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Digamos, en síntesis, que los de Escobar tenían tendencia a ceñirse cuando no iban directamente al cuerpo de los toreros, el viaje corto, la cara por la nubes o a media altura en el mejor de los casos, eran reservones y con grandes dosis de inteligencia. En el caballo en general se dejaron dar de lo lindo, con la cara arriba, teniendo que salir los picadores a buscarlos. El mejor el serio quinto, boyante, permitió una faena larga.
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