Un buen amigo me ha regalado un cuadro de una
litografía de La Lidia, Cogida de Punteret en Montevideo.
Joaquín Sanz Almenar “Punteret”, el torero
valenciano, nacido en Játiva, el 26 de febrero de 1888, en la plaza de la Unión
de Montevideo al tratar de banderillear sentado en una silla al toro “Cocinero”
de la ganadería de D. Felipe Victova, recibió una cornada que le quito la vida.
Aquella cornada tuvo grandes consecuencias aparte de la muerte de Punteret, fue
motivo de la prohibición de las corridas de toros en Uruguay, a petición de los
diputados de la capital, a quienes impresionó fuertemente la desgracia del torero
valenciano.
EL ARTE EN UNA SILLA
"Pide una silla, se sienta y da un pase sin levantarse.
Sigue colosal. Hay un pase de pecho tan ceñido que le da el toro con los
cuartos traseros. (Entusiasmo y música) Da unos naturales, cambiando la muleta
por la espalda. Es el resurgimiento de su vida torera. Como en los buenos
tiempos: artista, florido, elegante, valiente. Se llena el ruedo de sombreros.
El toro le coge y le derriba. Emoción y sentimiento en el público. Se repone y
vuelve al toro confiado. Las ovaciones no se interrumpen". (Gregorio Corrochano,
ABC del 31 de julio de 1918)
Al quiebro esta suerte consiste en citar al toro sentado en una silla y
marcarle la salida al llegar al terreno y echando a un lado los brazos y parte
superior del cuerpo, levantándose al humillar la res y dar frente al costado
ante el que cuadra y se para, clavando las banderillas libre ya del derrote. El
toro embiste a la silla, que suele llevarse en las astas,
El primero que lo realizo fue el torero Rafael "El Gallo" en 1918, son una serie de pases sentado sobre una
silla en el centro del ruedo.
El pase de la silla es uno de los pases que a día de hoy todavía se
realizan, como es el caso del torero Morante de La
Puebla.
Rafael pide una silla./ ¿Silla?, ¿Una silla?.
De paja/ Ya han encontrado la alhaja./ Ya se sienta en su Sevilla/ cálculo de
maravilla/ Tres de maestro le ha dado/ alto, de pecho, ayudado/ En trono de
querubines/ y cantando por bajines/ Todos de pie y él sentado.
Gerardo Diego
sentado en silla de anea.
El modesto torero Manuel Álvarez Prieto
"El Bala" fue herido en un banderillas plantados al quiebro en una
silla, y tuvo que ser amputada su pierna derecha a la altura del muslo. Esto sucedió en la década de
1970 en San Sebastián.
Debió acabarlas Antonio Carmona Luque (Gordito), matador de
toros sevillano (1838-1920) que en sus años diez años de banderillero
(1853-1863) le gustaba poner banderillas sentado en una silla. Sin embargo,
otros diestros se le anticiparon en siglos, especialmente los navarros, ya
que a los toros de casta navarra, prontos y rápidos, eran muy apropiados para
los más diversos juegos en las plazas. Pero Gordito colocó la
tarde del (18-09-1858), en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y
“por primera vez aparece esta manera en el toreo” –dicen algunos tratadistas,
lo cual no es cierto-, un par de banderillas en silla. Sin embargo, el
sevillano no lograba realizar su especialidad ante toros de otras castas,
como la castellana, de siempre más inciertos en sus acometidas.
En la Plaza de Toros de Madrid, el (20-06-1861), se lidiaron seis toros de don Vicente
Martínez, por Cayetano Sanz y los Panaderos, hermanos
–Manuel y José- de Gordito. Éste comenzó sus quiebros en el segundo toro. A
poco de su salida colocó un pañuelo en la arena, púsose encima y, dejando
llegar a la res, la cambió a cuerpo limpio, sin que la cosa despertase gran
entusiasmo. Pero en el quinto toro logró que éste se desbordara,
banderilleándole solo y sentado en una silla. He aquí cómo describe su
faena Carmona Jiménez en el citado Boletín de Loterías y Toros:
«El Gordito, apenas hecha la señal de banderillas, cogió una
silla y se fue al toro. Antes de ponerse en suerte y, por consiguiente, de
sentarse, le acometió, librándose de él por medio de un pase con la misma
silla, que le valió un aplauso. Sentado, en fin, citó al bicho, el que
arrancó por el lado contrario al que le citaba el diestro, y tan rápidamente,
que le obligó a colocarlas banderillas algo bajas par tener que salir del
embroque con mucho brío para no ser cogido. pero que no fue obstáculo a que
sonase un estrepitoso palmoteo, porque casi no es posible
explicar cuándo colocó los palos ni por dónde se marchó el diestro. Tan
instantáneo fue el movimiento de arrancar el toro, meter los brazos y
levantarse de la silla, de donde apenas se separa. Vuelto a sentarse en ella,
dejando colgada la montera al lado derecho de la misma, que es adonde
se inclina para llamar al bicho, y ya más aplomado el toro, fuése acercando
paso a paso, arrastrándose en la silla con notable tranquilidad hasta quedar
a unas tres varas del toro; una vez allí le alegró hasta que arrancó a
él, y haciendo un cambio y dejando colocado en el morrillo un excelente par
de banderillas, se libró del hachazo, que todo le aguantó la silla,
rompiéndose en mil pedazos. Frenéticos y entusiastas aplausos resonaron por
toda la plaza, y eso que no puede aplaudirse en el momento porque es suerte
que aterra.»
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POEMA
DE RAFAEL DUYOS A RAFAEL ORTEGA 'GALLITO'
En medio del redondel
cita sentado en la
silla
-silla trono de
Sevilla-
-¡Sevilla de Rafael'-:
y no hay copla ni
pincel
que copie al niño
gitano
cuando muleta en la
mano
-voz de Serva la Barí-
entona el kikirikí
con gracia de
soberano...
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