Agustín Castellano Martínez 'El Puri', matador de toros y empresario
LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO BUJALANCE, 12 NOVIEMBRE DE 1944.
TRAYECTORIA TRIUNFO COMO NOVILLERO Y TORERO (1960-1975). FUNDADOR DE REPUESTOS EL PURI.
El bujalanceño Agustín Castellano Martínez El Puri es lo que ahora se suele denominar un hombre reconvertido a sí mismo, un niño que nació para triunfar en el toreo y que así lo hizo mientras que pudo o le dejaron, ejerciendo como figura en Las Ventas, Bilbao o Córdoba, pero que también ha sabido sufrir las penalidades de la faceta menos amable de la Fiesta Nacional. La de perder dinero por no cobrar lo estipulado tras participar en un festejo o la de resultar engañado por tantos como se aprovechan del patrimonio de los jóvenes matadores de toros para introducirlos en negocios aparentemente prometedores, para luego dejarlos sin beneficios. A pesar de ello, gracias al apoyo económico y moral de grandes personas, cuando Agustín Castellano dejó de vestirse de luces, pudo comenzar una nueva etapa. Realmente él siempre fue consciente de que tenía que buscarse un sustento alternativo al de matador de toros, por si algún día sufría una cogida grave. Por eso, cuando no tenía corridas, se dedicaba a vender mantecados, a hacer bolsas de navidad para los plateros, organizaba monterías, fue empresario taurino, vendedor y repartidor de todo tipo de productos, desde multicopistas a papel higiénico. Hasta que poco antes de su retirada definitiva de los ruedos, en 1975, decidió dedicarse a la venta de repuestos de automoción, quizás para rememorar su primer oficio en la vida, la de aprendiz en un taller cuando tenía solo 11 años. Primero abrió con un paisano suyo una pequeña tienda en Reyes Católicos, hasta ir creciendo poco a poco, gracias a la ayuda fundamental de sus cuatro hijos (Francisco José, Agustín César, Gabriel Antonio y Eduardo). Varones nacidos de su matrimonio con Conchi Martínez, de la que se enamoró nada más detenerse en sus ojos azules cuando toreaba una novillada en el pueblo de ella, Ejea de los Caballeros (Huesca). En la actualidad, la empresa de Agustín Castellano, Repuestos El Puri, se encuentra implantada no solo en Córdoba, sino también en Peñarroya, Montoro y Rute. El apodo El Puri le viene de su abuela materna, Purificación, y de sus tíos, que eran conocidos como los hijos de la Pura, principalmente uno que estaba soltero, José Martínez Salguero, y que fue el que le costeó económicamente sus comienzos en la tauromaquia. Ama tanto el toreo que es capaz de apreciar belleza hasta en una aparatosa cogida que sufrió, simplemente porque este suceso fue similar al que causó la muerte a Manolete en Linares.
--Su infancia transcurrió en un Bujalance que aún se curaba de las heridas de la Guerra Civil.
--Soy el tercero de cuatro hermanos. Recuerdo la iglesia de San Francisco, derruida por las bombas. Era muy travieso, por lo que no era raro que cada dos por tres los municipales me trasladaran al cuartelillo de la plaza del Ayuntamiento. De aquella época recuerdo a Los Piones (que quisieron ser toreros), Francisco Ramírez, Paco Arévalo, Juan Bazán, entre otros. Mi padre compraba fruta a mi tío El Puri y luego mi madre la vendía en la plaza. Pasaba mucho tiempo en casa de mi tío porque gozaba de mejor posición económica y allí podía comer carne. Un día mi tío me dijo: "¿Tú quieres hartarte de carne? Pues, para hacerlo, tienes que ser torero".
--Y fue su tío quien lo animó a prepararse para ser un día matador de toros.
--Sí. En el colegio solo estuve un año. Fui a la escuela de don Andrés El colillero , que era como lo llamábamos, ya que para evitar que nos pegara con la regla le buscábamos colillas para que él pudiera hacerse un cigarro. A los 11 años me colocó mi padre en el taller de coches Minerva y pensé que ese no era mi futuro. Mi tío me comentó que si quería ser torero me podía llevar a la finca Españares, del ganadero Rafael Espinosa de los Monteros, junto a la Venta El Charco, cerca de Cardeña. Me puse delante de una becerra y parecía tener capacidad. Me gustaba ese mundo. Mi tío me había llevado a muchos festejos, el primero una novillada con caballos en Andújar.
--En la casa de Espinosa de los Monteros inició su aprendizaje.
--Con 15 años me trasladé a vivir allí hasta 1970 cuando me casé. La casa estaba en el Brillante, en la calle Helvia Albina (madre de Séneca). Empecé a entrenar con Gabriel de la Haba Vargas Zurito y Rafalito Cruz Conde, con todos los de la época. Corríamos por llanos que había junto a La Salle o por el parador de la Arruzafa.
Desde que se casó El Puri ha vivido con su mujer en la calle La
Palmera, de Santa Rosa, pero luego compraron una vivienda en el campo, donde se encuentran tan a gusto, con sus cuatro perros y rodeados de aire puro.
--¿Cómo le fue con los apoderados que tuvo?
--He sido muy desgraciado con ellos. Llegué a triunfar en Madrid con Luguillano y pusimos el cartel de "no hay billetes" en agosto de 1967. Debí ganar en ese mano a mano 280.000 pesetas y, cuando acabé la temporada, el apoderado me ajustó las cuentas y solo me habían sobrado 50.000 pesetas, después de haber toreado 28 corridas. Las cuentas no me salían. Rompí la relación con este apoderado y tampoco funcionó con otros. Mis apoderados solo venían a por mi dinero y no pude alcanzar lo que quería ser, una figura del toreo. En el toreo se necesita tener por detrás a alguien que quiera que triunfes. Conseguí torear una corrida con Miuras en Bilbao, el 25 de agosto de 1968. Mi apoderado me dejó solo, mientras se fue a Almagro a montar un espectáculo con Karina y Los Bravos. Compartí cartel con Dámaso Gómez y Agapito García Serranito . Ese día gané 130.000 pesetas, mientras que a El Cordobés, que también participó en la Feria de Bilbao, le pagaron un millón.
--¿Recibió usted un homenaje en Bilbao?
--Fue espectacular. Nos invitaron a un homenaje a todos los diestros que alguna vez han triunfado en la feria taurina de Bilbao. Yo era allí de los más humildes. El acto lo iba a cerrar El Algabeño, el torero de más edad. He conocido a mucha gente del País Vasco, de los que destaco a Diego Irisarri. Diego había nacido en Córdoba, pero se fue a Madrid. Era ingeniero de minas e íntimo amigo de mi tío El Puri. En un momento delicado me prestó 10 millones de pesetas para empezar con el negocio de los repuestos de automóvil. Volviendo al homenaje de Bilbao, allí estaban todas las autoridades, el entonces lehendakari José Antonio Ardanza; el alcalde de Bilbao, y del mundo del toro, los Domecq, Chopera, entre otros grandes. Quise manifestar mi agradecimiento al pueblo vasco, gente a la que se le abre el corazón cuando se le pide algo. Recordé que el primer toro de aquella corrida en Bilbao se lo brindé a una señora mayor que había en la barrera, simplemente porque se parecía a mi madre. Con ese gesto quise agradecer a mi madre la grandeza que me había dado por parirme. Mi madre nunca me vio en la plaza. Cuando toreaba se encerraba en su habitación a rezar el rosario. Esta señora me mandó una pitillera de plata con su nombre y resulta que era la dueña del Banco de Vizcaya y de la Transmediterránea. Cuando dije esas palabras en el hotel Ercilla el público se emocionó. Aquella anécdota la recogió el Diario 16 de la época.
--¿En Bilbao le tenían cariño?
--Al año siguiente de aquel homenaje me fui con mi mujer a su pueblo, a Lanaja (Huesca). Decidimos ir a Bilbao a los toros, junto a dos matrimonios amigos. En Bilbao existe la costumbre de pagar una entrada para ver el sorteo de las reses. Cuando entré con mi mujer las autoridades me reconocieron y pidieron "una ovación para El Puri". Nos regalaron las entradas para los toros, nos invitaron a comer y un responsable del hotel Ercilla nos dijo que para mí y para mis amigos había habitación ese día, a pesar de que para la feria lo tenían todo lleno. Todo aquello por mi disertación.
--¿Cómo ve que se quieran prohibir también los toros en el País Vasco, tras lo de Cataluña?
--Si la democracia es tan bella, ¿por qué no se puede respetar la afición de cada persona?
--Con los negocios tuvo la misma mala suerte que con los apoderados.
--Puse con unos socios una granja de pollos, gallinas, cerdos y terneros en La Carlota. Me advirtieron que no me metiera en esa empresa, que me engañarían. Cuando me casé y volví del viaje de novios, el Banco de Andalucía me había embargado el piso por la deuda de mis socios. Sin embargo, como siempre he tenido personas a mi alrededor que me han querido, me aconsejaron en Cajasur, presidida entonces por Miguel Castillejo, que pusiera el piso a nombre de mi padre. El pleito por el embargo me lo llevó el abogado Nicolás Bonilla y al final lo ganamos.
--Se vio usted entonces como tantas personas desahuciadas.
--Cuando fueron a embargarme la casa le dije a mi mujer que les pusiera a los funcionarios una cerveza y una tapita, ya que estarían pasando un mal trago. Ellos, sorprendidos, me dijeron que la gente los quería echar cuando iban a un embargo. Al marcharse me dijeron que tuviera suerte y que ganara el pleito.
--Y por necesidad tuvo que volver a los ruedos.
--Sí, porque tenía que pagar numerosas deudas pendientes del negocio de la granja. Me hice banderillero con la cuadrilla de Antonio José Galán y lo que iba ganando lo destinaba a saldar lo que debía y a que comiera mi familia. Cuando terminé de pagar, pensé que mi despedida definitiva de los ruedos tenía que ser como matador. Mi reaparición fue el 29 de mayo de 1975 en la plaza de Córdoba, junto al rejoneador Fermín Bohórquez, Fernando Tortosa y El Hencho, con ganado de Clemente Tassara.
--Antes de todo esto había protagonizado con el también matador de toros cordobés José María Montilla El paseíllo ?
--Sí y nos propusieron después hacer un filme del Oeste en Almería. Decían que servíamos.
--¿Cuándo comenzó a poner en marcha Repuestos El Puri?
--Me introduje en el sector en 1972. Puse junto a un paisano mío una tienda en la calle Reyes Católicos, junto a los Cines Alkazar. Junto a este mismo amigo organizábamos festejos taurinos. Me saqué el carnet de empresario, pero los toros eran una ruina también. La única vez que gané dinero fue en 1972 gracias a Leonor Lara Lora, que quería ser torera y a la que publicitaba como "la mujer más valiente del toreo". Además de tener la tienda trabajaba como representante y vendedor y estaba toda la semana de viaje. Como no sabía de administración tampoco me fue bien en el negocio de los recambios hasta que me guiaron mis hijos. De Reyes Católicos me fui a Doctor Marañón. Allí tenía dos locales, que no los compré yo sino el BBVA. Siempre con la cuenta en números rojos, pero tenía solvencia moral con los bancos. La cosa se torció y Hacienda me embargó los locales. Vi un local en Campo de San Antón y pensé que era el ideal para seguir con los recambios. Hablé con Cajasur, pero no tenía suficiente para adquirir el inmueble. Eduardo Irisarri me prestó 10 millones y lo compré. Repuestos El Puri cuenta ahora con 6 tiendas y 62 compañeros de trabajo.
--Lo suyo con Hacienda siempre ha sido una pesadilla.
--Mi mujer tuvo que vender los olivos que le dejó su padre de herencia para que Hacienda no se lo llevara todo. Me pusieron una multa de 4 millones de pesetas por unos seguros sociales que decían que debía. A partir de 1992 que comenzaron mis hijos a trabajar conmigo empecé a respirar. A ellos les inculqué que todos los días hay que levantarse como si no tuvieran para comer. Estoy jubilado, tengo cinco nietos y la satisfacción de que mis hijos están en el negocio, pero que todos somos obreros a la hora de trabajar.
--¿Cree que Finito se merece el título de VI Califa?
--Para ser Califa hay que mandar. Lagartijo y Guerrita mandaron en su época. Si Califa es ser buen torero, Machaquito lo fue y entonces también lo merece Finito. El Cordobés ha mandado más que nadie en la historia del toreo y por eso es Califa. Finito no ha sido más porque no ha querido. Ha tenido enormes cualidades, ha hecho un toreo tan perfecto, con tanto sentimiento, que mejor que él han toreado pocos. Si Califa es torear bien, como Finito habría pocos, pero no ha mandado, ni ha querido.
--Su nombre aparece en un azulejo que hay en Las Ventas.
--Sí por haber salido a hombros en más de tres ocasiones. En dos ocasiones me dieron la extremaunción. Yo sufrí la misma cornada que mató a Manolete, pero a mí me cogió en Las Ventas y había más medios. Y la otra cogida fue en Vistalegre.
--Usted ha admirado a toreros como Antonio Ordóñez. Pero, ¿qué opina de Manuel Benítez?
--Manolete fue el mejor y el siguiente El Cordobés. Han sido los toreros más importantes de la historia en España y fuera.
--¿Es habitual de las tertulias taurinas cordobesas?
--Sí. La última en la que estoy es la tertulia Tercio de Quites, con Antonio Luis Aguilera o Vicente y Manuel Rodríguez, que nos reunimos los lunes. También formo parte de la Casa del Toreo de Córdoba, presidida por el doctor Manuel Concha.
El Puri participó en la última corrida en Los Tejares y fue el primer torero que dio el primer capotazo en la primera feria de la plaza de Los Califas. Fue también el primero en cortar dos orejas a un toro en Los Califas y primer ahijado de El Cordobés.
--¿Falta en Córdoba afición taurina?
--Para que vaya la gente a los toros tiene que haber una figura de la tierra que mueva a las masas, como Finito o Chiquilín. Ha habido carteles redondos y no se ha llenado Los Califas. ¡Si Cajasur montó las novilladas de promoción, que costaban un euro, y no iban a verlos ni la familia!
--Sin embargo, usted sí es asiduo de la plaza de los Califas.
--Llega mi Feria de Mayo y pongo mis siete trajes cortos en el mismo número de sillas como si fuera a torear. Tengo abono y cada día me pongo un traje para ir a la plaza. Cuando me visto de torero apago hasta la tele.
--¿Qué le gusta de su pueblo?
--No cambio la Semana Santa de Bujalance por nada. Fui muchos años costalero del Nazareno.
diariocordoba.com
TRAYECTORIA TRIUNFO COMO NOVILLERO Y TORERO (1960-1975). FUNDADOR DE REPUESTOS EL PURI.
El bujalanceño Agustín Castellano Martínez El Puri es lo que ahora se suele denominar un hombre reconvertido a sí mismo, un niño que nació para triunfar en el toreo y que así lo hizo mientras que pudo o le dejaron, ejerciendo como figura en Las Ventas, Bilbao o Córdoba, pero que también ha sabido sufrir las penalidades de la faceta menos amable de la Fiesta Nacional. La de perder dinero por no cobrar lo estipulado tras participar en un festejo o la de resultar engañado por tantos como se aprovechan del patrimonio de los jóvenes matadores de toros para introducirlos en negocios aparentemente prometedores, para luego dejarlos sin beneficios. A pesar de ello, gracias al apoyo económico y moral de grandes personas, cuando Agustín Castellano dejó de vestirse de luces, pudo comenzar una nueva etapa. Realmente él siempre fue consciente de que tenía que buscarse un sustento alternativo al de matador de toros, por si algún día sufría una cogida grave. Por eso, cuando no tenía corridas, se dedicaba a vender mantecados, a hacer bolsas de navidad para los plateros, organizaba monterías, fue empresario taurino, vendedor y repartidor de todo tipo de productos, desde multicopistas a papel higiénico. Hasta que poco antes de su retirada definitiva de los ruedos, en 1975, decidió dedicarse a la venta de repuestos de automoción, quizás para rememorar su primer oficio en la vida, la de aprendiz en un taller cuando tenía solo 11 años. Primero abrió con un paisano suyo una pequeña tienda en Reyes Católicos, hasta ir creciendo poco a poco, gracias a la ayuda fundamental de sus cuatro hijos (Francisco José, Agustín César, Gabriel Antonio y Eduardo). Varones nacidos de su matrimonio con Conchi Martínez, de la que se enamoró nada más detenerse en sus ojos azules cuando toreaba una novillada en el pueblo de ella, Ejea de los Caballeros (Huesca). En la actualidad, la empresa de Agustín Castellano, Repuestos El Puri, se encuentra implantada no solo en Córdoba, sino también en Peñarroya, Montoro y Rute. El apodo El Puri le viene de su abuela materna, Purificación, y de sus tíos, que eran conocidos como los hijos de la Pura, principalmente uno que estaba soltero, José Martínez Salguero, y que fue el que le costeó económicamente sus comienzos en la tauromaquia. Ama tanto el toreo que es capaz de apreciar belleza hasta en una aparatosa cogida que sufrió, simplemente porque este suceso fue similar al que causó la muerte a Manolete en Linares.
--Su infancia transcurrió en un Bujalance que aún se curaba de las heridas de la Guerra Civil.
--Soy el tercero de cuatro hermanos. Recuerdo la iglesia de San Francisco, derruida por las bombas. Era muy travieso, por lo que no era raro que cada dos por tres los municipales me trasladaran al cuartelillo de la plaza del Ayuntamiento. De aquella época recuerdo a Los Piones (que quisieron ser toreros), Francisco Ramírez, Paco Arévalo, Juan Bazán, entre otros. Mi padre compraba fruta a mi tío El Puri y luego mi madre la vendía en la plaza. Pasaba mucho tiempo en casa de mi tío porque gozaba de mejor posición económica y allí podía comer carne. Un día mi tío me dijo: "¿Tú quieres hartarte de carne? Pues, para hacerlo, tienes que ser torero".
--Y fue su tío quien lo animó a prepararse para ser un día matador de toros.
--Sí. En el colegio solo estuve un año. Fui a la escuela de don Andrés El colillero , que era como lo llamábamos, ya que para evitar que nos pegara con la regla le buscábamos colillas para que él pudiera hacerse un cigarro. A los 11 años me colocó mi padre en el taller de coches Minerva y pensé que ese no era mi futuro. Mi tío me comentó que si quería ser torero me podía llevar a la finca Españares, del ganadero Rafael Espinosa de los Monteros, junto a la Venta El Charco, cerca de Cardeña. Me puse delante de una becerra y parecía tener capacidad. Me gustaba ese mundo. Mi tío me había llevado a muchos festejos, el primero una novillada con caballos en Andújar.
--En la casa de Espinosa de los Monteros inició su aprendizaje.
--Con 15 años me trasladé a vivir allí hasta 1970 cuando me casé. La casa estaba en el Brillante, en la calle Helvia Albina (madre de Séneca). Empecé a entrenar con Gabriel de la Haba Vargas Zurito y Rafalito Cruz Conde, con todos los de la época. Corríamos por llanos que había junto a La Salle o por el parador de la Arruzafa.
Desde que se casó El Puri ha vivido con su mujer en la calle La
Palmera, de Santa Rosa, pero luego compraron una vivienda en el campo, donde se encuentran tan a gusto, con sus cuatro perros y rodeados de aire puro.
--¿Cómo le fue con los apoderados que tuvo?
--He sido muy desgraciado con ellos. Llegué a triunfar en Madrid con Luguillano y pusimos el cartel de "no hay billetes" en agosto de 1967. Debí ganar en ese mano a mano 280.000 pesetas y, cuando acabé la temporada, el apoderado me ajustó las cuentas y solo me habían sobrado 50.000 pesetas, después de haber toreado 28 corridas. Las cuentas no me salían. Rompí la relación con este apoderado y tampoco funcionó con otros. Mis apoderados solo venían a por mi dinero y no pude alcanzar lo que quería ser, una figura del toreo. En el toreo se necesita tener por detrás a alguien que quiera que triunfes. Conseguí torear una corrida con Miuras en Bilbao, el 25 de agosto de 1968. Mi apoderado me dejó solo, mientras se fue a Almagro a montar un espectáculo con Karina y Los Bravos. Compartí cartel con Dámaso Gómez y Agapito García Serranito . Ese día gané 130.000 pesetas, mientras que a El Cordobés, que también participó en la Feria de Bilbao, le pagaron un millón.
--¿Recibió usted un homenaje en Bilbao?
--Fue espectacular. Nos invitaron a un homenaje a todos los diestros que alguna vez han triunfado en la feria taurina de Bilbao. Yo era allí de los más humildes. El acto lo iba a cerrar El Algabeño, el torero de más edad. He conocido a mucha gente del País Vasco, de los que destaco a Diego Irisarri. Diego había nacido en Córdoba, pero se fue a Madrid. Era ingeniero de minas e íntimo amigo de mi tío El Puri. En un momento delicado me prestó 10 millones de pesetas para empezar con el negocio de los repuestos de automóvil. Volviendo al homenaje de Bilbao, allí estaban todas las autoridades, el entonces lehendakari José Antonio Ardanza; el alcalde de Bilbao, y del mundo del toro, los Domecq, Chopera, entre otros grandes. Quise manifestar mi agradecimiento al pueblo vasco, gente a la que se le abre el corazón cuando se le pide algo. Recordé que el primer toro de aquella corrida en Bilbao se lo brindé a una señora mayor que había en la barrera, simplemente porque se parecía a mi madre. Con ese gesto quise agradecer a mi madre la grandeza que me había dado por parirme. Mi madre nunca me vio en la plaza. Cuando toreaba se encerraba en su habitación a rezar el rosario. Esta señora me mandó una pitillera de plata con su nombre y resulta que era la dueña del Banco de Vizcaya y de la Transmediterránea. Cuando dije esas palabras en el hotel Ercilla el público se emocionó. Aquella anécdota la recogió el Diario 16 de la época.
--¿En Bilbao le tenían cariño?
--Al año siguiente de aquel homenaje me fui con mi mujer a su pueblo, a Lanaja (Huesca). Decidimos ir a Bilbao a los toros, junto a dos matrimonios amigos. En Bilbao existe la costumbre de pagar una entrada para ver el sorteo de las reses. Cuando entré con mi mujer las autoridades me reconocieron y pidieron "una ovación para El Puri". Nos regalaron las entradas para los toros, nos invitaron a comer y un responsable del hotel Ercilla nos dijo que para mí y para mis amigos había habitación ese día, a pesar de que para la feria lo tenían todo lleno. Todo aquello por mi disertación.
--¿Cómo ve que se quieran prohibir también los toros en el País Vasco, tras lo de Cataluña?
--Si la democracia es tan bella, ¿por qué no se puede respetar la afición de cada persona?
--Con los negocios tuvo la misma mala suerte que con los apoderados.
--Puse con unos socios una granja de pollos, gallinas, cerdos y terneros en La Carlota. Me advirtieron que no me metiera en esa empresa, que me engañarían. Cuando me casé y volví del viaje de novios, el Banco de Andalucía me había embargado el piso por la deuda de mis socios. Sin embargo, como siempre he tenido personas a mi alrededor que me han querido, me aconsejaron en Cajasur, presidida entonces por Miguel Castillejo, que pusiera el piso a nombre de mi padre. El pleito por el embargo me lo llevó el abogado Nicolás Bonilla y al final lo ganamos.
--Se vio usted entonces como tantas personas desahuciadas.
--Cuando fueron a embargarme la casa le dije a mi mujer que les pusiera a los funcionarios una cerveza y una tapita, ya que estarían pasando un mal trago. Ellos, sorprendidos, me dijeron que la gente los quería echar cuando iban a un embargo. Al marcharse me dijeron que tuviera suerte y que ganara el pleito.
--Y por necesidad tuvo que volver a los ruedos.
--Sí, porque tenía que pagar numerosas deudas pendientes del negocio de la granja. Me hice banderillero con la cuadrilla de Antonio José Galán y lo que iba ganando lo destinaba a saldar lo que debía y a que comiera mi familia. Cuando terminé de pagar, pensé que mi despedida definitiva de los ruedos tenía que ser como matador. Mi reaparición fue el 29 de mayo de 1975 en la plaza de Córdoba, junto al rejoneador Fermín Bohórquez, Fernando Tortosa y El Hencho, con ganado de Clemente Tassara.
--Antes de todo esto había protagonizado con el también matador de toros cordobés José María Montilla El paseíllo ?
--Sí y nos propusieron después hacer un filme del Oeste en Almería. Decían que servíamos.
--¿Cuándo comenzó a poner en marcha Repuestos El Puri?
--Me introduje en el sector en 1972. Puse junto a un paisano mío una tienda en la calle Reyes Católicos, junto a los Cines Alkazar. Junto a este mismo amigo organizábamos festejos taurinos. Me saqué el carnet de empresario, pero los toros eran una ruina también. La única vez que gané dinero fue en 1972 gracias a Leonor Lara Lora, que quería ser torera y a la que publicitaba como "la mujer más valiente del toreo". Además de tener la tienda trabajaba como representante y vendedor y estaba toda la semana de viaje. Como no sabía de administración tampoco me fue bien en el negocio de los recambios hasta que me guiaron mis hijos. De Reyes Católicos me fui a Doctor Marañón. Allí tenía dos locales, que no los compré yo sino el BBVA. Siempre con la cuenta en números rojos, pero tenía solvencia moral con los bancos. La cosa se torció y Hacienda me embargó los locales. Vi un local en Campo de San Antón y pensé que era el ideal para seguir con los recambios. Hablé con Cajasur, pero no tenía suficiente para adquirir el inmueble. Eduardo Irisarri me prestó 10 millones y lo compré. Repuestos El Puri cuenta ahora con 6 tiendas y 62 compañeros de trabajo.
--Lo suyo con Hacienda siempre ha sido una pesadilla.
--Mi mujer tuvo que vender los olivos que le dejó su padre de herencia para que Hacienda no se lo llevara todo. Me pusieron una multa de 4 millones de pesetas por unos seguros sociales que decían que debía. A partir de 1992 que comenzaron mis hijos a trabajar conmigo empecé a respirar. A ellos les inculqué que todos los días hay que levantarse como si no tuvieran para comer. Estoy jubilado, tengo cinco nietos y la satisfacción de que mis hijos están en el negocio, pero que todos somos obreros a la hora de trabajar.
--¿Cree que Finito se merece el título de VI Califa?
--Para ser Califa hay que mandar. Lagartijo y Guerrita mandaron en su época. Si Califa es ser buen torero, Machaquito lo fue y entonces también lo merece Finito. El Cordobés ha mandado más que nadie en la historia del toreo y por eso es Califa. Finito no ha sido más porque no ha querido. Ha tenido enormes cualidades, ha hecho un toreo tan perfecto, con tanto sentimiento, que mejor que él han toreado pocos. Si Califa es torear bien, como Finito habría pocos, pero no ha mandado, ni ha querido.
--Su nombre aparece en un azulejo que hay en Las Ventas.
--Sí por haber salido a hombros en más de tres ocasiones. En dos ocasiones me dieron la extremaunción. Yo sufrí la misma cornada que mató a Manolete, pero a mí me cogió en Las Ventas y había más medios. Y la otra cogida fue en Vistalegre.
--Usted ha admirado a toreros como Antonio Ordóñez. Pero, ¿qué opina de Manuel Benítez?
--Manolete fue el mejor y el siguiente El Cordobés. Han sido los toreros más importantes de la historia en España y fuera.
--¿Es habitual de las tertulias taurinas cordobesas?
--Sí. La última en la que estoy es la tertulia Tercio de Quites, con Antonio Luis Aguilera o Vicente y Manuel Rodríguez, que nos reunimos los lunes. También formo parte de la Casa del Toreo de Córdoba, presidida por el doctor Manuel Concha.
El Puri participó en la última corrida en Los Tejares y fue el primer torero que dio el primer capotazo en la primera feria de la plaza de Los Califas. Fue también el primero en cortar dos orejas a un toro en Los Califas y primer ahijado de El Cordobés.
--¿Falta en Córdoba afición taurina?
--Para que vaya la gente a los toros tiene que haber una figura de la tierra que mueva a las masas, como Finito o Chiquilín. Ha habido carteles redondos y no se ha llenado Los Califas. ¡Si Cajasur montó las novilladas de promoción, que costaban un euro, y no iban a verlos ni la familia!
--Sin embargo, usted sí es asiduo de la plaza de los Califas.
--Llega mi Feria de Mayo y pongo mis siete trajes cortos en el mismo número de sillas como si fuera a torear. Tengo abono y cada día me pongo un traje para ir a la plaza. Cuando me visto de torero apago hasta la tele.
--¿Qué le gusta de su pueblo?
--No cambio la Semana Santa de Bujalance por nada. Fui muchos años costalero del Nazareno.
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