domingo, 16 de junio de 2013

Valdellán en Sahagún



-          Yo soy de Sahagún, voy camino ya de los 80 años, y siempre he venido a los toros.
-          Nosotros somos de Madrid, es la primera vez que venimos.
-          ¿De Madrid? ¿Tan lejos? ¿Y tan jóvenes? ¿Y a qué torero venís a ver?
-          A los toros, maestro. Nosotros venimos a ver a los toros.



 Peligro: niños en los toros


Según Wikipedia Sahagún tiene 2.800 habitantes. Su centenaria plaza de toros tiene capacidad para 3.000 personas (se cuenta que ya en 1410 se corrían toros por las calles). Ayer casi se llenó. 25 euros la entrada general, 20 euros anticipada. Plaza casi llena, con encaste minoritario y tres toreros que interesan. Pues va a ser que sí es posible hacer las cosas bien, sí.

Nativos autóctonos y bullangueras peñas colmaban los tendidos, pero tú echabas un vistazo panorámico y veías aficionados de los que te encuentras en otras plazas. Peña Taurina de León, El Quite de Logroño, los franceses de Parentis, el de Gijón, los de Aranda a ver a Morenito, nosotros desde Madrid….los mismos de otros sitios, en realidad los mismos de siempre. Está claro que tiraba de todos nosotros el mismo gancho, que eran los gracilianos de Valdellán, toros para minorías, el talibanismo nómada que nos lleva tras la búsqueda de la casta como la linterna de Diógenes le llevaba tras la búsqueda de un hombre.
Y en el vermú musical y durante el almuerzo hacíamos tertulia acerca de los niños en Utrera, de la prohibición en Sopuerta, y algún cartucho que quedaba para comentar el descaro ya institucionalizado de las imposiciones en corrales y carteles de lo que se conoce como figuras, que cada vez es menos lo que nos dan y más lo que nos quitan.
Y llegas a la recoleta plaza de piedra, sabes que estás en un coso de tercera, y que la exigencia te la envainas para otros sitios, y que la predisposición con lo que eso ocurra ha de ser amplia y condescendiente.
Pero resulta que lo que vimos, sin llegar a ser la reinvención de la Fiesta, es más una palmadita en la espalda de nuestra raquítica afición que un sopapo a los que pensamos que otro mundo es posible.
Gustarnos como para acordarnos de ello nos gustó la presentación y seriedad de los garlopos, con esas miradas que siguen al torero y que no se desparraman por nada que no sea hacer presa, con la boca cerrada hasta el final (justo ahí alguno sí que nos enseñó la lengua, de manera excepcional), con casta suficiente para que no nos aburriésemos en las casi 3 horas que duró el evento. De juego variado, que fue desde la sosería del 3º, que se paró enseguida al iniciar la faena de muleta y con el que Morenito nada pudo desplegar, hasta los más encastados sobre todo un berrendo que le tocó a Eduardo Gallo como segundo de la tarde, que si bien no le vimos en el caballo nada más que una entrada en la muleta nos tuvo atentos a dos tandas que tuvieron eso que llaman transmisión. Gustó también el cuarto de la tarde, segundo para Manuel Escribano, que a la mayoría del público le gustó por el repertorio fandilero, banderillas incluida, del torero sevillano y que a la minoría de aficionados nos interesó porque se vio un toro con un pitón izquierdo que parecía un dron de esos que no para de planear, de los de rematar detrás de la cadera y quedarse colocadito para el siguiente pase. Pero la casta es lo que tiene, que hay que torearla, y si es con motor mucho, así que Escribano se acordó en este momento (primera corrida que lidiaba en España desde la de Sevilla con los miuras de El Juli) que hoy tenía que estar en Francia con los Prieto de la Cal y echándose la muleta a la derecha, con el toro protestando siempre por alto, nos fuimos sin ver un buen ejemplar de Valdellán. Faena de dos orejas, eso sí, pero no por lo expuesto por el torero, sino por el juego y condiciones del toro.
Digno de mención también la integridad del presidente del festejo, que aunque se fue diluyendo a raíz del avance festivalero del festejo, no se dejó arredrar por el comportamiento artero de las cuadrillas, todas ellas, retrasando lo más que se pudo el arrastre de los toros hasta la concesión gratuita de algún trofeo inmerecido (a Eduardo Gallo se le llegaron a dar tres dilatadísimos avisos en su segundo, aún así su terceró descabelló el toro fuera de tiempo. Feo gesto). De ahí que, salvo Escribano, Gallo y Morenito sólo paseasen la típica oreja que concede la mayoría de soplamocos.
Bien por el presidente.
 Lo suyo sería hacer aquí un discurso de todo lo único y maravilloso de ayer, la reivindicación del alma de la Fiesta, de cómo aborrecemos esos toros de noria que no Con diferencia lo peor, pese a existir un premio de 200 euros al mejor picador, fue  la poca predisposición por parte de los matadores de enseñar los gracilianos de largo –que en Sahagún el largo es cortísimo- que es con lo que más de uno se quedó con ganas, incluso su mayoral quiso ver más y mejor enseñados sus ejemplares, porque sí que hubo poder en todos y fuerza en alguno de ellos como para poder haber visto algo digno de ser recordado y compartido).
Y dos emociones seguidas que nos trajimos para Madrid, dos detalles toreros, dos gustazos que se pegó Morenito de Aranda, gestos ambos que cuando se hagan en plazas de más cartel que la de Sahagún seguro que nos evitan disputas y afrentas con los enemigos de los toros. En plazas de más cartel, pero no tan taurinas como la de Sahagún. Seguro.
Justo encima del burladero donde estaba la cuadrilla de Morenito una pancarta de su peña fue colocada por un aficionado que vino desde Aranda tras los pasos de su ídolo. Le ayudaba un canijo moreno, que no tendría más que 7 años en Utrera, que se movía concienzudamente intentando ayudar en la colocación de la pancarta a este señor aficionado, que no era otro que su padre. No levantaba más de dos palmos del suelo, pero el niño puso la misma fruición en colgar la pancarta que su viejo. En el primer toro el de Aranda  brindó el toro al público, pero el maestro se acercó al burladero y le encomendó al canijo moreno la custodia y salvaguarda montera. El segundo toro se lo dedicó directamente al crío.
El segundo gesto taurino de Morenito, no sé si porque le vio condiciones al toro o porque estaba ya hartito de oírnos demandárselo desde nuestra localidad, fue cuando en su segundo, el que picó “Bernie”, Manuel José Bernal, a la postre ganador del premio al mejor picador, después de una primer y largo puyazo, bien tirada y encajada la vara, puso de nuevo en suerte al toro en los “medios” de la plaza como para una segunda y se le oyó vociferar a Bernie un rotundo “¡No le pegues, pero que lo vean!”.


Niños en los tendidos y toreros que enseñan el toro de largo, luego cabalgamos.


Muy buena entrada en la plaza de Sahagún. Casi lleno (sin exagerar)

Graciliano de Valdellán ayer en Sahagún


Primero de Manuel Escribano acudiendo al caballo


Revolera de Manuel Escribano y un hocico que barre el albero


No hubo canto del Gallo con un gran gran berrendo. 


Morenito de Aranda. Y Aranda. Y la pancarta


Manuel José Bernal, premio al mejor picador



Todas las fotos de Javier Salamanca (pinchar en ellas para ver más grandes).



CARTEL FERIA DE SANTA ANA - ROQUETAS DE MAR 2013

CARTEL FERIA DE ORTHEZ 2013