Ayer Jueves 7 de Febrero, dentro del ciclo
de conferencias del Aula de Tauromaquia del CEU, fue el turno de don Gonzalo
Santonja Gómez–Agero, catedrático de la
Universidad Complutense de Madrid, director del Instituto Castellano y Leonés
de la Lengua, doctor en Filología Hispánica y Honorary Fellox in Writing por la
Universidad de Iowa. Entre sus obras destacamos las últimas, “Luces sobre una época
oscura. El toreo a pie del siglo XVII”, y “Por los albores del
toreo a pie. Textos e imágenes de los siglos XIII-XVII” (Everest, 2012). En esta última obra podemos
encontrar la mayoría de los hechos glosados en la conferencia, titulada "Las cuentas claras (Segovia 1637-1659".
Inició su intervención dejando claro que antes de nada habría que
establecer una serie de hitos para demostrar que su tesis inicial, en la que
afirma que las corridas de toros como tal se iniciaron mucho antes de lo que
tradicionalmente se han venido datando, no está equivocada ya que existen
evidencias tales como:
Ya en el siglo X en el reyno de León uno de
sus monarcas provoca una emboscada a uno de los enemigos al trono con un toro
bravo, entonces salvaje.
Ya a mediados del siglo XII Rodrigo Pelayo deja en
testamento a la iglesia de Santa María de Wamba (Valladolid) «una tercera parte
de mis vacas bravas». Se convierte así en el primer ganadero de reses bravas
que conocemos.
En el Monasterio de Silos, en algunas de sus vigas, ya podemos
encontrar escenas con motivos taurinos: hay hombres a pie enfrentándose a los
toros, en una mano lleva un arma y en la otra una tela (s.XIV), es decir, ya se usan las telas para engañar al toro.
En la catedral de Plasencia, en la sillería del coro, se puede
contemplar una imagen de un hombre matando a un toro. Y este hombre está
cruzándose, como lo entendemos hoy en día. Interesante.
Ya en el siglo XV se mataba de
frente y por derecho, y cruzándose. Hay representaciones y evidencias de ello (capilla
Barbazana de la catedral de Pamplona, sillería de la Universidad de Salamanca,
capitel del Palacio de los Condes de Requena en Toro……).
¿Cuándo surge la corrida de toros organizada?
En el Archivo Municipal de Segovia se han encontrado legajos en
los que se refleja claramente que ya en
1637 Juan Pérez Borregón, actuando en calidad de agente de negocios,
presenta a los regidores las cuentas, en maravedíes (279.000 para ser exactos),
de lo que se gastaba en organizar corridas. Las cuentas presentadas van desde
el año 1637 al 1659. Son extremadamente detalladas y claras.
Los 279.000 maravedíes de 1637 son 450.000 maravedíes en 1659.
Se organizaban dos corridas: el día de Santiago y el día de San
Juan. Siempre se lidian 6 toros en una y 8 en otra. Las corridas son gratuitas
para los espectadores. Estos dineros salen de los impuestos sobre la carne que
gravaban en la época.
Se sabe también que lo que más costaba de esas corridas eran los
toros, nunca costaron menos del 50% del total de los festejos.
¿De dónde salen estos toros?
Se habla de dos criadores de Medina de Rioseco: Barbadillo y Francisco
de Paz. En alguna ocasión también se lidiaron toros de Salamanca y Buitrago.
Por contrato, si los toros salen mal, el ganadero no los cobra. Se sabe también
de la existencia de veedores.
No es una fiesta espontánea, hablamos de una fiesta organizada. En estos documentos
se pone de manifiesto que había partidas económicas no sólo para los
“toreadores” sino también para gentes de multitud de oficios que participaban
en la organización de los festejos, así
pues se habla de partidas para: garrochas, llaves de puertas de toril, vaqueros,
alguacil, veedor, mulas, borlas de las mulas, cuadras, danzantes y músicos,
nieve, sogas, cantimploras, empleados que enarenaban y allanaban, carpinteros,
herreros… Se les uniformaba a los que salían en la corrida. Hay una partida
para mozos que sacan toros (ganapanes) yendo uniformados de plateado y con
sombrero. En todas estas corridas se registra la participación de “toreros a
pie” o “toreadores”.
Por ejemplo, en 1637 hay dos “toreadores” a los que se le pagan
200 reales a cada uno. Se les paga “por el toreo que hicieron”. Y 45 reales
para las personas que hicieron suertes. Esta sería una primera diferencia entre
toreo profesional y toreo aficionado.
En 1641 se les paga a unos “varilargueros” y a unos “toreros de
a pie” por la misma corrida. Ese año los toreros cobran menos, pero se les
hacen “vestidos de torear”. Las telas eran de colores estampados. Algunas de
las telas, traídas de Francia.
En 1644 hay un partida de vaqueros que torearán haciendo “toreo
de vara larga”. Entre los nombres de toreros que se repiten hallamos los de
Diego de Olivar, Francisco de la Calle y Andrés Serrano ¿figuras de la época?
Ya en 1657 a Francisco de la Calle se le paga, 200 reales por
“el trabajo que tuvo en torear”. Para hacernos una idea de la importancia de
esta cifra diremos que por ejemplo Blas Robles, primer editor del Quijote, tuvo
unos beneficios de 4.000 reales. Cervantes, por escribir la obra, ganó 1.800
reales.
En 1657 se le pagan 170 reales a José de Ortega y Andrés
Serrano, “toreros de a pie”. En 1658 ya existen “contratos firmados por corridas de toros”. Se citan, en esos
contratos, otras corridas en las que han salido bien. Tienen que dar lanzadas a
caballo (dos), y luego tienen que dar dos lanzadas a pie.
En 1658 ya se pagaban cantidades significativas en reales por construir
12 banderillas.
En relación a las primeras referencias escritas de las corridas,
lo que serían las primeras crónicas taurinas, existe una crónica de 1613
escrita por un cura párroco. Habla de una corrida en la Plaza Mayor de Segovia.
Había 8 toros y 4 lidiadores. El último era el más joven. Llevaban capas para
torear. La plaza engalanada para tal ocasión. Menciona dicho escrito que un
torero estaba solo en los medios. Es decir, ya se habla de una organización ¿en
la lidia?
Como epílogo, Gonzalo Santonja dejo un para reflexiones que
servían como entradilla a los ruegos y preguntas posteriores:
“La Historia del toreo a pie no se puede escribir todavía. Hay
mucha documentación que todavía no se ha examinado”.
“Si la profesión de ganadero bravo está documentada en el siglo
XII, los toros bravos se crían para eso. La carne de toro era muy barata.
Obviamente, no se criaban para comer”.
“La fiesta de los toros no es que formen parte de la cultura
española, sino que son elemento constitutivo
de la cultura española”.
Para leer más de esta obra, "Por los albores del toreo a pie. Textos e imágenes de los siglos XIII-XVII”, pinchar aquí. Para leer un gran artículo del autor hablando de los toros en la cultura del exilio pinchar aquí.
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