Antonio Miura reconoció que 170 años de existencia de la
ganadería Miura dan para varias conferencias, pero acertó a resumir con
conocimientos y mucha campechanía detalles de los toros de su ganadería,
de los toreros que a los que les tocó lidiar, de las distintas épocas y
situaciones que vivió y de los muchos éxitos y algún momento malo en
una biografía tan densa como exitosa. Miura recordó que «la ganadería
fue cogiendo nombre desde los inicios, aunque el toro de Miura ha ido
evolucionando a la par que las corridas de toros y con los tiempos hasta
encontrar un animal que se iba adaptando a los nuevos tiempos, pero sin
perder su sello de identidad».
Ganaderías y figuras
No rehusó hablar de la fama que persigue a las figuras de
no querer enfrentarse a este tipo de ganaderías y afirmó que «es humano
que los toreros se acomoden a la hora de elegir ganadería aunque no es
menos cierto que tampoco el público exige lo suficiente. Yo, si fuera
torero, a lo mejor también lo haría», se sincera el ganadero.
Buena temporada
Preguntado por el balance de su ganadería en la temporada
recién terminada fue tajante «estamos muy satisfechos a pesar de la
crisis, porque los éxitos cosechados en plazas importantes compensan
actuaciones más flojas en plazas de inferior categoría, aunque en
ocasiones ocurre a la inversa. En cualquier caso es en plazas
importantes donde más repercusión tiene la calidad de nuestra ganadería.
Al final, el ganadero, lo que mira es el número de toros lidiados y el
porcentaje de ellos que ha merecido la pena torear». Aunque la crisis no
parece haber afectado a esta vetusta ganadería Antonio reconoce que
«nos ha influido a todos aunque en el caso de los Miura no de la misma
forma que a otras, hay que reconocer que hay gente que lo está pasando
muy mal. Ahora la cosa está muy complicada».
En el último tramo de su intervención, Miura reconoció
que se le agolpan los buenos recuerdos de tardes memorables en Pamplona y
Nimes pero, sobre todo, en Sevilla y muy especialmente una corrida en
1971 en la que salieron a hombros el mayoral y los tres espadas tras
desorejar a los seis astados, con un resultado de cuatro orejas para
Limeño, dos orejas para Palomo Linares y otras dos para El Hencho. «Eran
los tiempos -recuerda el menor de los Miura- en que se salía a hombros
por la Puerta del Príncipe con dos orejas dependiendo de cómo se
hubieran conseguido dichos trofeos». También tuvo un recuerdo muy
especial para el día en que en Nimes, un 26 de mayo de 2012, el torero
salmantino Javier Castaño se encerró en el coso francés con seis Miuras.
hoy.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario