La proyección de los toreros extremeños mantiene viva la afición en la región, aunque la actividad se resiente por la mala economía de los municipios. Empresarios y ganaderos reconocen haber ajustado sus precios en los festejos menores, que han sufrido un descenso del 58% en 4 años
Si seguimos con la empresa es por pura afición, porque de otra manera no se puede explicar". Con esta frase Manuel Acosta, uno de los cuatro amigos y propietarios de la empresa taurina Ruedo de Barros, que lleva algunos meses sin gestionar ninguna plaza a la espera de coger la de Jerez de los Caballeros, resume el impasse que están viviendo con la crisis económica, no ajena al mundo del toreo.
La mala situación financiera global es clave en la caída del número de los festejos taurinos que se vienen celebrando en los últimos años en la región y también en el declive de espectadores, "pero no de la afición", matiza Acosta, al menos en Extremadura.
Lejos de lo que está ocurriendo en otras comunidades como Cataluña, donde los toros viven su último episodio en su plaza más monumental, o Andalucía, donde la crisis ha dado al traste con más de la mitad de los festejos que se venían celebrando en la comunidad, Extremadura aguanta el tirón, aunque muy resentida. Desde el 2007 la actividad taurina ha caído en la región un 20% en conjunto, aunque la peor parte se la han llevado los festejos menores. Becerradas, novilladas sin picadores, corridas mixtas con rejones... han salido mucho peor paradas que las grandes faenas que mueven a las primeras figuras del toreo, y con ellas toda la industria que hay tras el ruedo. Así, mientras que en el 2007 se celebraron 69 festejos de este tipo, el año pasado solo fueron poco más de 20, según los datos del Ministerio de Interior, lo que representa una caída superior al 50%, mientras los populares siguen siendo mayoría, han pasado de más de 700 a 639. Y los festejos mayores, de 149 a 121 en el mismo periodo.
"El problema está en los ayuntamientos que no tienen ni un duro y lo primero que recortan lógicamente es en ocio", cuenta el empresario de Ruedo de Barros mientras reconoce que Almendralejo y Jerez --dos plazas que antes gestionaban-- todavía le adeudan dinero de espectáculos del 2009 en el primer caso y de esta temporada, en el segundo. ¿Y cómo se puede subsistir así en el negocio? "Pues poniendo dinero del propio bolsillo y dedicándonos a otra cosa, porque de esto no podríamos vivir". Por eso, Acosta dice que las empresas modestas, como esta, tienen difícil supervivencia si esto se alarga.
FESTEJOS MAYORES Algo más fácil lo tienen otros empresarios como José Cutiño, que gestiona reconocidas plazas como la de Badajoz, Olivenza o Zafra desde hace más de 15 años y ahora también Almendralejo y Don Benito, entre otras de fuera de la región como Pozoblanco. "En el mundo del toreo se nota el bajón, pero es cierto que en las grandes ferias como la de Olivenza no falta nada". Y es que los festejos mayores, entre los que se incluyen las corridas de toros, de rejones, festivales y novilladas, han caído casi tres veces menos que el resto de actividades y "ahí se nota menos la situación complicada que vive este mundo y que se está resistiendo gracias también al tirón de los importantes toreros extremeños".
La solución para aliviar la situación pasa por adecuar los precios de las entradas, reducir los festejos por feria y seguir ofreciendo carteles de calidad, confiesa el empresario. Su trayectoria también es un aval. "Llevamos más de 20 años y ahora también se recogen frutos, porque en otras comunidades la situación es mucho peor".
Y si los empresarios han tenido que ajustarse a los difíciles tiempos, los ganaderos no han sido menos. "La ganadería ha bajado también sus beneficios porque hace seis años en España se celebraban 1.000 corridas y ahora son 500", aunque reconoce que la calidad y un nombre sigue teniendo su peso. "Las ganaderías buenas, igual que los buenos toreros, no se bajan los pantalones", dice Manuel Acosta, y "siguen teniendo demanda", insiste Cutiño, optimista con el futuro. El problema está en los pequeños espectáculos. Y así lo corroboran dos ganaderos de la región, ninguna ajeno a la crisis, que sitúan la caída de su actividad en más de un 40% desde el 2007. Es el caso de Victorino Martín, que se mueve en plazas de primera y segunda principalmente, donde menos se nota la crisis, "pero se nota". El espera que sea pasajero y asegura que la economía es de lo que adolece el mundo del toro, la prueba está en los festejos menores que están sufriendo mucho por la falta de capital municipal, señala.
Bien lo sabe Jesús Pérez Escudero, otro reconocido ganadero extremeño que se está replanteando el futuro de su ganadería. "Estamos en un momento muy difícil porque nuestros clientes son principalmente los ayuntamientos", pero además su crisis viene también por el cierre del grifo de las entidades financieras. "Yo antes pedía dinero al banco para adelantar los gastos de una feria mientras el ayuntamiento pagaba y me lo concedía,
lacronicabadajoz.com
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