domingo, 30 de marzo de 2014

«Mi época más gloriosa es la actual al alcanzar el mayor grado de maestría»

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  David Luguillano durante la entrevista en ‘Grana y Oro’. / Eva Garrido
  Entrevista a David Luguillano, Matador de Toros.

Dentro de un par de meses se cumplen las bodas de plata de su alternativa. ¿Qué balance hace de este tiempo?
Para mí es un orgullo haber podido estar durante estos 25 años como matador de toros, ya que la actividad de ser torero es mi pasión. Y el balance, sinceramente, ha de ser altamente positivo pues he podido hacer durante todo este tiempo lo que más me llena. Por consiguiente, si a todo esto añadimos que aún sigo en activo, es fácil entender que me sienta muy orgulloso y satisfecho de mi carrera.
El mejor premio a la efeméride sería que contaran con usted en Valladolid este San Pedro, que fue cuando se doctoró
Sería bonito por todo, ya que la última vez que lo hice dos años atrás fui el triunfador de aquel ciclo. Además sería una manera de poder celebrar ante mis paisanos, en el mismo coso donde tomé la alternativa, y el día del patrono de los toreros, una efeméride tan importante como es la de las bodas de plata de un matador.
San Pedro, una feria en la que ha cosechado unos cuantos trofeos
He triunfado muchas veces en Valladolid, también he tenido otras tardes aciagas como sucede en cualquier otra actividad profesional. Sin duda, es la plaza a la que más cariño tengo, entre otras cosas porque es donde realmente nací. Y en cuanto a los trofeos, creo recordar que son tres ediciones en las que me he hecho acreedor del premio que otorga el Ayuntamiento.
Sin embargo, lleva dos años sin volver a esa plaza. ¿A qué se debe este olvido?
Sinceramente no puedo responder a esta pregunta, más que nada porque no sé la respuesta. Lo único que sé es que yo durante todos estos años no he dejado de entrenar un solo día con el único fin de estar preparado cuando me llamen para ésta o cualquier otra plaza.
¿Se siente querido por la afición de su tierra?
Por supuesto que sí que me siento querido por mis paisanos. Y también por las empresas, lo que pasa es que unas veces deciden contar conmigo, y para mí fenomenal, y otras pues no, de ahí que no me quede otra que seguir preparándome para cuando surja una nueva oportunidad. Yo siempre he tratado de llevarme bien con todos y realmente estar agradecido.
A lo largo de su trayectoria ha realizado alrededor de cuarenta paseíllos en Las Ventas. ¿Qué tarde ha sido la más completa?
La más significativa fue la de la confirmación, en 1991, con toros de Sepúlveda. Más que nada porque quedó en el recuerdo de los aficionados. Luego también ha habido grandes tardes como la del 2000 con los de Javier Pérez Tabernero, otra con un toro de Bohórquez, con otro de Moura, con el de Valdefresno... Es decir, muchas faenas importantes a lo largo de mi trayectoria en esta plaza en la que se me sigue recordando y queriendo. Y es que de verdad que así lo percibo yo cuando voy de espectador y muchos aficionados me preguntan cuándo pienso volver a torear allí. Y realmente nada me haría más ilusión ya que son unos cuantos años sin hacer el paseíllo en Las Ventas.
Del 2000 al 2003 entró en las principales ferias del país. ¿Pudo ser aquella etapa la más gloriosa para David Luguillano?
Fue muy bonita porque triunfé y toreé en muchos lugares. En lo numérico, desde luego que sí fue la mejor etapa de mi carrera, pero pienso que la más gloriosa es la actual, dado que es cuando más formado me veo, con un estado físico estupendo y con un nivel de maestría, tanto en lo que respecta al oficio como en la forma de entender el toreo, que jamás he tenido.
En 2004 comenzó su particular calvario. ¿Qué pasó?
Sufrí varias lesiones que se fueron concatenando unas con otras. Tuve en ambos brazos epicondilitis, más conocida como codo de tenista, y posteriormente me intervinieron de la espalda y del hombro. Cuatro operaciones en cinco años en los que no pude estar al cien por cien, de ahí que sin dejarlo del todo fue un volver a empezar.
Tras recuperarse de todas las lesiones cortaba tres orejas en Vistalegre en 2006, pero aquello no se tradujo en contratos. ¿Por qué?
Yo me limito a darlo todo cuando toreo y últimamente estoy triunfando en todos los festejos en los que participo. De lo que puedo hablar es de que mi trayectoria se ha basado en la regularidad, pero lo que desconozco es por qué no toreo más.
¿Qué queda de aquel chaval que el 13 de mayo de 1990 tomaba la alternativa de manos de Roberto Domínguez y Ortega Cano?
Queda aquella ilusión y aquella pasión que sentía por esta profesión. Han pasado muchos años desde entonces, infinidad de cosas, unas buenas y otras no tanto, pero nadie me podrá arrebatar lo que siento por el toro, más que nada porque forma parte de mí. Y es que sin torear y sin disfrutar del toreo se me haría imposible entender la vida.

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