José Garrido durante la entrevista en ‘Grana y Oro’. / Óscar Navarro
Con tan solo 19 años y en su primera temporada con los del ‘castoreño’ ha finalizado en lo más alto del escalafón menor con unos números importantes: 26 festejos, 61 orejas, 4 rabos y un indulto histórico al ser el primero que se contabilizaba en Arganda del Rey. De la mano de sus apoderados -’El Tato’ y Ferrera- este extremeño de Badajoz quiere convertirse en alguien importante en este difícil mundo de los toros. Todas las expectativas que ha levantado en este 2013 tendrá que refrendarlas la temporada próxima, con el objetivo puesto en Madrid y también en una posible alternativa.
Pocos novilleros noveles consiguen acabar en lo más alto del escalafón. ¿Se ha sorprendido usted a sí mismo?
Quizá sí que me he llegado a sorprender un poquito de lo bien que ha reaccionado la gente conmigo en este mi primer año de novillero con caballos y del comportamiento positivo que han demostrado todos hacia mí y que se ha traducido en un alto número de contrataciones.
Así es. Los números hablan de 26 festejos con 61 orejas y 4 rabos, incluido un indulto. ¿Y las sensaciones qué dicen?
Han sido positivas en líneas generales. Hay que tener en cuenta que ha sido una temporada, no de prueba, pero sí de balance que me ha servido para irme rodando de cara al futuro. En definitiva, unas sensaciones importantes, al igual que lo ha sido la temporada.
Para que un principiante en tiempos de crisis consiga esos números tiene que haber algo...
Desde luego que sí. Lo primero y más importante ser capaz de haber dado la cara en la plaza y luego también que tus apoderados hayan sabido acompasar la cosa sabiendo mover debidamente los hilos. Y en este aspecto yo tengo la suerte de contar con dos grandes apoderados como son El Tato y Ferrera que me están haciendo las cosas muy bien.
Todo le está yendo muy deprisa. Y cuando se tienen tan solo 19 años esto puede resultar peligroso si los pies no están bien amarrados al suelo...
Esta dura profesión imprime madurez, de ahí que uno tenga muy claras las cosas desde el principio para ir asimilando rápidamente todo lo que supone dedicarte a esto. Es cierto que ahora mismo, una vez terminada la temporada, todavía estoy en una nube por todo lo que ha pasado. Eso no quita para que esté haciendo un análisis profundo de las sensaciones positivas y negativas para irme quedando con lo bueno e ir mejorando muchas cosas de mi toreo. Espero que este invierno haga las cosas bien y la temporada próxima se pueda ver un José Garrido que llame mucho más la atención.
¿Qué cosas hay que mejorar y con cuáles quiere quedarse?
Quiero mejorar en la plaza y saber expresar todas las tardes lo que realmente siento cuando toreo, sin buscar cosas más allá de lo que uno vive y cómo lo vive. Y me quiero quedar con lo capaz que he estado esta temporada y con ese puntito que siempre me ha hecho tirar para adelante.
Seguro que estando con El Tato y Ferrera no le resultará difícil tener los pies en el suelo. ¿Son muy exigentes?
Pues sí, pero es que ellos han pasado por esto, saben lo duro que es y lo que quieren es que no me columpie lo más mínimo ya que al más pequeño patinazo que dé nos quedamos en la cuneta. De ahí que quieran que todo sea progresivo y válido para seguir caminando.
Lo que sí que ha demostrado es un concepto impropio de un principiante. ¿Cómo definiría usted mismo su tauromaquia?
Esto es cuestión de tirar para adelante y dejarse llevar por lo que te transmite tu inspiración en ese momento. Creo que hay que hacer el menor caso posible a la técnica y torear para uno mismo. Eso es lo que intento hacer.
Si analizamos la temporada, el inicio fue bueno pero imperaba más el corazón que la cabeza
Desde luego. Los primeros meses me podían las ganas de querer cortar las orejas y eso hacía que algunas veces arrollara la razón incluso. Luego, hacia el mes de agosto empecé a hacer más el toreo que yo quiero, ese del que hablaba antes, pues es el que de verdad me gusta y con el que la gente disfruta más.
Y así llegaron triunfos como los de Gijón, Arganda del Rey, Villaseca de la Sagra, Algemesí, Peralta, Arnedo, Zafra...
Fueron tardes casi todas ellas rotundas en las que salía de la plaza completamente lleno y, lo que es aún más importante, habiendo hecho lo que a mí me gusta y como me gusta hacerlo.
De todas las tardes ¿con cuál se queda?
La que me dejó mejor poso fue la de la abulense Casavieja más que nada por las sensaciones que viví allí. La verdad es que me encontré muy a gusto toda la tarde y salía de la plaza completamente realizado. Esa noche dormí feliz y contento conmigo mismo porque había hecho la obra de arte que quería.
El indulto en Arganda del Rey también tuvo que ser especial al entrar en la historia de esa plaza por ser el primero. ¿Cómo lo vivió?
Fue una tarde emocionante con ese juampedro exigente y bravo que me hizo estar en todo momento en alerta y con los cinco sentidos puestos en la faena. Creo que fue vibrante, llena de emoción y que trascendió a los tendidos.
En 2014 se le exigirá más. ¿Preparado para ello?.
Se ha generado una expectativa y los aficionados querrán verme en la plaza para comprobar si es cierto todo ese runrún que han escuchado sobre mi toreo. Y eso lleva consigo un poquito más de exigencia.
eladelantado.com
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