Cuando llega Victorino no deja a nadie indiferente. Se le
pueden discutir muchas cosas, pero no cabe la menor duda que sus toros
ofrecen espectáculo. No debe dormirse en los laureles. Los toros
primero, segundo y sexto se aproximaban al medio toro. Cuidado.
Los lidiados en tercero, cuarto y quinto lugar, encastados y con los problemas propios de este encaste.
Una vez más observamos actitudes del presidente de turno, en este caso
Fernando Fernández-Figueroa, que beneficia a los taurinos en detrimento
de la integridad y del aficionado, quien no ve o no quiere ver en el
reconocimiento que el toro nº. 7, presentaba el pitón izquierdo rajado.
Fue aprobado y lidiado en segundo lugar. Consecuencia: cuando derrota en
tablas, el pitón izquierdo se convierte en una brocha.
A cada torero correspondió un buen toro. Ofrecieron tres resultados distintos.
Ferrera, es un especialista de este encaste y los entiende a la
perfección. Al cuarto de la tarde, que sale de chiqueros arrastrando el
hocico por la arena, desde el primer momento se intuía el buen juego que
luego ofreció. Su pelea en varas fue discreta, saliendo suelto. En la
muleta siguió humillando y buscando la tela con transmisión. Ferrera dio
comienzo a su faena citando de largo al toro, dando media salida a su
embestida para ayudarle a colocarse en el sitio de nuevo. De esta manera
conseguía ligar buenos derechazos que llegaban a los tendidos. Con la
izquierda bajó su labor sufriendo enganchones que le descoloban. De
cualquier manera la faena fue buena, digna, transmitiendo emoción, cosa
rara hoy en día. Disfrutamos con el extremeño. Quizás se pasó un poco de
tiempo de faena y pinchó varias veces, perdiendo trofeos. El toro de
nombre MECANIZADO fue premiado de forma excesiva con vuelta al ruedo.
A diferencia de Ferrera, Manuel Escribano no entendió al buen toro
tercero de la tarde. Su principal virtud fue su valentia y pelea ante
la repetición de la embestida de PAQUECREAS. Pecó de faena encimista y
entonces el toro se comía al torero desluciendo su labor. Como mató de
una buena estocada, el presidente le obsequió con una orejita, sin
petición en los tendidos impares de sombra.
Duele tener que criticar a El Cid. Es un torero al que siempre hemos
admirado por su trayectoria ante no precisamente el medio toro, pero
desde que hace unas temporadas, quien le aconseje, lo anuncia en
carteles con el toro borrego, el de Salteras no es el mismo. El sitio lo
tiene perdido y a un mes y algo vista tiene el díficil compromiso de
Madrid con seis “victorinos”. Ojala se recupere.
Lució en varas Ruiz Román.