….En una novillada antes habíamos salido por la Puerta Grande de Barcelona, y nos repitieron a los dos con lo de María Antonia Fonseca. Fue una novillada con genio... salió fuertecita, con motor». Esta novillada la había enviado para Cataluña Teodoro García Sanchón, conocido como «Matilla» y emparentado por vía materna con los Pérez-Tabernero. Con el sempiterno Faria envuelto en papel de fumar entre los labios, Matilla, que debía su seudónimo a su abuelo materno, un tratante de ganado de principios del siglo XIX que se había establecido en Matilla de los Caños del Río, había intentado primero ser torero para cambiar su condición, pero renunció el día en que, después de haber triunfado en Valencia, el empresario le propuso volver al mismo precio: 1000 pesetas, lo que no cubría los gastos. Gracias al apoyo de sus amigos ganaderos, se convirtió en el ojo derecho de Balañá en Salamanca, que entonces era la capital del toro bravo, y después en el hombre de confianza del que sería uno de los empresarios más poderosos del mercado. Una dinastía que no iba a dejar de crecer acababa de nacer……………….
Los detalles de esta venta sólo puede revelarlos Teodoro Matilla, hijo de Matilla viejo. Desde muy temprana edad, se hizo figura del campo charro. Con doce o trece años acompañaba a su padre por doquier, y el viejo Balañá no veía más que por Teodorito. Con visitar una carnada en septiembre era capaz, con un solo golpe de vista, descubrir qué ejemplares faltaban a la siguiente primavera. Dotado de un ojo infalible y una memoria enciclopédica, «Teodorito» Matilla iba a suceder pronto a su padre en la Casa Balañá, de la que se haría gerente veinte años más tarde, antes de que le fuera confiado el destino de La Monumental de Barcelona, ala que el separatismo radical haría imposible seguir explotándola sin perjudicar otros intereses. El problema, en lo que nos concierne, es que Teodoro hizo de la discreción una verdadera institución. Pocas fotos, ninguna entrevista y menos aún confidencias. Como una araña situada en el centro de su tela, a través de la cual sus hijos se expanden por las cuatro esquinas del mundo taurino, sin salir de su oficina de Salamanca donde lo tienen confinado problemas respiratorios, su poder se extiende sobre muchas ganaderías y plazas, bien a través de la venta de toros, bien gracias a los numerosos toreros cuyas carreras administran sus hijos. «En la historia que me han contado, dice Moisés Fraile, Domingo Fonseca no le vendió este toro al Raboso... Según la leyenda, Teodoro le deja uno que le había sobrado de Barcelona. Se lo dio. Debió de ser un toro muy grandón y muy feo con el que Pepe Raboso hizo toda la ganadería. Una vez se lo pregunté a Teodoro Matilla y me dijo que era mentira...». Para averiguarlo, una única solución. A la tercera llamada, Teodoro se rinde, vacila un poco, y después da su versión de la venta : «Hay pocas cosas que contar. Fueron 75 vacas y un toro». El gerente genial de la Casa Balañá, cuyo imperio se extiende a través de sus hijos a ambas orillas del Atlántico, no dirá másVivió aquí en Fuentes hasta que murió. Todas las tardes venía andando y se sentaba a tomar un café. Estaba casado con una señora de aquí. Vivían en Salamanca, pero les fue tan mal que se vinieron en el pueblo. Se arruinó total».»
PD: "DE CASTA LE VIENE AL GALGO"
Fuente:Tierras Taurinas-Opus 12
Fuente:Tierras Taurinas-Opus 12
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