miércoles, 18 de junio de 2008

La Verdá del Toreo

Ha sido el año de la vuelta de José Tomás a Las Ventas, de sus tres cogidas y sus siete orejas. Ha sido la Feria de la faena de El Cid a un toro de El Pilar y del favor de Rachido, de Palha, a Luis Bolívar. Ha sido la temporada donde Perera nos ha enseñado que sabe torear y Cayetano que es guapo hasta entrando a matar. Ha sido todo eso y, sin embargo, yo recordaré este año, esta Feria y esta temporada por otras cosas mucho más importantes. Por la generosidad de Mar y Juan, por supuesto. Por haber conocido en persona a aficionados como Martín y Pepe Carlos. Y, a lo que voy, por el descubrimiento de El Rincón de Ordóñez.

Los toros son una cosa muy seria que merece ser debatida hasta la madrugada arrimándose a un coche aparcado en la calle, vaciando hacia adentro botellas de tinto, raciones de bravas, chopitos y rabo (...que cada uno ponga aquí su chiste preferido) y citando de frente y con la muleta planchá referencias intelectuales de categoría (de "Muchachada Nui" para arriba). Ésta es la famosa Verdá del Toreo, dejémonos de gilipolleces.

Por eso, el día después de haber conocido El Rincón, bostezando en una de esas corridas intranscendentes tan infrecuentes en San Isidro, Tom me dijo: "Oye, Pedro, luego vamos a la peña, ¿no?". Sin duda, era una pregunta retórica. La respuesta estaba clara. Sí. Los dos habíamos conocido por fin la dichosa Verdá del Toreo. Desde entonces, El Rincón de Ordóñez es nuestra peña. Nosotros pertenecemos a El Rincón de Ordóñez.

¡Viva El Rincón de Ordóñez!