(Ronda, 1932 - Sevilla, 1998)
Tercer hijo de una de las saga de toreros más importantes, su padre fue Cayetano Ordóñez, más conocido como "El Niño de
Vistió por primera vez de luces cuando tenía 16 años, en 1948. Un año después se convierte en un novillero de gran proyección y actúa en las principales plazas, entre ellas la de Madrid. El 28 de junio de 1951 tomó la alternativa en Madrid junto a la pareja de moda: Julio Aparicio y Miguel Báez Litri. Poco después, en la temporada de 1952, se coloca en la cabeza del escalafón, con 74 corridas.
Pronto ganó popularidad por su dominio del toro y su lidia sobria, serena y clásica, propia de un destacado seguidor de la «escuela rondeña».
Desde el día en que tomó la alternativa, Ordóñez ocupó en el juicio de críticos y aficionados un lugar destacadísimo, que nunca abandonaría en sus casi 20 años de matador de toros, tanto arte y tanto valor juntos ni sería capaz de expresar ambos con su entera y proverbial naturalidad.
Fue, sin embargo, un torero castigadísimo por los toros, con un saldo de más de una cogida seria por temporada y con graves lesiones en las articulaciones, que dificultaron su movilidad en el ruedo. Su rivalidad con Luis Miguel Dominguín, acentuada por los reportajes que el premio Nobel Ernest Hemingway publicó en la revista estadounidense Life, se resume en diez mano a mano celebradas entre el 17 de junio en Zaragoza y el 21 de agosto de 1959, en Bilbao. Para la historia, Ordóñez fue el triunfador de aquel "verano sangriento", en palabras de Hemingway.
Más valorado con el capote que con la muleta, se dijo de él que no hubo otro igual en el toreo a la verónica, muy amplia de capote y profunda en el lance, hasta el punto de estar considerada por los entendidos como una de las cimas del toreo y ser recordada con nostalgia. Destacó también como matador, recibiendo muchos toros a lo largo de su vida, y encontrando, en el último tramo de su actividad, una estocada de recurso, y efectos fulminantes, caída en un rincón llamado desde entonces "el rincón de Ordóñez".
Siempre se llevó mal con la izquierda, en los toros y en la política, y como con la izquierda se mata, no fue gran matador. Adquirió el vicio o la ventaja de citar a recibir y dejar una estocada baja en lo que Cañabete llamó «el rincón de Ordóñez».
Pero en el volapié se notaba más la fechoría y la gente aprendió a silbarlo. Se le perdonaba el paso atrás en las verónicas, cuando lo daba, y su desconfianza con la zurda, por lo bien que componía la figura, sin forzar la suerte ni perder cierto aroma, cierto estilo indefinible y como añejo de andarles a los toros que suele llamarse Escuela Rondeña.
Diferentes comentarios y opiniones del planeta de los toros.
- "El Maestro de verdad, el espejo en el que mirarse". Jose Mari Manzanares ( padre )
- "Empaque, clase, gusto, aroma a hierbabuena, duende, arte…". R. Corbelle
- "Un ser excepcional". Humberto Parra
- "La pureza: valor, arte y buen gusto". Joselito
- "Sólo el nombre Antonio Ordóñez ya era bonito". Roberto Domínguez.
- "Ordóñez hacía lo que es el toreo". Julio Aparicio
- "Antonio Ordóñez era el ejemplo". Espartaco
- "Un prodigio del toreo". Pacorro
- "Torero de toreros, torero completo". Sebastian Castella
- "Torero de valor y torero de arte". Litri
"El mejor torero de todos los tiempos". Diodoro Canorea - "Uno de los principales toreros del siglo". Álvaro Domecq
- "Maravilla del toreo". Diego Puerta
- "Parecía un torero de otro mundo". Andrés Vázquez
- "De los toreros que más me ha gustado ver torear". Jaime Ostos
1 comentario:
Esto de la técnica, realmente es una ventaja. Gracias a Juan y a los avances audiovisuales, podemos ver TOREO que no hemos visto nunca y me da la impresión que no lo veremos jamás.
Por cierto, Gracias por la Alegría Juan.
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