viernes, 16 de septiembre de 2011
El año de las novilladas
En 1952 la ciudad era una plaza de toros, un ruedo al rojo vivo por la presencia de tres toreros de la tierra que provocaron un apasionamiento colectivo dividiendo a la sociedad local, y hasta a las familias, en modernos 'capuletos' y 'montescos', quiero decir en 'monteristas y 'pedresistas' primero, según fuesen partidarios de Juan Montero y de Pedro Martínez 'Pedrés', con un tercero en discordia, 'Chicuelo II', que se había abierto camino desde un bazar de la calle Mayor donde trabajaba, por el escabroso sendero de las capeas y las becerradas en pueblos a los que se desplazaba en bicicleta. Por cierto, la bicicleta se puede ver en el restaurante 'El Callejón', con miles de fotos taurinas que son un testimonio impagable, una galería histórica recogida por Miguel Ángel Cuevas, gran aficionado a la Fiesta.
Aquel clima, como un gigantesco capote de grana y oro extendido en los barrios, favoreció la afición de manera extraordinaria. No se trataba de ir a los pequeños festejos que se anunciaban -incluidos los sorteos de regalos en el descanso- sino también a los actos de una nueva cultura que se implantó, en sesiones de cine y conferencias, una de las cuales, a cargo de José Aparicio Albiñana, presidente de la peña 'Pedrés, que fue gobernador de Albacete en la República, fue un reflejo de ese ambiente. Titulada 'Montero, Pedrés y las malas compañías', conmocionó la vida local. Y por eso tampoco es extraño que el empresario de la plaza organizase una serie de novilladas, seguro de la afluencia popular, que acude a la plaza toree quien toree y sin que importe que no sea domingo, porque en cualquier día de la semana cabe un cartel. Especialmente de mayo a agosto, se prodigaron los festejos que iban a convertir la temporada en el año de las novilladas; diez nada menos tuvieron lugar en los meses de primavera y verano que citamos, y que fueron al final del ciclo la antesala de la Feria, donde la organización echó el resto.
El abono no nos deja mentir, y nos depara además alguna que otra curiosidad. Por ejemplo, en la primera corrida torean Antoñete, Juan Montero y 'Pedrés'. Seguro que el veterano y admirado matador, actual comentarista con Manuel Molés en Canal Plus y la SER, no ha olvidado aquella tarde ni el primer toro de Cobaleda que le tocó en suerte. En la segunda mataron 'galaches' Luis Miguel Dominguín, Martorell y Miguel Baez 'Lirri'. En la tercera coinciden los flamantes matadores de casa, Juan Montero y 'Chicuelo II', junto con Ortas y Carriles y toros de Alipio Pérez Tabernero, hierro que repite el día siguiente, que se anuncia con Manolo González, Martorell y Antonio Ordóñez, quien pisa por primera vez la Feria albaceteña. Reses de Samuel, el ganadero paisano, se lidian en el último festejo por Dámaso Gómez -no confundir con nuestro Dámaso González- con Antoñete y Juan Montero.
Se puede pensar que este abono sería un digno colofón a una campaña tan pródiga. Qué va. Las puertas de la plaza aun se abrieron después de Feria. Tres novilladas más iban a cerrar un año en el que además se dieron a conocer varias peñas que viajarían con sus toreros por todo el país y garantizaban un invierno animado de actos, homenajes y conferencias en los diversos foros albacetenses.
SÁNCHEZ DE LA ROSA
laverdad.es
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