No hay mal que por bien no venga, dice el refrán que pudo aplicarse después de lo ocurrido en la plaza vieja el día 11 de septiembre de 1916. Era la tercera corrida del abono, se lidiaban toros de la ganadería portuguesa de Palha, con mucho público en los apretados e incómodos tendidos y la animación habitual de las tardes de feria, y sin que en absoluto pudiera sospecharse que la tarde iba a ser muy especial. Porque al saltar al ruedo uno de los ejemplares del encierro, después de ser recogido con unos capotazos atropellados por un peón, se deshizo del engaño y se dirigió a la barrera, que saltó limpiamente. Allí se produjo lo que pudo ser una tragedia y que por fortuna se quedó en un espectacular incidente, que tuvo otras graves consecuencias, porque la res, después de recorrer el callejón, se enfrentó a las tablas y empezó a cornear con furia puertas y barreras destrozando cuanto se oponía a su paso. Hubo un conato de alcanzar el tendido, entre el pánico del gentío, que huyó a las localidades más altas temiendo que les alcanzara, pero el toro desistió y siguió embistiendo en el ruedo, llevándose por delante un burladero. Fue un ataque continuado y feroz, hasta que el toro pudo ser apuntillado restableciéndose la lidia en condiciones muy peligrosas, después de ser reparados los daños para garantizar un mínimo de seguridad en el desarrollo del festejo
No era este el único incidente en aquella plaza de mampostería, que técnicamente debía mantenerse por espacio de cinco años y estuvo abierta ochenta y siete. Se construyó a condición de destinar fondos para el Hospital de San Julián, que estaba en unas condiciones lamentables, y por la constante presión de los aficionados al Ayuntamiento, que entretanto asistían a los esporádicos y modestos festejos de un pequeño ruedo, promovido por un carnicero llamado Caulín junto al Paseo de la Feria, que en absoluto satisfacía su interés. La corrida inaugural se celebró el 9 de septiembre de 1829, con Juan Jiménez 'El Morenillo',y Manuel Lucas Blanco, con toros de Freire, de Alcalá del Río, y de Gil Flores, de Alcaraz. Aquella tarde tuvo lugar el precedente dramático a que nos referimos, precursor del estropicio del toro de Palha. En la primera estocada de la corrida, la espada saltó al tendido hiriendo a un espectador.
Y en cuanto al refrán que citamos, se cumplió a rajatabla. En vista del precario estado de la plaza, que cerró sus puertas el 12 de septiembre de 1916, se acordó edificar la actual. El último festejo fue una novillada con ganado de Sabino Flores para Amuedo, Angelete y Saleri III.
Un año más tarde, Albacete ya tenía una plaza flamante, diseño de Julio Carrilero y Manuel Sáiz de Vicuña, encargada a los arquitectos Rafael Arnaz y Miguel Ortiz. Fue inaugurada el 9 de septiembre de 1917. Es curioso que sirvió de modelo a la plaza madrileña de las Ventas. Pero esa es otra historia.
SÁNCHEZ DE LA ROSA
1 comentario:
Perdone, a lo mejor es mi senilidad galopante, pero no me queda claro en su texto qué pasó con el toro de Palha.
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