lunes, 19 de enero de 2015

FUSIONES E ILUSIONES


Tanto y tanto como se está “largando” en el letargo invernal y que poco novedoso encuentro de cuanto con verdad se habla o leo de toros, crisis incluida.
En el futbol, cada aficionado asume el papel de crítico de jugadores, entrenadores,  directivas…y en la barra del bar regatea y mete sus goles imparables para llevar a su equipo a la salvación, al menos. Sin embargo, en los toros, pese a compórtanos igual, nadie se atreve a dar con la solución para el momento actual que atraviesa la Fiesta.
El motivo es que la afición taurina no es tan vehemente como la del balompié y sabe que los “favores” con que cuentan aquellos clubs no llegan a nuestros ruedos en los que practicar y difundir arte está gravado, perseguido y mal visto por los enclenques políticos que dicen estar con nosotros. ¡Mentira!
Hemos de  conformarnos, y menos mal, con que, ante el maltrato que el propio Gobierno nos dispensa a través de su Ministerio de Asuntos Exteriores para no incluir la publicidad de la Tauromaquia a través de la “Marca España”, (incumpliendo el compromiso adquirido de protegerla y fomentarla) con que un grupo empresarial, del que ignoramos datos jurídicos o  mercantiles,  compuesto por el mejicano Alberto Bailleres, el francés Simón Casas y hasta un español, José Cutiño, se hayan unido bajo el nombre  de “Fusión Internacional por la Tauromaquia"  para promocionar los toros en la tierra de la madre que los parió, se inventó la susodicha e incluso para promocionarnos en el extranjero.
Por mi parte, bien venidos sean pero, por deformación profesional siempre sospecho y me gustaría tener una mejor, más completa y sobre todo, trasparente información al respecto, aunque insisto, bien venido sean todas las iniciativas que nazcan ante la orfandad en que nos han dejado nuestro tutores, léase Gobierno.
Nuestro “Joselito” (José Miguel Arroyo) del siglo XX, medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en manifestaciones recientes,  elogia a sus colegas, pero solo a los que están a la cabeza del escalafón y bajo el auspicio de las “cuadras ganadoras”. No sé lo que opinaría sobre el  particular su sempiterno apoderado Enrique Martín Arranz, aunque me temo que no  le gustará nada eso de los apoderamientos masivos que se cargan, como las fabricas, la mano de obra artesana.
El “Sector” está preocupado, en peligro,  por lo que a todos nos atañe, pero ¿cuántas veces se han reunido con los clientes y les han escuchado?. ¿De qué forma piensan llevar gente nueva a las plazas de toros? ¿Se percatan que para ver una ganadería, simplemente verla en su hábitat, hay que pagar un valor añadido al ganadero además de los consabidos gastos que supone un desplazamiento? ¿Se creen que los nuevos aficionados están deseosos de presenciar las lidias monótonas y faltas de emoción de los que se fueron y pueden volver, como Paquirri, el Soro, Espartaco…, si lo que nos gusta son lidias con sellos distintos, nuevas o incluso de antaño, como las de “Frascuelo”, por ejemplo.
Particularmente a mí, que le presidí varias tardes en el Coso de Pignatelli de Zaragoza, me encantaría su retorno si aún conserva  la verdad de su toreo e incluso la del José  Tomás triunfador de las Ventas, sin escatimar su arte y valor a dos o tres actuaciones en plazas de menor entidad, a cambio de acabar con el papel porque ellos no han visto que la Fiesta por excelencia es posible practicando el toreo variado, autentico, pasándose los toros-toros por donde se trasmite emoción. No, no me gusta que cierto empresario dijese con ligereza, aunque con verdad,  que “Paquirri, Espartaco y Joselito me arreglaban un par de carteles”.
Le recuerdo que existen matadores de toros que están dispuesto a lo que haga falta, con tal de torear e incluso, lamentablemente pagando y a ellos también nos gustaría verlos, al fin y al cabo son más cercanos a nosotros, mas del pueblo que los “intocables” del escalafón que se apuntan hasta a las plazas de talanqueras.
En cuanto a los toros a lidiar sigo opinando que en la variedad está el gusto y que las figuras, como siempre lo hicieron,  han de mostrar y demostrar su poderío ante los mejores y estos se encuentran en todas las camadas, incluidas las mal llamadas toristas, alternándolos para conseguir otro de los retos actuales, la supervivencia  ganadera.
El aficionado no mira las cuentas de los toreros, apoderados, ganaderos o empresarios…, desean que ganen el dinero preciso para su supervivencia pero aquellos si han de velar por la economía de sus posibles clientes si de verdad lo que pretenden con estas fusiones es el resurgir taurino,  pero por favor,  pactado con dignidad y  no solo a base de los débiles.
Me consta que existe una nueva ilusión juvenil que desea una renovación de la tauromaquia para adaptarla a los tiempos actuales,  pese a la también necesaria presencia y existencia de los mal llamados “talibanes” (puristas). Disfruto cada vez que les escucho, llámense aficionados prácticos o no, poco amigos del asociacionismo a la antigua usanza, es decir de las peñas, sino de la práctica, del estudio y disfrute de la tauromaquia escrita, pintada, oída  o visualizada, a falta incluso de otros festejos taurinos.
Buscan el resurgir y no a base de tragedias ni de fenómenos como “El Cordobés”, (¡ojalá surgiera otro igual!) que no lo conocieron y quieren ser escuchados para lograr y disfrutar de su despertar taurino aunque lo primero que precisan es que los empresarios, les conozcan, escuchen, convoquen y piensen, ante todo, que no son oposición y que están a favor de lo que se está cociendo. Pero ellos son el futuro y tienen sus ideas.

Fernando S. Gª Terrel

Zaragoza, 18 de enero de 2014

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