Mucha historia tienen a las espaldas los ejemplares de la ganadería de Barcial. Su titular, Jesús Cobaleda González-Zapatero, se desplazó hasta la localidad para iniciar el ciclo de charlas organizadas por la peña taurina ‘El Encierro’ dentro de las XXII Jornadas Taurinas. Comentó cuáles fueron los orígenes de la ganadería, cómo subsisten actualmente y la incertidumbre que rodea al futuro.
Francisco Salamanca, de la peña taurina, quiso destacar al comienzo las razones de la elección de Jesús Cobaleda como ponente. “Nos hemos caracterizado desde los inicios como defensores del toro como base de los espectáculos taurinos”, señaló, lo que se entiende como la razón principal del gran interés por un encaste como este, que sobrevive frente al toro comercial, el más deseado por los toreros en la actualidad.
Jesús Cobaleda se remontó a 1910, cuando José Vega, un personaje algo estrambótico según se cuenta, juntó vacas de Veragua con sementales de Santa Coloma, dando lugar a los famosos ‘patas blancas’, seña de identidad de la ganadería. Buscaba una mezcla de ambos y lo consiguió, con un pelaje único en blanco y negro, y blanco y colorado. Pero “no vio nada de lo que inventó”; sus astados no llegaron a ser lidiados. Los siguientes propietarios fueron los hermanos Villar, dos influyentes ganaderos. Ellos empezaron a poner su producto en venta y en 1924 se lidiaron sus bravos, aunque con poco éxito. Más adelante, Arturo Sánchez Veragua compró la ganadería a los hermanos Villar y la trasladaría a Salamanca. Se convirtió en una ganadería asidua en Madrid y protagonista de la conocida como ‘Corrida del siglo’, en Plasencia, en el año 1943; se cortaron todas las orejas, todos los rabos y tres patas.
La ganadería se dividió en 1950, y una de las partes fue Sánchez Cobaleda —eliminando el nombre de Sánchez en la actualidad por temas comerciales—. En este momento ya estaba en manos del abuelo del invitado y ponente, y la ganadería era protagonista de los festejos de Madrid, Valencia y Pamplona. Pasaría a su padre y tío y a la vez a conquistar tierras francesas, conservando su éxito en el país vecino hasta el día de hoy.
La situación no es fácil para ninguna ganadería en estos momentos, pero menos para una minoritaria. Cobaleda habló también de cómo se organiza su casa hoy en día. Poseen varias fincas: en ‘Barcial’ es donde los astados pastan, grandes dehesas donde solo están los machos; en ‘La Torre’ ubican a los mansos; y en ‘La Matilla’ a las hembras. La camada es muy reducida en comparación con la de hace años, tan solo poseen 140 vacas, aunque tienen intención de ampliarla. Manejan los bravos con bueyes y cada vez menos con caballos, y estos mansos son de la casa. Sus astados acusan el cambio de tiempo y se enfrentan entre ellos en ocasiones, pero se tratan al estilo tradicional: “No usamos ni fundas, ni cepillos, los toros solo están en espacios grandes y se los alimenta todo el año”.
La sanidad en el ámbito ganadero y las subvenciones han acarreado numerosos problemas a las ganaderías, como así reconoció Cobaleda: “Se han perdido familias históricas”. A la espera de que Bruselas se pronuncie sobre las subvenciones de vacas, el ganadero atisbó que la situación cambiará considerablemente: “Subirá el precio de los toros y habrá ganaderías que directamente desaparecerán sin remedio; algo va a pasar”.
La situación con los toreros es variopinta. Una de las preguntas por parte de la peña taurina estuvo relacionada con los jóvenes salidos de la escuela taurina de Salamanca. Cobaleda explicó que hay muchos muy preparados que no se pierden un tentadero, mientras que otros “solo quieren Domeq”, en relación con el tema de los toros más comerciales.
Mantener este encaste, según las palabras del ganadero, continúa “por el peso de la tradición y la pasión por este mundo”; “Creemos en este tipo de toro”, señaló. Asegura que, aunque es minoritario, este encaste es demandado como algo “selecto”. Afirma también que aunque muchas ganaderías no lo reconozcan o no les guste “el festejo popular ha salvado la grave crisis sufrida”. Actualmente sus ejemplares van destinados a los de Castellón, Guadalajara o Castilla y León.
Su mercado en Francia también es amplio, y cobaleda explicó, a grandes rasgos, las diferencias de la afición taurina en España y en el país galo. “En Francia son más puristas”, señaló. Aseguró que, desde la compra hasta la lidia del astado, cuidan los detalles y es el pueblo el que elige a los toros; “Las plazas están llenas, hay silencio y respeto y se cuida mucho poner el toro al caballo bien”. En España ir a los toros es una fiesta, como reconoció, y aunque los franceses comienzan a imitar ciertos aspectos como los de las peñas, no está en su cultura.
En un negocio familiar en el que han volcado su vida, Jesús Cobaleda es ahora el responsable, pero su padre y anterior propietario vive con incertidumbre lo que les depara el futuro a ganaderías y encastes como el suyo: “A veces se desanima, dice que esto desaparecerá, pero le decimos que no, porque hay que intentar mantenerlo”. Por su parte, Francisco Salamanca, en nombre de la peña taurina, manifestó que su mantenimiento es algo por lo que vale la pena apostar para que vuelvan a las plazas españolas, de las que sí tienen alguna oferta, como reconoció Jesús Cobaleda.
Para finalizar el acto, el presidente de la peña taurina, José Luis Escudero, hizo entrega de una escultura taurina como obsequio a Cobaleda por su participación y apertura de las Jornadas. El próximo viernes, el protocolo de actuación de los encierros será el tema sobre el que verse la segunda charla de este ciclo. Para el día 20 los invitados serán Emilio de Frutos y Marco Antonio Gómez, matadores de toros que contarán lo más destacado de su interesante trayectoria.
eladelantado
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