martes, 31 de agosto de 2010

LA CABEZA DEL TORO QUE MATO AL “YIYO” EN 1985, FUE MOTIVO DE VARIOS LITIGIOS EN LOS TRIBUNALES, Y ACABO EN EL SUPREMO EN 1990
Del blog Mano a Mano
Por El Zubi
Poca gente conoce, que la propiedad de la cabeza del toro Burlero, de la ganadería de Carlos Núñez, que mató a José Cubero “Yiyo” el domingo 30 de agosto de 1985 en la Plaza de Toros de Colmenar Viejo (Madrid), durante la Feria de Los Remedios, fue motivo de varios litigios en los tribunales, entre los carniceros que compraron los toros de aquella dramática corrida y la empresa Merlan S.A., adjudicataria de la Plaza, y que el asunto acabó en 1990 en el Tribunal Supremo, que respaldó la sentencia de la Sección 14ª de la Audiencia Provincial de Madrid, dándole la razón y la propiedad de la cabeza en última instancia, a los carniceros José y Domingo R. M., que recuperaron la propiedad de la cabeza cinco años después de la muerte de “Yiyo”. Pero empecemos por el principio, que es como hay que contar las historias. Burlero fue el sexto toro en lidia de la corrida que se celebró aquel negro día de las fiestas locales de Colmenar Viejo. José Cubero compartía cartel con Antonio Chenel “Antoñete” y José Luis Palomar. Al salir el toro se animó la cosa en la plaza. Rafael Atienza lo picó muy bien. Yiyo comenzó la faena con la rodilla en tierra, con tres impresionantes muletazos por bajo que quitaron la respiración a la plaza. El toro estaba bien ahornado por la lidia que se le había hecho.
José Cubero le dio tres series de redondos muy templados, bien ligados, muy intensos y sentidos. El torero es que se entregó desde el principio. Las series eran largas, de cuatro y hasta cinco pases, con las zapatillas clavadas en la arena sin enmendarse del sitio. Burlero era un toro muy encastado que repetía y repetía con codicia su noble embestida. La faena pasó a mayores cuando Yiyo se echó la muleta a la mano izquierda y comenzó a torear al natural desmayadamente, hasta empalmar dos con el de pecho. El público estaba ya conmovido y en pie. Yiyo, borracho de toro y poseído por la magnitud de su obra, cambió la espada y siguió toreando: cuatro molinetes fundido con el toro y tres naturales más por bajo para rematar la faena, dejando al toro cuadrado y pidiendo la muerte a gritos. El torero se perfiló y pinchó en hueso. De nuevo se perfiló y a volapié muy lentamente, dejándose ver se cruzó con el toro, metiéndole el estoque en todo lo alto. El toro al sentirse la espada se revolvió y Yiyo quiso hacerse el quite con un natural para sacarse de encima al animal, pero Burlero, herido de muerte estaba ya cegado y cogió al torero a quien dio una voltereta. Estando el torero tendido en la arena giró sobre sí mismo para que el toro no volviera a cogerlo, pero Burlero, herido de muerte, ya estaba encelado con su presa y no atendió a cuantos capotes le echaron para quitarlo de allí, y persiguió a Yiyo haciendo hilo con él hasta alcanzarlo de lleno en el costado con una terrible certeza. Lo enganchó, lo levantó del suelo y lo dejó de pie con el pitón dentro del cuerpo. El toro, libre de su presa cayó fulminado, mientras el torero auxiliado por sus subalternos, daba tres pasos hacia la barrera, con la vista perdida y se desplomó.
La muerte con su guadaña hizo acto de presencia. La estupefacción de los toreros delató la tragedia mortal. Yiyo estaba muerto. Cuando lo llevaban por el callejón las asistencias, el gesto del torero era delatador y terrible: los ojos abiertos y extraviados y la tez blanquecina cerúlea de la muerte. El ganadero Marco Núñez, horrorizado huía hacia Sevilla, sin entender aun a ciencia cierta lo que había pasado. Su muerte dejó secuelas de tragedia y de dolor: su apoderado Tomás Redondo, que no pudo sobrellevar el dolor de la tragedia se suicidó poco tiempo después. Chocolate, su mozo de espadas, murió también poco tiempo después, enfermo de la pena y la nostalgia, y su picador Rafael Atienza, murió pocos años después también. Recuerden que Yiyo estuvo en aquel fatídico y maldito cartel de Pozoblanco del 26 de septiembre de 1984 junto a El Soro y Paquirri. Burlero fue arrastrado por las mulillas hasta el desolladero.
Cuando los carniceros José y Domingo R. M. que habían adquirido las res por contrato de compraventa firmado el 13-8-1985, procedían al despiece de la res, separada ya la cabeza del cuerpo, irrumpió en la sala de desolladero de la Plaza un gran número de personas de la empresa Merlán S.A. y sin que los matarifes pudiera impedirlo, se la llevaron para disecarla. Durante cinco años la cabeza estuvo en manos de los propietarios de la plaza. Los compradores de la carne de aquella corrida interpusieron una demanda de menor cuantía a los propietarios de Merlán, por creer que se habían apropiado de algo que ellos habían comprado.
El Juez de 1ª Instancia de Colmenar Viejo dictó sentencia el 10-12-1988 desestimando la demanda de los carniceros, que como es natural la apelaron, y la Sección 14ª de la Audiencia Provincial de Madrid, en Sentencia de 11-5-1990, estimo el recurso y la demanda condenando a los demandados a entregar la cabeza del toro a los carniceros. Merlán interpuso un recurso de casación y el Tribunal Supremo rechazó el recurso, dejando sentado la sentencia dictada por la Audiencia en la que se dice que había existido “una desposesión cuando esa parte del cuerpo pertenecía ya a los demandantes, como industriales compradores de la carne, concepto no limitado a las canales de la res, sino a todas las partes en que normalmente se despieza, entendiéndose según costumbre habitual en el mundo del toro, que la compraventa de la carne de los toros a lidiar incluye el todo del animal: vísceras, cabeza y despojos”. Y esta es la triste historia sobre la muerte de “Yiyo” y de Burlero”, el toro y el torero que se mataron mutuamente y que no sólo trajo consecuencias trágicas al entorno del torero, sino que la codicia de algunos acabó en los tribunales.
Ustedes se preguntarán como ha podido llegar hasta mí manos esta sentencia tan interesante y curiosa, y que estoy seguro pasará ya a la historia de la Jurisprudencia y también de la Tauromaquia.
Los periodistas con raza somos inquietos y audaces, investigamos a veces, como sabuesos, lo divino y lo humano, pero la verdad es que todo ha sido fruto de una casualidad, que quiero que conozcan. La casualidad y el tiempo, por otra parte, son elementos consustanciales para cualquier investigación. La sentencia me la hizo llegar un extraordinario abogado cordobés, muy buen aficionado a los toros, llamado Ignacio Enríquez. El equivalente en la abogacía cordobesa a lo que Luis Miguel Dominguín fue en los toros, por prestancia, maestría y torería. Un número uno en lo suyo. En el último número de la revista La Montera en que publiqué el último capítulo de una serie dedicada a “La República, la Guerra Civil y los Toros”, hablaba de las ganaderías y ganaderos que desaparecieron en la fratricida guerra civil que los españoles sufrimos en el siglo pasado.
Mi generoso amigo Ignacio Enríquez, me mandó un correo electrónico con la citada sentencia y me decía: “Zubí: como te prometí, te remito la sentencia que dictó el Tribunal Supremo sobre la propiedad de la cabeza del toro que mató al Yiyo, que al final fue para el que compró las carnes. En tu artículo de La Montera sobre las ganaderías en la guerra civil, mencionas a mi abuelo materno Indalecio García Mateo, padre de mi madre Teresa García Nátera, que se la vendió a Carlos Núñez, fundamentalmente porque habían matado en el frente a su hijo Indalecio, que era el que la llevaba. Si te interesa te puedo dar mas datos”. El mundo es un pañuelo y la generosidad de las personas hay que corresponderla con el tributo de la gratitud. Por eso yo desde estas páginas te agradezco de corazón Ignacio, la luz que me has dado pues de alguna manera, tú y yo, hemos escrito juntos una nueva página en la historia de la Tauromaquia.

Resumen de la jornada taurina del lunes 30 de agosto de 2010

El recuerdo a José Cubero “El Yiyo” en la que se cumplieron 25 años desde su desaparición trágicamente en Colmenar Viejo (Madrid), en la que ha habido dos corridas de toros, una corrida de rejones y una novillada con picadores. Empezamos el resumen con lo acontecido en la feria de Colmenar Viejo (Madrid) en la que se recordó al maestro con el tradicional minuto de silencio para la memoria del torero. Luego en la corrida el triunfador de la corrida fue Manuel Jesús “El Cid” que cortó una oreja de cada uno de sus toros y abrió la primera puerta grande de la feria tras dos días de mal juego de los toros.
Sebastián Castella perdió las orejas por el mal uso de la espada y Alejandro Talavante no tuvo suerte con el lote que le correspondió.
En la feria de San Agustín de Linares (Jaén) acabó la feria con un cartel de las máximas figuras del toreo en la que Enrique Ponce no tuvo suerte con su lote y pasearon una oreja cada uno los diestros Julián López “El Juli” y David Fandila “El Fandi”.
En el tercer festejo de la feria de San Antolín de Palencia, se celebró una complicada y difícil novillada de Valdellán en la que el novillero salmantino Juan del Álamo vivió la cara y la cruz del toreo, la cara fue que cortó una oreja del novillo que abrió plaza pero en el cuarto de la tarde no tuvo suerte con el descabello escuchando los tres avisos. Lo mismo le pasó al novillero Diego Fernández que también escuchó los tres fatídicos avisos en su primer toro. Y sin suerte pasó José Ignacio Rodríguez. Cerramos el resumen con lo acontecido en la feria segoviana de Cuéllar en la que se celebró un festejo de rejones en la que Sergio Vegas perdió las orejas por el rejón de muerte y los triunfadores de la tarde fueron Diego Ventura y Leonardo Hernández, que cortaron cada uno, una oreja.


 






Resultados de los festejos del lunes 30 de agosto de 2010
COLMENAR VIEJO, 30 DE AGOSTO 3ª de Feria. Dos tercios de plaza.
Toros de Los Bayones y uno de Carmen Segovia (6º bis), desiguales de presencia. 1º manejable. 2º y 3º flojos. 4º noble y con clase. 5º parado y sin clase. 6º descastado.
Manuel Jesús “El Cid”: Una oreja y una oreja.
Sebastián Castella: Saludos y ovación tras un aviso.
Alejandro Talavante: Pitos y silencio.
Al término del paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de El Yiyo, herido mortalmente en Colmenar Viejo hace 25 años.

LINARES, 30 DE AGOSTO 3ª de Feria. Más de media plaza.
Toros de Zalduendo, correctos de presentación. Manejables y nobles pero flojos. 4º bueno hasta que se rajó. 6º con transmisión
Enrique Ponce: Palmas y saludos.
Julián López “El Juli”: Una oreja con petición de la segunda y silencio.
David Fandila “El Fandi”: Saludos y una oreja.

PALENCIA, 30 DE AGOSTO 3ª de la Feria de San Antolín. Media entrada.
Novillos de Valdellán, desiguales de presentación y de juego dispar aunque exigentes, de los que destacaron 5º y 6º, bravos y encastados. No rompió el 2º y fue peor fue el 3º dentro de un conjunto interesante.
Juan del Álamo: Una oreja y pitos tras tres avisos.
José Ignacio Rodríguez: Silencio y silencio.
Diego Fernández: Pitos tras tres avisos y pitos.

Cuéllar. Toros de Benítez Cubero, el cuarto de La Gloria.
Sergio Vegas, ovación y silencio;
Diego Ventura, palmas y oreja;
Leonardo Hernández, oreja y saludos.

Un gran "Cid" como mejor homenaje al "Yiyo" en el aniversario de su muerte

Colmenar Viejo (Madrid), 30 ago .- El torero Manuel Jesús "El Cid" cortó dos orejas y salió a hombros del tercer festejo de feria de Colmenar Viejo, ofreciendo además una buena versión de su toreo como mejor homenaje al "Yiyo" en el 25 aniversario de su muerte en esta misma plaza.


FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Los Bayones, aceptablemente presentados y de juego desigual. El mejor, el cuarto, noble y con calidad; el primero "se dejó" a medias y sólo por el pitón derecho; segundo y quinto, muy desrazados, se defendieron también mucho por su falta de fuerzas; e inválido el tercero. El sexto fue un sobrero de Carmen Segovia, en el límite de todo.
Manuel Jesús "El Cid", oreja y oreja.
Sebastián Castella, ovación y ovación tras aviso.
Alejandro Talavante, pitos y silencio.
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo del torero José Cubero "Yiyo", herido mortalmente tal día como hoy hace 25 años en esta misma plaza.
La plaza tuvo más de media entrada en tarde calurosa.
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"El CID" SE LLEVA PALMA, Y EL LOTE
"El Cid" tuvo en primer lugar un toro noblote, que se desplazó con cierto buen son en la muleta, pero sólo por el lado izquierdo, y que a mitad de faena comenzó perder fuelle hasta pararse por completo.
El sevillano aprovechó esa primera parte del trasteo para firmar dos series de naturales de alta nota por el temple, la largura y la ligazón de los muletazos. Faena, a medias, al igual que el toro, pero, como mató bien, fue premiada con una oreja.
El cuarto fue el toro de la corrida y "El Cid" hizo lo mejor de lo que va de feria. El toro tuvo mucha movilidad en la muleta, tomándola por abajo y repitiendo las embestidas. Un gran toro. El de Salteras le cogió el aire desde la misma apertura por el pitón derecho, por donde firmó series de muy buen trazo.
Faena, a más. Lo mejor llegaría al final, con la mano izquierda, en dos tandas de naturales de exquisita estética y hondura. Cortó una oreja de peso, pues el pinchazo previo a la estocada le privó del doble trofeo.
Lo único reseñable de la primera labor de Castella, un quite por ajustadas chicuelinas con el capote, pues el toro, muy abanto y distraído de salida, fue muy remiso en el último tercio.
Muy cortito de embestida y echando la cara arriba, defendiéndose por su falta de fuerzas y poca raza, el francés tan sólo pudo, a base de tesón e insistencia, conseguir algún apunte suelto, pero sin estructurar faena.
El quinto tuvo similar condición. Un toro muy deslucido con el que Castella volvió a hacer el esfuerzo aunque sin pasar de los meros detalles.
Talavante no tuvo la más mínima opción con su flojísimo primero, toro que no se tenía ni en pie, muy protestado por los tendidos. La faena, dada la situación, no fue a ninguna parte. Y por si fuera poco, dio un sainete con la espada.
El sobrero de Carmen Segovia que hizo sexto no tuvo ni un pase, y Talavante pasó si pena ni gloria, eternizándose de nuevo en la suerte suprema