Para el director general de Cultura, Javier Morales, la declaración BIC significa la apuesta de la Junta por la defensa del toro, pero «ahora exige el respaldo de ganaderos y apoderados»
Imagen de la plaza de toros de Santa Cruz de Mudela, una de las más antiguas de España.
Castilla-La Mancha está vinculada al mundo de los toros desde tiempos inmemoriales. Por ello, no es de extrañar que los castellano-manchegos sean grandes amantes de la Fiesta Nacional y participen en eventos taurinos «muy por encima de la media nacional». El turista aficionado que acude a las plazas «deja dinero» y «le gusta disfrutar de una buena comida y alojarse en un buen sitio», por lo que se ha calculado que el mundo de los toros genera entre 250 y 300 millones de euros al año en Castilla-La Mancha. Así, conscientes de todo esto, una de las primeras medidas del Gobierno de María Dolores Cospedal ha sido proteger la Fiesta con la Declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). La región se convierte entonces en la tercera comunidad española es conseguir este rango, y que primero consiguió Murcia y después Madrid. Para el director general de Cultura, Javier Morales, supone un hecho muy importante desde el punto de vista cultural y que, según él, va a redundar «no solo en un mayor reconocimiento y protección, sino también en una mayor repercusión turística»: «En torno a los festejos de los toros se mueve una gran cantidad de personas que acuden a ellos, tanto corridas como encierros u otro tipo de tradiciones, por lo que esta declaración podría incrementar su interés», apunta.
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