'La Verdad' revela documentos que evidencian más solera de la aceptada hasta hoy
Decano de los clubes taurinos del mundo, el de Murcia fue
fundado el mismo día en que se inauguró La Condomina, el 7 de septiembre
de 1887, cuando un grupo de amigos decidió organizarse para impulsar la
afición en la ciudad. Su entusiasmo fue determinante si tenemos en
cuenta que el acta fundacional de la nueva sociedad describía como «no
muy buena» la corrida de Murube que lidiaron Lagartijo, Lagartija y
Mazzantini. Los socios se comprometieron a desembolsar 50 céntimos
mensuales en beneficio del club, que presidió don Ginés Riquelme.
El documento, fechado el 7 de septiembre, revela que el
objetivo de los socios fundadores era formar «una peña, reunión o club
que se dedique a fomentar los toros, ahora que hoy se ha inaugurado
nuestra hermosa plaza». Además, indica el lugar habitual de reunión del
club, «hasta poder contar con un local propio si conseguimos reunir a 20
amigos»: La Casa del Tío Ginés, en el número 3 de la calle Riquelme.
Hasta aquí la versión que tradicionalmente se ha admitido
sobre la creación del club. Pero 'La Verdad' revela hoy datos inéditos
que prueban cómo este club, con otra denominación y otros socios, ya se
estableció casi una década antes. El diario La Paz de Murcia, en su
edición del 26 de septiembre de 1878, recoge la noticia de la
constitución de «una sociedad taurina compuesta de unos 40 socios que no
tienen otro objeto que divertirse a poca costa, pues que, por el número
que son, de las pérdidas, si las hay, les tocará a poco».
La crónica evidencia que este grupo de murcianos incluso
lograron el arrendamiento de la plaza «con todos los derechos anejos a
ella». Y para dirigirla eligieron una junta «que la componen los señores
Aceña, Fontes Contreras (D.L.), Cayuela y Piqueras».
La existencia de esta junta especial para administrar la
plaza, diferenciada de la propia sociedad, es una prueba de que el nuevo
grupo se fundó con el objetivo de funcionar como un club taurino para
«divertirse a toda costa». Y así parece que lo hicieron. En diciembre de
aquel año, La Paz también referirá que «el domingo estuvieron de gira
en el monte muchos de los individuos de la Sociedad Taurina». Su primer
presidente fue Pedro Aceña Navarro.
En 1879, el 13 de julio, La Paz aportaba nuevos datos sobre
la institución al explicar que estaba formada por «cincuenta personas
conocidas de todos los partidos y de diversas clases y profesiones, y se
entienden, y se estiman, y marchan a un fin».
La Sociedad tenía arrendadas tres octavas partes de la
plaza, más el derecho a arrendar otras cuatro partes a los herederos de
José Carmona. Quedaba solo una pequeña porción, propiedad de Francisco
Sánchez. La Sociedad adquirió su participación en escritura pública
fechada el 23 de octubre de 1878, otorgada por las hermanas Carmen y
Carlota Stárico y Petra Lozano Sánchez. Posteriormente, los herederos de
José Carmona también se comprometieron a ceder su parte mediante un
«contrato de promesa» que se ratificaría cuando Francisco Martínez
accediera a contratar su octava parte proindiviso. Pero Martínez se
oponía.
De aquella negociación darían cuenta los papeles periódicos
El Toreo y el Boletín de Loterías y Toros. Sin embargo, el contrato de
arrendamiento de Martínez había expirado «perjudicando notablemente los
intereses de sus condueños y de los arrendatarios que suscribimos este
documento». La cuestión acabó, como no podía ser de otra manera, en los
tribunales. Entretanto, diferentes personalidades murcianas, entre los
que se encontraban Juan de la Cierva, Antonio Fontes y hasta el Marqués
de Ordoño, mediaban por alcanzar un acuerdo.
Martínez accedió finalmente, pero exigiendo el privilegio
de disfrutar de un palco de preferencia, más una cantidad económica, a
cambio de otorgar el arrendamiento por 4 años. Después de diversos
encuentros, Martínez se conformó con el dinero, unos 400 reales anuales.
Con este preacuerdo, la Sociedad comenzó a preparar dos corridas y el
notario el borrador de la escritura. Sin embargo, cuando Martínez acudió
a la notaria para firmar, manifestó su voluntad de disfrutar también de
un palco para cada uno de los festejos en programación. Y tampoco hubo
firma.
Estos datos fueron publicados en un comunicado oficial de
la Sociedad en los diarios como respuesta a «diferentes versiones,
muchas de ellas maliciosas», sobre el enfrentamiento con Martínez. La
Sociedad lamentaba la situación, a pesar de trabajar en beneficio de
Murcia, «en cuyo provecho hemos tratado de arrendar esta plaza de Toros,
sin idea de lucro alguno».
Desde La Paz animaban a la Sociedad a mantener las corridas
propuestas, en la inteligencia de que «una octava parte es imposible, a
nuestro entender, que en ninguna clase de Tribunal se pueda anteponer a
las demás y privarlas del derecho que tienen». El comunicado de la
Sociedad surtió el efecto deseado y aquella misma tarde se alcanzaba un
acuerdo con Martínez. Los toros de Muruve y del Marqués del Saltillo
para Lagartijo y Manuel Molina -por percance de Gallito Chico- ya podían
comprarse.
También muy pronto, la Sociedad comenzaría la labor
humanitaria que más tarde distinguiría al club taurino a lo largo de su
historia. El primer acto que comandó la Sociedad fue una recogida de
fondos para remediar a un matrimonio joven que acababa de perder su
vivienda y su tienda en un incendio acaecido en la calle de San Antolín.
Para ello se organizó una corrida de novillos que recaudó 3.453 reales,
más otros 3.322 de las suscripciones voluntarias. Durante la trágica
riada de Santa Teresa, la institución movilizó a sus socios para
remediar a los afectados con 1.000 libras de pan, que fueron repartidas
en Nonduermas, entre otros diversos donativos. Alguno de ellos alcanzó
las 1.000 pesetas de la época.
laverdad.es
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