viernes, 31 de enero de 2014

«El toro se parece a quien lo cría, pero tiene su personalidad, es agresivo»

Luis Miguel Parrado. / Foto L. O. Z.

«Es una pena que Zamora perdiera la ganadería de Molero, era única, con capas singulares, muy variadas, pura estética» 

Habla de corrido, como los buenos comunicadores que saben que las palabras seguidas calan hasta el tuétano, como el agua que cae sobre mojado. Ama lo que defiende y se le nota. Su vehemencia atasca la línea telefónica y las frases de los dos periodistas se pisan. Y se quejan.
-El toro engallado en la dehesa. La magia del campo, buen oficio el de veedor...
-Bueno y desconocido, también imprescindible. Yo no llegó a tanto, pero sé que hasta tienen que guardar el secreto profesional. De ellos dependen muchas veces los triunfos de los toreros. Escoger bien es imprescindible.
-Usted que ha recorrido tantas ganaderías, que ha sentido el respirar de las reses, seguro que sabe algún secreto de los bravos.
-De los animales salvajes es el más mimado y seguro que uno de los más queridos. Es el mejor guardián de otras especies silvestres. Ocurre en Andújar, por ejemplo, que tiene la mayor población de linces ibéricos. ¿Por qué? Pues porque hay seis ganaderías, una detrás de otra. Allí nadie entra, a ver quien es el majo.
-¿Se puede domesticar la fiereza?
-No, a veces ocurre, pero son casos raros. «Matador», en 1935 fue indultado porque atendía la llamada del mayoral. Comía en su mano. El público se ablandó. Pero hermanos suyos de la misma camada fueron muy agresivos. El toro es un animal muy fiero, que nadie olvide que su condición es dar cornadas. La imagen de la madre de Bambi, de Walt Disney, ha hecho mucho daño. Los animales son como son, y niños y mayores deben saberlo, porque así es la naturaleza, lo otro es otra cosa. Desde luego las reses bravas no son el corderito de Norit ni el Rey León.
-¿Es posible conocer lo que hay dentro de una res, saber si hay nobleza o mala leche?
-No; es imposible. Siempre se ha dicho que ocurre como con los melones, no se sabe lo que hay en el interior hasta que se abren. Es verdad. Pero si es posible seleccionar las reses en base al gusto de los públicos. Por ejemplo los toros que van a Las Ventas, tienen que cumplir con unas determinadas condiciones...
-¿Y dentro de la misma camada, cuando los animales son del mismo padre y la misma madre?
-Tampoco. Se dan toros gemelos y ni estos son iguales de comportamiento.
-Los encastes se han quedado reducidos casi en exclusiva a Domecq, ¿esa uniformidad es buena para la fiesta?
-Sería bueno que hubiera más variedad. No obstante, el mismo encaste cobra personalidad en cada ganadería. El toro se parece a quien lo cría y sale con más chispa, más nobleza...
-¿Las figuras ahorman el toro a su antojo?
-Como figuras que son, es lógico que marquen la pauta, pero es verdad que el aficionado muchas veces pide que toreen otra cosa que no sea Domecq, estaría bien incluso por ellas. El público es torerista, se ha hecho urbanita. Antes, a principios del siglo XX, el nombre de las ganaderías aparecían con la misma tipografía o aún mayor que los toreros, ahora no. Está claro: sin torero no hay toro, pero también al revés.
-¿La Fiesta Nacional va a ser capaz de superar la crisis propia y la general?
-Sí, seguro que sí. Sigue siendo el segundo espectáculo de masas de España a pesar de todo: de la falta de apoyo de las televisiones, del poder creciente de los «antis». Pero va a poder con todo, seguro. Los que peor lo están pasando son los ganaderos.
-Zamora ha perdido el poder ganadero que sí tuvo en otra época con el hierro de Molero.
-Es una pena que la ganadería cerrara porque era única con capas singulares, muy variadas. Ahora el hierro está en manos, creo, de Roberto Domínguez.
Madrid, 1970
El «Maldini» de los toros, no; el «Parrado» de la Fiesta Nacional, sí. Lo sabe todo de un mundo que gatea desde la vega embarrada de la dehesa hasta el relumbrón de un hotel estrellado donde el matador recibe a la comparsa vociferante tras salir a hombros. Pero si tiene que quedarse con algo, escoge el toro, el astado en la soledad de la fría amanecida, desafiante, chuleta y engallado, fiero. Que nadie le quite al burel lo que tiene de salvaje, ese andar perezoso, con la cabeza gacha, dormitando acariciado por el piar monocorde de los pardales. Cuatro años sin tiempo y diez minutos que se hacen eternos, gregario pero con genio, que los calores de abajo vienen revirados, toro de sangre caliente, vivo. Luis Miguel Parrado es madrileño, pero ama hasta la médula su Andújar encarnado de las tardes dolientes. Informador taurino, de los que no se callan lo que hay que decir, que duele. Comenzó pronto a colaborar en la SER y siguió en «El Periódico del Guadalquivir» de Andújar. No se ha perdido ningún formato: fichado en 1999 para los programas «El Toreo» y «Carrusel Taurino», de Canal Sur Radio, ahí sigue en la actualidad como tertuliano en «Comité de Expertos»; en 2000 entra a formar parte del equipo de «6 Toros 6» y ha cubierto grandes ferias en España, Portugal y Francia; ha colaborado con el programa «El Albero» de la COPE, «Clarín» de Radio Nacional, demandado por muchos foros como conferenciante, y además premio nacional de fotografía taurina Cajasur-Ladis y reconocido con varios galardones por sus trabajos periodísticos.

http://www.laopiniondezamora.es/

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