nombre que no lo quiero mirar.
Francisco Alegre y olé, Francisco Alegre y olá.
La gente dice ¡ Vivan los hombres!
cuando lo ven torear,
Yo estoy rezando por él con la
boquita cerrá.
La copla es un género musical españolísimo que toma para sus argumentos dramas de la vida cotidiana. Uno de sus elementos inspiradores es el mundo taurino. Un mundo de gran colorido que proporciona una temática variada: amores incandescentes, sangre en la arena, desamores, celos...
La copla es cante que nace del pueblo. Expresa de forma vehemente los sentimientos, los amores, los abandonos, los celos y los amores prohibidos. La pasión es el ingrediente que nunca falta. La copla canta historias reales, los anhelos del pueblo. Sus letras son pura poesía, una poesía que nace de su sabiduría popular y muchas de ellas
Era mu poco en la vía
Tan poco que nada era,
Por no tene no tenía
Ni mare que lo quisiera
(Romance de Valentia)
La copla presenta unas características muy definidas, tiene siempre la misma estructura: introducción, nudo y desenlace de la historia; con unos argumentos concretos y un lenguaje propio. La copla se inspirará para sus temas en el entorno cotidiano.
La copla va a tomar del mundo taurino los elementos más simbólicos: la figura del torero como elemento romántico, lo vistoso de la Fiesta, esas tardes de faenas, la atracción de las mujeres por esos valientes hombres que desencadenan amores encendidos y pasiones desatadas.
Capote de grana y oro
Alegre como una rosa
Que te abrías ante en toro
Igual que una mariposa
(Capote de Grana y Oro)
El torero es uno más del pueblo que con su valentía y tesón se enfrenta al toro, triunfa en el albero y fuera de él. Consigue "parné", prestigio y reconocimiento social. No es un nuevo rico, expresión muy española para el que el que se hace a sí mismo: el maestro procede, no siempre, de clase humilde, asciende y se codea con lo más granado de la sociedad.
Ya es torero de fama
Dinero y categoría;
Ya es su pasión una llama
Que me ronda noche y día.
(Con Divisa Verde y Oro)
¡Que le pongan un crespón a la Mezquita!
La muerte del torero.
La muerte del torero. Siempre en el albero frente al toro, y como testigo de esa trágica tarde: una mujer enamorada, que nos lo cuenta.
Un lunes abrileño él toreaba y a verle fui.
Nunca lo hiciera que aquella tarde
De sentimiento creí morir.
Al dar un lance cayó en la arena,
Se sitió herido, miró hacia mí
(El relicario)
Cada uno de los protagonistas asume formas románticas, representa un papel, expresando un mensaje distinto:
El Torero: valiente, viril, arriesga su vida y desata pasiones entre las féminas. Expira en el albero, en la muerte noble y valerosa de su profesión.
La mujer: sumisa, callada, enamoradísima y resignada acepta estoicamente el destino que puede cambiar en cualquier corrida. Ella va a cantar su último
aliento.
El toro: es el enemigo del maestro. Es el estoque del destino, en sus cuernos está que ese amor triunfe o no.
Que le pongan un crespón a la Mezquita
A la Torre y sus campanas, a la reja y a la cruz,
Y que vistan negro luto las mocitas
Por la muerte de un torero caballero y andaluz
De negro todos los cantes
Y las mujeres flamencas con negras batas de cola,
De luto los maestrantes
Y la moda deslumbrante de la guitarra española
(Capote de Grana y Oro)
Ya no te acuerdas mujer de este torero andaluz.
De amores enfriados
Afortunadamente no todas las crónicas (o folletines) terminan por culpa de toro. Algunas cantan los amores perdidos. La mujer se aleja de su torero, un
amor que se transforma en desamor, tal y como lo cuenta ella.
Cuanto te quiero pero que pena me da,
Por culpa de otro querer no nos podemos casar
(Francisco A legre)
El torero le reprocha su desamor, le pide cuentas desde el albero, para que se acuerde que además de hombre es matador.
Desde la arena me dice, “Niña morena”,
Quien te enamora carita de emperaora.
Ya no te acuerdas mujer de este torero andaluz,
que lleva al cuello la cruz de Jesús que le diste tú.
(Francisco Alegre)
De Madrinas y Ganaderas Salmantinas.
De celos y amores no confesados
Los celos, los amores no confesados tienen aquí su espacio.
Unos celos que en la copla tienen su renglón de oro. El toro es la metáfora de los celos, el mayor dolor que puede sufrir la mujer. Los celos pueden asesinar
un amor igual que el toro siega la vida.
Ya es torero de fama, dinero y categoría,
Ya es pasión una llama que me ronda noche y día.
Por tres veces me ha pedido que lo tome por marido,
Por tres veces dije no!,
Y la causa está en Osuna morenita de aceituna que por mí se le olvidó.
(Con Divisa Verde y Oro)
La figura de la mujer en estas coplas se transforma, ganadera y mayor que él, le ayuda a convertirse en figura del toreo y su pasión no es correspondida.
En Divisa de Verde y Oro, los celos que le provoca “la otra” llevan a la ganadera a no aceptar el matrimonio. Aquí aparece la figura de los mayorales,
que le cantan a coro su desgracia por culpa de “ese toro de agonía”.
Ganadera con divisa verde y oro, dueña mía
Cuanto diera por salvarte de ese toro de agonía
Con tu hacienda y tu apellío ya te sobra en que pensar
Y hasta el luto del vestío te lo debes quitar
Por que así no se adivina que enterrastes un “te adoro”
Bajo el tronco de una encina
(Con Divisa Verde y Oro)
En Madrina simplemente ella sufre su enamoramiento a solas, loca de amor pero no se lo confiesa, es un amor callado, ella le ayuda a triunfar pero
el triunfo de él no se convierte en amor para ella.
Mi pena es de dolorosa más nadie me la adivina
No sabes de mi amargura, pues tu locura solo es el toro
Y a solas me bebo el llanto, de tanto y tanto como te adoro.
(La Madrina)
Del triste afisionao que buscaba la ocasión.
Romance de Valentía
Es un figura diferente en la copla, el “afisionao” sin posibles, que se enfrenta al toro en campos de Salamanca. No llega nunca a vestirse traje de luces, muere antes, la pasión “ar buré” es superior que su amor a la vida.
Era un triste afisionao que buscaba la ocasión
De dejar en un cerrao frente a un toro el corazón.
Romance de valentía, escrito con luna blanca
Y gracia de Andalucía en campos de Salamanca
(Romance de Valentía)
No tiene nada más que ilusión taurina, no le importa la muerte porque no hay nada que le ate a la vida.
Todas las noches saltaba sin miedo la talanquera
Y a cara o cruz se la jugaba al toro la vía entera
Vive su destino anónimo con resignación, sabe que no va a triunfar en la
Plaza pero se siente torero ¿y qué mejor muerte que en el abrazo del toro?
Morir en esta pelea es cosa de buen torero,
Ya vestio de alambres no ha de yerme la afisión
Y como no tengo mare, la macarena me ampare y me de su bendición
(Romance de Valentía)
Aquí el elemento femenino es representado por la Virgen de la Macarena. Ya no una mocita ni una madre ni una ganadera. La Virgen lo ampara, escucha la plegaria y llora su ignorado y triste final.
En San Gil, la macarena,
Ay si que lloraba de pena
Por la muerte der chava.
(Romance de Valentía)
Un paseíllo por la copla del siglo XX
A principios del siglo XX la Copla se consolida como un género con identidad propia dentro del cante popular español. Ya Federico García Lorca y la Generación del 27 mantuvieron una estrecha relación cultural con la copla y sus artistas. De hecho Federico rescató del olvido coplas como Los cuatro muleros, En el café de Chinitas, Los Peregrinitos o Anda Jaleo.
En la España dividida durante la Guerra Civil se oían las mismas coplas en ambos bandos, y una vez finalizada la contienda continuó siendo un género
muy popular.
La Dictadura franquista acoge en su ideología elementos populistas, que le sirven para formar la cultura del régimen. Fomenta y reserva un lugar de
honor a los toros y la copla que gozan de la pasión del pueblo.
Es de sobra conocido el gusto de Franco por la copla y las actuaciones de las Tonadilleras en las celebraciones del El Pardo. La copla vivió una época de
oro bajo su palio.
En un momento en el que el censor alargaba faldas y cortaba diálogos la gente de a pié se volcó con las únicas artistas que no eran cuestionadas por el
régimen: las tonadilleras, mujeres que, entre líneas y de forma sutil, trataban temas prohibidos. Cuando la tonadillera sale al escenario se produce una comunicación con el público sin igual, ella interpreta, dramatiza, vive y trasciende la historia que canta y el público se introduce en dicha historia y ¡LA VIVE!
Ella es el hilo conductor entre la historia y el público y quizás ella sea protagonista real de un amor con un torero.
En un momento en el que el censor alargaba faldas y cortaba diálogos la gente de a pié se volcó con las únicas artistas que no eran cuestionadas por el régimen: las tonadilleras.
La identificación que se hizo de copla y Franquismo llevó en los primeros momentos de la Democracia al estancamiento y declive del género: algunos
sectores sociales lo consideraron como algo característico de la España más retrograda y menos Europea. A pesar de que los matrimonios o amoríos entre
toreros y tonadilleras seguían ocupando las portadas de las revistas del corazón.
La copla resurgió en la Expo’92 de Sevilla, con el espectáculo Azabache, que resumió su devenir reuniendo artistas pertenecientes a diferentes generaciones, Rocío Jurado, Juana Reina, Nati Mistral e Imperio Argentina. Pero no debemos olvidar la gran labor que realizó Carlos Cano en la revitalización de la copla.
Actualmente nuestras tonadilleras continúan con la tradición. Se han abandonado elementos característicos de antaño, como las batas de cola. Los temas
a los que se cantan también son otros, la sociedad es otra, los valores y gustos del público otros. Pero bien es verdad que coplas históricas como Cinco Farolas, Ojos Verdes, El Relicario siguen siendo de las preferidas del público.
¿Quién no ha oído cantar “En los carteles han puesto un nombre que no lo
quiero mirar...”
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