lunes, 17 de febrero de 2014

Raso del Portillo y Victorino reivindican la cabaña de bravo como joya sin parangón

Raso del Portillo y Victorino reivindican la cabaña de bravo como joya sin parangón
Si se les escucha obviando su profesión diríase que hablan de hijos. Saben sus nombres, las circunstancias de su crianza, en qué coso y cómo pelearon, quién les derribó y con qué méritos. De su prole astada, de la historia de sus cabañas, del presente y el futuro de una fiesta que analizaron desde el punto de vista histórico, ecológico y cultural hablaron Victorino Martín e Íñigo Gamazo ayer en un 'Mano a Mano' organizado por El Norte de Castilla. La conversación tuvo lugar en la bodega Yllera, Rueda, con la colaboración de la Junta y moderada por Gonzalo Santonja.
Ganaderos por tradición familiar, representan a dos hierros señeros de la cabaña de bravos. Íñigo Gamazo preside la sociedad limitada que dirige la ganadería más antigua de España, Raso del Portillo, con su finca entre los términos de Boecillo, Aldeamayor y La Pedraja. Victorino Martín es el hijo del ganadero del mismo nombre quien en 1960 compró un camión que iba al matadero y comenzó a cimentar una ganadería que hoy defiende tres encastes singulares. Estos dos hombres bregados en la pérdida posan antes de comenzar hablando de los gemelos obligados por una camisa mandona, de la artrosis que borra la sensibilidad táctil, de las hendiduras de las alianzas en dedos que preferirían moverse libres. Y con el público esperando llega el momento de la tertulia taurina. Hay un pacto tácito, el más joven lidiará los tercios de fondo, el veterano se reserva para faenas concluyentes, «es que no soy muy hablador», se disculpa Íñigo Gamazo.
Gonzalo Santonja se anunció como «escudero» y centró la importancia de ambos protagonistas. «De las 700 vacas 'albaserradas' que existen hoy en el mundo, 350 las tiene Victorino». En cuanto a Gamazo, «su finca es el primer sitio donde se documenta el toro bravo. Desde el siglo XVII venían del norte, de Pamplona a la finca del Raso del Portillo para comprar las reses que iban a lidiar».
Victorino Martín prefiere hablar más que de fiesta o de ganado del 'concepto toro'. «La cultura mediterránea se condensa en una tarde de toros. Así que estamos de enhorabuena porque por primera vez un Gobierno de España ha tomado conciencia de lo que significa el toro bravo. Si esta riqueza cultural existiera en Gran Bretaña o Estados Unidos tendría una dimensión brutal. En cambio aquí es un espectáculo de masas que no aparece en los telediarios».
El Victorino veterinario defendió la «cabaña de bravo como una joya sin parangón que no se da en ninguna producción animal. Dentro de la zootecnia mundial, el toro de lidia es una raza única. Desde el punto de vista genético hay más distancia entre dos encastes que entre el vacuno de lidia y el de carne». Sin embargo lamentó que «no hemos sabido valorar y proteger esa riqueza y han desaparecido encastes. Solo los locos románticos como nosotros apuestan por esto y, a veces, sale bien».
Su padre compró su primer lote de ganado en 1960 en Retortillo. «Iba a por bueyes y caballos y compró unas vacas que iban al matadero. Después compró un segundo y un tercer lote y cumplió el sueño de salvar una ganadería».
Gustos cambiantes
La historia de la ganadería de Íñigo Gamazo se remonta a 1880 cuando su abuelo le compró las vacas a Pablo Valdés. De aquella vacada tradicionalmente se llevaban los toros para las corridas reales, «había la costumbre de que hubiera toros de Castilla, los del Raso, de Aragón, Navarra y Madrid». A las vacas del Raso se sumaron en 1972 sementales de Santa Coloma y «en 1999 compramos otra camada de añojas y tres novillos de Santa Coloma». El cruce de ambas ha dado «toros que no se lidian hoy por exceso de nervio».
El gusto también cambia con respecto al toro. «Compramos por sorteo el encaste Vega-Villar de Arturo Cobaleda. A principios de 1900 pasaba como ahora, el toro predominante era el vazqueño, era muy bravo mataba muchos caballos, entonces no llevaban peto. Joselito y Belmonte provocan el cambio, así que el vazqueño se transformaba o moría. Se pone de moda el cruce andaluz y José Vega cruza sus vacas con Santa Coloma. Luego compran esa ganadería Vega-Villar es en 1995 cuando nosotros compramos y recuperamos ese encaste del que apenas hay nada, queda lo de Antonio Romero, Mihura y Conchi Sierra, en Francia», explicó Victorino.
Martín prefiere hablar del encaste Cabrera-Vázquez, «su característica es el pelo, cuando se le cruza lo pierde. Tiene el fenotipo más parecido al originario Vega-Villar».
Íñigo reconoce en la peculiaridad de sus toros el origen de la reticencia de algunos toreros con ellos. «Es un toro con poca cara. Se ha ido consiguiendo que crezca y mantener sus buenas hechuras, es una camada bonita pero tiran la cara hacia abajo. Son difíciles de torear, exigen más trabajo». Sin embargo triunfa en Francia. Desde que recibió el premio de la Asociación de Aficionados de Francia por una novillada en 2007, no han dejado de acudir a sus ferias. Gamazo apuntó que en España se han ido dejando la tradición de una novillada por feria, la manera de ir haciendo cantera, quedando la fiesta reducida a pocos nombres consagrados.
Trapío exagerado
Cada encaste «se comporta de forma diferente y eso obliga a usar claves técnicas de toreo diferentes», explica Victorino. Eso conlleva toreros más versátiles. Por otra parte el que fuera apoderado de José Tomás y Gamazo destacó cómo había crecido el toro de lidia. «Los toros de ahora en Madrid son muy grandes», decía el responsable de Raso del Portillo. Victorino aseguró que criaba el toro que quiere pero que tiene en cuenta la conveniencia del mercado. «Estamos sujetos a ella, debemos cuidar los kilos, la presentación y el trapío. Creo que ahora nos hemos pasado, los españoles somos muy pendulares y ahora los toros son muy altos. Eso significa que no se mueven igual. Esplá reconoció cuando volvió que el toro había crecido una cuarta».
Trataron ambos también la normativa europea que considera el toro de lidia dentro del vacuno de explotación de carne. «Este es un ganado que vive en libertad, que está en las mejores condiciones, alimentación natural. Se sometió a los mismos controles de las vacas locas cuando no come pienso. Esa enfermedad ocurrió porque convertimos a animales herbívoros en carnívoros con el pienso. Estos no comen pienso, tampoco pueden contagiar nada porque no tienen contacto con humanos», aclaró Victorino Martín.
Ambos recordaron las primeras corridas a las que asistieron como público a petición de Santonja. «Desde pequeño me iba con mi padre, sus toros celebraron el primer festejo el año de mi nacimiento en 1961. En 1968 mi padre sufrió una cogida y una amigo vio que tenía varias camadas sin probar. Así que ese año, tras unos problemas económicos, echaron tres corridas. Fue un éxito. Luego en 1972 ya estuvimos en Las Ventas en San Isidro. Luego se nos recuerda por la corrida del siglo, en 1982». Íñigo no fue tan precoz. «En mi casa había dos abonos para Las Ventas, el de mi padre y mi hermana, cuando esta no iba, nos invitaban a los demás. Fui regularmente desde los 18 años».
Aunque «cada toro que muere en la plaza se lleva un poco de tu vida y de tu historia», a decir de Victorino, no quieren más indultos que los justos. «Recuerdo el de 'Velador', en Las Ventas. Volvió a la finca como semental y cubrió siete camadas. El toro indultado es el único animal que renace en la plaza para volver a su origen. El indulto es algo grandioso para la fiesta, recuperas a un reproductor, supone una gran emoción y hace que el ruedo se venga arriba». El indulto en España solo era inicialmente para las plazas de primera, luego para las de segunda y Gamazo pide la inclusión de las de tercera, «donde se lidian reses con la que no se atreven en las otras plazas». Continuaron hablando del futuro de la fiesta, de la necesidad de acabar con la dictadura 'toreril', con la recuperación del tercio de varas y las novilladas, agradecidos porque se unen los profesionales en un plan nacional auspiciado por el Ejecutivo, pero seguros de que con la tauromaquia no han podido ni obispos ni gobiernos.

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