para no perder su amistad. Para su
información, he dimitido ayer como vicepresidente de Abovent por este asunto.
Además:
A mi modo de ver, su función como
responsable del C.A.T.[1], ha adolecido de falta
de diálogo con las asociaciones que representan a los aficionados. Toda crítica
que le hemos hecho a su labor ha sido desoída por usted, cuando no anatemizada,
mostrando siempre un halo de soberbia inadecuada. Esa soberbia que explicaba
Calderón de la Barca:
“Pues soberbia será, de cualquier modo / creer uno solo saber más que todos”.
Cuando nos hemos acercado a usted
para rogarle que tuviera en consideración cualquier aspiración de los
aficionados, no hemos encontrado el amparo lógico que cabe esperarse de un
representante de la
Administración. Nunca nos citó para tratar de asuntos sobre
nuestra plaza. Nuestras sugerencias, que remitimos por correo electrónico, no
merecieron ni su atención ni su debate. Nunca pensó usted en que nuestras peticiones
eran hechas con respeto y con la intención de mejorar el estado de las
relaciones entre el C.A.T. y los aficionados. Cuando se le ha invitado a usted
a los actos culturales que las diversas peñas madrileñas celebran en pro de la
difusión y mejora de la Fiesta,
ha denegado su asistencia; eso sí, con cartas “circulares” excusándola. Sólo a
aquellos actos de especial “glamour” ha regalado usted su eximia presencia. A
veces, incluso, prometió y no cumplió, y el cartelito con su nombre aparecía en
la mesa desesperado por su abandono… ¿Quiere datos?: Torrelaguna, Club Taurino
de Madrid, Abovent…¿sigo?
Otras veces se le ha solicitado la
disponibilidad de la
sala Antonio Bienvenida para actos en los que la asistencia
se sabía multitudinaria, por que sólo en
ella se podría ubicar con comodidad a un número alto de aficionados; y usted ha
negado la posibilidad de ocuparla, desterrando el acto a la sala Cossío, de menor
cabida y de más difícil acceso. El acceso a la Cossío no ha estado
habilitado por las entradas lógicas, Patio de Caballos o puerta frontera a
ella; no; teníamos que recorrer tres cuartos de plaza desde el tendido 2 al 4: 2,
1, 10, 9, 8, …, 5, como castigo a nuestro atrevimiento de solicitar la
comodidad para nuestros asociados. Quizás el costo de un empleado que
guardara puerta adecuada era demasiado
alto. Quizás con el dinero que cobraba en un día el coordinador de sus desmesuradas,
por costosas, Jornadas Culturales Hemingway hubiera sido suficiente para evitar
esa incomodidad a la Afición. El
hecho de que en la
sala Bienvenida estuviera algún tiempo una exposición de
arquitectura sobre plazas de toros no le exime de culpa, pues la labor de
optimación que requiere su puesto le obligaba a alojar ésta en sala menos
necesaria para el bienestar de los aficionados. A mi forma de ver.
¿Por qué las Jornadas Culturales
Hemingway fueron realizadas sin contar con los aficionados, Sr. Abella? No hay
excusa en que Fuera Taurodelta la responsable; usted estaba en la coordinadora
del evento. Y digo sin contar con el aficionado, por que el día de la fatua
inauguración de las Jornadas, los rectores no habían contado con los
aficionados, ¿sabe usted? A las 13,00, más o menos, visité la plaza de Las
Ventas para asuntos particulares, y me enteré de que la asistencia al acto en
cuestión era exclusiva para invitados. Llamé a los distintos responsables de
las asociaciones madrileñas de aficionados, y ninguno de ellos habíamos
recibido invitación. Tras otra llamada al responsable de Comunicación de
Taurodelta, que actuó diligentemente, empezamos a recibir llamadas de la Empresa
invitándonos telefónicamente; la acreditación se nos daría en la entrada. Más en la
entrada no estábamos en la relación de invitados, sino como periodistas;
además, al ir a sentarnos se nos anunció que las sillas eran para “invitados
especiales”, no para nosotros, representantes de los abonados.
Usted se excusará de esta tropelía a
la Afición y
echará la culpa a la empresa que habían contratado para estos eventos. Pero yo
le acusaré de que usted no cumplió con su obligación de asegurarse de que los
aficionados estuviéramos representados debidamente en esos actos. Por que esos
actos debían estar dedicados a la
Afición, a esos abonados que pagamos las entradas; y no al
“glamour” y al “couché”. ¿De verdad que cree usted que el dinero que le sugirió
gastara la Empresa
en esas Jornadas ha estado bien invertido? La opinión que he recogido de los
aficionados y responsables de peñas a los que he preguntado, que han sido
muchos, es que no.
Ha desoído usted nuestros ruegos con
reproches inadmisibles. En una ocasión le escribí un correo informándole de los
olores a comida que sufríamos los abonados del “9” alto. Tras su silencio, meses
después volví a requerir su colaboración ya que los olores y el humo que
entraban al tendido eran inaguantables. Tras ello, en un acto en que
coincidimos le pregunté sobre el asunto. No quiero recordar su actitud, pero
fue de una soberbia inadecuada, ofensiva; máxime cuando yo creí hacerle un
favor con la
información. Además siguieron los olores. Recuerdo que al
rogarle que no se alterara me contestó con un: “A mí no tiene que
aconsejarme nadie”, que me privó de la consideración que hasta entonces le
tenía, sobre todo tras haberlo felicitado por su dirección de unas magníficas
jornadas culturales que se celebraron en Las Ventas con motivo del LXX
aniversario de la inauguración de la plaza, creo recordar; cuando aún no era
usted gerente.
El director de la Agenda Taurina más popular del
mundo, le solicitó un artículo para que pudiera usted explicar lo realizado por
el C.A.T.; su publicación podría dar información directa sobre la actividad del
Centro. Era una oportunidad adecuada para que el aficionado supiera para qué
sirve ese departamento de la administración de la Comunidad. Su contestación a
esa solicitud fue adecuada a su soberbia: “Yo no trabajo para ti”. ¿Para
quién trabaja, Sr. Abella? De verdad que no lo sabemos. Si no lo hace para la
difusión del C.A.T; si no lo hace para los aficionados; si no lo hace para que
los abonados del “9”
alto estemos en condiciones salubres durante los festejos; si los actos
culturales los cercena o dificulta con laberintos infinitos; ¿para quién
trabaja usted?
Y la gota que colmó el vaso de mi
anterior silencio, es la del ataque a la “Ética” a los directivos de Abovent.
Usted acaba de denunciar a Abovent por que en sus facturas para la solicitud de
las subvenciones de la
Comunidad, figuraban 2 de una empresa en la que su director
pertenece a la directiva de la
Asociación de Abonados de Las Ventas. Su audaz acusación no
repara en que el precio a que ese directivo ha cobrado las agendas a Abovent ha
sido inferior al de mercado; ni en que, además, nos regalara más de 20
ejemplares. Tampoco en que el libro que facturó sobre la Suerte de Varas lo cobró
a un precio inferior al de mercado, amén de que nos regaló más de 50 ejemplares
para repartir en la conferencia de Dª Mariate Cobaleda, senadora; conferencia a
la que usted iba a asistir; y que se perdió, pues fue magnífica. Es pues
manifiesta su falta de objetividad en sus acusaciones, su superficialidad en su
cometido. Por mi parte, como ex directivo de Abovent desde ayer, tengo que
decirle que no está en nosotros la falta de ética, y le exijo una reparación
como ofendido.
Y como embajador del taurineo
hispano, también triunfó usted en su viaje a Méjico en diciembre del
2009, donde fue para presentar su libro “De Manolete a José Tomás”, ante los
miembros de Bibliófilos Taurinos de Méjico, recibiendo una crónica no demasiado
laudatoria de D. Gabriel Lecumberri, ganadero y bibliófilos, tras osar usted
imponer su opinión a la del resto de oyentes. Dice D. Gabriel: “…, y otros destacados miembros del
taurineo de aquí y de allá, incluyendo
al escritor español señor Abella, chufla donde los haya e incondicional de José
Tomás hasta límites de sospechosismo, que pegó el petardo de su vida frente al
ala poncista del grupo.” O sea, haciendo amigos, como siempre.
No abuso de mayores críticas a su
persona en mi alegato; no deseo acusarlo de otras cosas; ni siquiera de su
gentileza para facilitar abonos buenos, tendido 10, fila 11, a amigos de sus amigos;
no considera usted justo que sus amistades tengan que sufrir colas
insoportables como el resto de los pobres aficionados. ¿Le digo el nombre del
titular de esos abonos que usted facilitó? Creo que no hace falta; preveo que
su salida en el C.A.T., debe estar próxima. Será buena para usted; no comprendo
que alguien pueda vivir estando siempre agrio en su relación con los demás,
incluso con sus colaboradores más cercanos… Siempre sin mirar a los ojos;
siempre poniendo delante el escudo temiendo ataques. Seguro que estará mejor
fuera del C. A. T.; eso sí, espero que su eticidad le impida cobrar
indemnizaciones millonarias por su salida; eticidad que quizás olvidara al
cobrar alta cifra tras su cese en un club de fútbol con el que parece que
colaboró unos meses.
¡Váyase, Sr. Abella; váyase! Usted
será más feliz y los aficionados de “Las Ventas” gozaremos de mayor cariño y
respeto del nuevo gerente. Echamos de menos al anterior, Sr. Abella; era atento
con los aficionados y con las peñas que los representan; daba la cara ante las
críticas. Proyectó dos nuevas salas culturales, y en la Cossío la esperada
biblioteca; en la que años después de su salida aún están los libros en cajas
esperando su colocación, su disposición para los bibliófilos.
Y mientras, los festejos
descendiendo en cantidad y calidad; de 73 hemos bajado a 61;de la calidad,
mejor no hablar.
Váyase y olvide el rencor, Sr.
Abella; eso corroe el alma.
Saludos,
José Mª Moreno Bermejo. Abonado de
“Las Ventas”; aficionado libre.
Nota: Es mi deseo hacer llegar este
escrito al Presidente del Centro de Asuntos Taurinos, D. Salvador Victoria.
Esperaré a presentarlo acompañado de alguna documentación relativa a lo que
motiva, principalmente, esta carta abierta.
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