miércoles, 6 de julio de 2011

Se están pasando


La frase no es mía: se la he escuchado a varios aficionados, como resumen de lo que está sucediendo esta temporada

La frase no es mía: se la he escuchado a varios aficionados, como resumen de lo que está sucediendo esta temporada.
Nadie duda de que hay diestros de calidad, hemos visto algunas buenas faenas. Tampoco se discute que el nivel de los toros lidiados está bajando demasiado: en presentación, en fuerza y en bravura. Y el toro sigue siendo la base fundamental de todo el espectáculo.
Ha habido quejas en todas las Ferias importantes. El último ejemplo, clarísimo, lo hemos tenido en Alicante: cada tarde, se han reconocido más de doce toros. Y eso en Alicante, donde la exigencia es pequeña. Varias corridas han estado en riesgo grave de suspenderse; si no se aprobaban ciertos toros, algún torero (mejor dicho: su representante) amenazaba con caerse del cartel, presentando un parte médico. Y, al final, han salido toretes impresentables, con el peso mínimo.
No queremos, en el ruedo, elefantes; no hay que exigir en todas partes el toro de Madrid. Todo eso lo sabemos de sobra. También sabemos que, si se pasa un límite, una Fiesta heroica se reduce a una pantomima. Sin ninguna demagogia: ahora mismo, ese riesgo existe.
¿Qué opinan de eso las figuras, tan preocupadas por el paso de la Fiesta a Cultura? Todavía estoy esperando oírles. Al fondo está su deseo de autogestión: que la Fiesta dependa solamente de los profesionales, sin reglamentos, presidentes ni veterinarios. Imagínense...
La conclusión es evidente: no hacen falta enemigos exteriores. Sin un respeto al toro, la Tauromaquia está herida de muerte; quedaría sólo como un ballet blanco o una distracción pintoresca para turistas. Espero no verlo.
Llega ahora Pamplona, con un título claro: la «Feria del Toro». Sólo El Juli, entre las figuras, se ha apuntado a dos corridas: lo recordaremos. Veremos el toro auténtico. Por eso, «a Pamplona hemos de ir...»

ANDRÉS AMORÓS

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