miércoles, 25 de enero de 2012

La insoportable levedad del ser (taurino)

El Café de Fornos, en una fotografía del año 1908. Allí es donde Belmonte hacía tertulia escultores como Sebastián Miranda y Julio Antonio, el pintor Romero de Torres y los escritores Enrique de Mesa, Pérez de Ayala y don Ramón del Valle Inclán.


El Café de Fornos en nuestros días, sólo queda una placa conmemorativa.

Cuesta lo suyo dar forma al gesto de abstraerse por un momento, como si nada hubiese sucedido las dos últimas semanas en relación a los derechos de imagen, y hacerse cargo de hacia dónde va todo esto de los toros. Porque los Anselmis, los que prohíben en Galicia, o los que niegan el rito de vida y muerte del toro al otro lado del charco, son ahora mismo pecata minuta comparado con el mal congénito que habita dentro).

Las predicciones del Banco de España auguran que el producto interior bruto (PIB) se contraerá el 1,5% en 2012 (el 1,7%, según el FMI). España no creará empleo neto hasta la segunda mitad de 2013, se añade. Los toros aportan 2.000 millones al total de ese PIB, que asciende a más de un billón de euros. 200.000 puestos de trabajo en el gremio.Entraremos en recesión.Se suele caracterizar por una reducción de casi todas las variables económicas, como son:

La producción de bienes y servicios, en este caso el producto sería el toro.

El consumo, hablamos de plazas que contratan ganaderías, y aficionados que van a esas plazas.

La inversión, hablamos de las plazas, sus empresarios y Ayuntamientos.

El empleo, todos sabemos a qué se refiere esto.

El beneficio de las empresas, es decir, más de uno se tendrá que plantear cerrar el chiringuito.

Si la producción cae, se vende menos. Si se vende menos, no necesito tanta mano de obra. Si hay paro, no hay ingresos como los de antes. Si ingreso menos, ajusto (a la baja) mis gastos a esos ingresos. Si me suben los precios de mi ocio, deberé elegir y sacrificar una parte de dicho ocio.

Ganaderos, empresarios y aficionados vemos cómo este 2012 vamos a tener que recortar por algún sitio. Los toreros no. Bueno, algunos toreros no. Sólo aquellos que autoproclamándose salvadores de una Fiesta infecta y denigrada por ellos mismos no se dan cuenta de que esos derechos de imagen que reclaman cada vez serán menores si, como ellos piensan, deben cobrar por cada repetición de sus faenas. Si se vuelven a retransmitir en abierto esas corridas de tramoya y mentirijilla que ellos producen, si siguen pensando que el atajo para reflotar todo este bisnes es cobrar por cada repetición de una cosa que no es ni arte ni es nada, mejor que no sean las suyas, porque si rezumase algo de verdad en todo ello los niños jugarían al toro, y querrían ser como ellos, y se regenerarían todos esos valores que se han ido depreciando a la misma velocidad que han aumentado los ceros de sus cuentas corrientes.,y no se dedicarían a lo postizo y artificial de las playstations, los megauploads ni los justin bieber de nuevo cuño, que para la chavalería es el mismo perro con distinto collar.

Todos nos apretamos; sólo los toreros nos ahogan. Y esto desata una reacción en cadena en la que los ganaderos quieren pernada, los otros toreros también quieren su calderilla (Fandiño no, que a las cinco se levanta para entrenar, justo en ese preciso instante en el que algunos piden la penúltima, la cuenta y la puerta) y los aficionados, entre twitteres y diretes, en blogs y tertulias (tertulias de las de ahora, porque ya no queda ni un mísero café donde puedas aprender de cuatro viejos que sí que pueden hablar de emoción, arte y competencia) no logramos hacer frente común a esta lacra de impostura y megalomanía en la que nos han metido.

El penúltimo en ondear bandera blanca: Joaquín Moeckel, hasta ahora garante (y aficionado, no como los tecnócratas contratados por 10 toreros para que hagan el trabajo que llevan un siglo haciendo los apoderados) de un colectivo incapaz de sobreponerse al reino de taifas, contumaces en sus derechos de imagen (que no es más que la negación de sus obligaciones de torero).Posiblemente la única actividad humana en la que se demanda que el profesional tenga afición, altruismo y que el aficionado tenga paciencia.

Reivindicar una manera de vivir, un leit motiv de las buenas costumbres, volcar todos los redaños en intentar la contra-reforma de todo esto que hemos dejado que agonice… eso debería ser la prioridad única e indivisible entre los toreros para recuperar eso de lo que ellos viven, pero por lo que piden que el resto mate.

Y, por cierto, eso que nos quieren endilgar de que si no se llena la plaza hay pérdidas es más falso que el capitán del Concordia. Pérdidas hay cuando pagas más de lo que ingresas, incluso sin llenar la plaza (que ni los de jédiez son capaces de hacerlo fuera de Madrid o Sevilla) se puede no perder dinero.



Joselito el Gallo en Sevilla, vía “La razón incorpórea



Morante de la Puebla en Bilbao el año pasado, el día de su Puerta Grande, vía “La Plaza Real


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