Un Pablo Romero endemoniado
JOAQUÍN VIDAL
El País – 12/07/1987
El segundo toro era un impresionante ejemplar, de 651 kilos, que nada
más aparecer impuso respeto en el redondel. Unos minutos más tarde lo
impuso en el callejón, al que saltó dos veces, limpiamente, una por la
parte de sombra -y aún quería colarse en uno de los burladeros
interio.res-, otra por la de sol, pegándose una costalada. Habría
saltado más veces al callejón, pues trotaba continuamente hacia las
tablas, mirándolas con codiciosa avidez, pero aparecieron los picadores y
entonces, nada más advertir su presencia, se arrancó a los caballos,
con endemoniada furia.Parecía endemoniado el Pablo Romero, por la saña
con que se iba a los caballos, cruzando vertiginosamente el ruedo de
parte a parte, sin atender al revoloteo de los capotes. En la primera
embestida tiró por los aires al caballo y al picador, Victoriano Cáneva,
cada uno por un lado, y aún volvió cinco veces más sobre el caballo,
volteándolo de mala manera. Montó de nuevo Cáneva la vapuleada
cabalgadura y para su desgracia, porque el Pablo Romero endemoniado, en
la acometida brutal de latiguillo, le hizo saltar de la silla y lo
atrapó en el aire, campaneándolo en los buidos pitones.
En la plaza quedó la sensación de que se había producido una cornada
fuerte. Pero también quedó la sensación engañosa de que había en la
arena un gran toro. El público confundía la velocidad con el tocino. El
toro era un mansazo, que hacía cuantas 5echorías definen a los de su
especie: se arrancaba a oleadas contra el artefacto de picar, comet~ía
el desaguisado, huía despavorido. Y los saltos aquellos al callejón, tan
vergonzantes para una ganadería brava. Saltos y oleadas, sin embargo,
el público los iríterpretó al revés, y, puesto en pie, aclamaba al toro,
pedía su indulto.
Qué barbaridad, qué delito de lesa tauromaquia.
Esplá no quiso tomar los palos en ese toro y a la gente le ofendió en lo
más profundo. No se lo perdonó en toda la tarde. Desde llamarle cobarde
hasta tirarle botellas, de todo hubo de soportar Esplá. El manso llegó a
la rriuleta sin codicia alguna. De poco le sirvieron a Esplá los
ayudados toreros, los cambios de mario floreados, algún que otro redondo
ceñido. La plaza estaba en contra suya, ¡por no banderillear!
En el quinto sólo quiso prender un par, pues volvieron a tirarle
botellas. Recogió del suelo dos -una de cerveza, otra de charripán-, y
se fue a la zona de sol, desde donde se las habían arrojado, para
dejarlas bajo el estribo. Recibió entonces una rociacla de fruta y pan, y
aguantó el chaparrón como si le lloviera agua de rosas. Ahí sí le echó
valor Esplá. Pretendió arrimarse en la faena de muleta, empezó sentado
en el estribo, continuó embarcando en redondo. Pocos pases pudo dar. No
había nada que embarcar, no había toro. Lo que había era manso-buey,
género descastado.
Así de desesperantemente mansa fue toda la corrida. Ya podía Campuzano
intentarle los dos pases a la burrería de su lote, que el toreo
resultaba imposible. Y aún más imposible para Lucio Sandín, valentísimo
con el tercero, derrochando generosidad torera al cargar la suerte y
apurar al máximo la estética del muletazo con un Pablo Romero que no
sabía embestir, sino topar.
Lucio Sandín intentaba que su torería entrara en la cerrazón del morucho
de 670 que salió en último lugar, y fue una temeridad. Fue una
temeridad, por la ralea del toro y por la actitud de gran parte de un
público que no tomaba en consideración el gesto, pues toda su fuerza se
iba en cantar y cantar.
Los cánticos, las duchas de champán, las pozaladas de agua y tinto, los
dimes y diretes, no podían ocultar, sin embargo, la sordidez de la
tarde, el fracaso ganadero, la tragedia del cornadón que le tiró el
Pablo Romero al picador con sabiduría asesina, la desolación de los
diestros, que sobre el peligro vívido, no contaron ni con la comprensión
del público. Y para remate, Esplá, cuya actuación había sido torerísima
-al estilo de los matadores antíguos que hicieron historia- aún tuvo al
marcharse un altercado en el patio de caballos, con un grupo que lo
asediaba violentamente. Tarde aciaga para todos, y para la feria del
toro, peor.
El video de "Chivito" en el siguiente enlace: http://vimeo.com/11907838
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