lunes, 8 de agosto de 2011

Andalucía triunfa en el torneo de acoso y derribo

 Ciudad Rodrigo acoge un torneo nacional con 50 caballistas de tres comunidades

Medio millar de jinetes practican la disciplina de acoso y derribo en la región


La modalidad del acoso y derribo está en auge y así lo ponen de manifiesto las cifras que maneja la Federación Hípica de Castilla y León. En el último año el número de jinetes federados ha pasado de 54 a los 120 actuales, dado que es necesario pertenecer a este registro oficial si se quiere participar en las diferentes competiciones, con independencia de la categoría. Alberto Corres, vocal de Acoso y Derribo de la Federación, va más allá cuando señala que «la gente que lo practica, sin llegar a ser federados, estará alrededor del medio millar».
La buena salud de esta disciplina, que tiene su origen en una faena campera como es el tentadero de machos, se puede observar este fin de semana en Ciudad Rodrigo con la celebración de un campeonato nacional en el que se han dado cita 25 colleras procedentes de Andalucía, Castilla y León y Extremadura. Ayer, tuvo lugar la primera de las eliminatorias y esta tarde, a partir de las 16:00 horas, se disputará la final en el corredero de la finca Casasola.
En opinión de Alberto Corres, el primer garrochista vasco de la historia, «esta disciplina cada vez va a más, y me parece todo un éxito que con los tiempos que pasan haya inscritas 25 colleras». No en vano, participar en una competición de máxima categoría, como esta, supone una inscripción a la collera de 600 euros, aunque la cifra merma si se trata de concursos territoriales o de los denominados de tipo B, instaurados recientemente y destinados a los nuevos aficionados.
Ejecutar la suerte de manera correcta, es decir, conseguir tumbar a la vaca dentro del cuadrilátero, parte de la conjunción perfecta entre garrochista y amparador. El encargado de derribar al animal, en estos concursos una vaca brava y otra mansa, es el garrochista que entra por el lado derecho de la vaca.
En el lado izquierdo se sitúa el amparador, cuya misión es la de acosar a la res antes de la echada para atajar su dirección. El tercero en discordia, o en armonía, es el caballo que asume buena parte de la responsabilidad a la hora de derribar a la vaca. Tradicionalmente se buscaban caballos cruzados pero en la actualidad, prácticamente, están representadas todas las razas.
Por último, los jinetes necesitan una garrocha para conseguir su objetivo, por lo que se convierte en otro elemento imprescindible para la práctica de este deporte. El uso de la vara no persigue hacer daño al animal sino tan solo, con media pulgada, servirá como empuje.
Criterios de puntuación
La puntuación dentro de lo que es la competición dependerá, entre otras cuestiones, de las volteretas que efectúe el animal, cuestión nada sencilla, si se tiene en cuenta que se producen «embroques», actitud rápida que toma la res al volverse para embestir; y los denominados «marronazos», que significa fallar en la echada, o acción de derribar.
Juan Luis Montero, organizador del XXVIII Concurso Nacional de Ciudad Rodrigo, destaca que «cada vez hay más nivel y esto se traduce en que se van metiendo vacas de mucho peso». Mantiene que «la garrocha nunca tuvo tanto nivel en Castilla y León» y asegura que «cuando lo pruebas, es un deporte que te engancha»

La collera andaluza formada por el garrochista Rafael Molina Candau y el amparador José María García Campillo consiguió la primera posición en el campeonato nacional de acoso y derribo celebrado este fin de semana en Ciudad Rodrigo. La final se prolongó durante varias horas, ya que se tuvieron que correr más vacas para propiciar un desempate

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