«Hay que tener una capacidad psicológica muy fuerte para superar la intransigencia de Madrid »
La pasada temporada se cumplieron treinta años desde que tomara la alternativa en Barcelona. En total fueron 18 campañas las que permaneció en activo, 14 de las cuales formó parte del grupo especial, habiendo lidiado la friolera de 1.200 festejos. Todo ello, amén de las dos puertas grandes que abrió en ‘Las Ventas’, le ha convertido en el diestro portugués más grande de todos los tiempos. Tanto es así que, ahora, a sus 53 años, la mejor válvula de escape que conoce para sentirse vivo sigue siendo ponerse delante de la cara de un toro.
En 2011 se cumplieron sus 30 años de alternativa y lo celebró en los ruedos. ¿Cómo se encontró?
Bien, aunque el esfuerzo es mucho mayor. Claro que no es fácil, máxime siendo consciente de la responsabilidad que significa volver a estar delante de la cara de un toro y de un público que espera la absoluta entrega de todos los profesionales que va a ver. Así que lo que he toreado ha sido en recuerdo a esas tres décadas de alternativa, consciente de esa gran responsabilidad de la que hablaba y estando por encima de las circunstancias.
Ya se venía preparando en los últimos años con esas actuaciones en Bayona, en 2008, o Bilbao en 2010...
Yo siempre he toreado mis diez, doce o catorce festivales por temporada, pues es una forma de mantener la afición y de reencontrarme con viejos compañeros. Sin embargo, lo de Bayona fue un proyecto que salió por una invitación del alcalde. Me lo propuso con motivo de mis 25 años de alternativa y después de volverme medio loco acepté el reto junto a El Juli y Manzanares. Fue una corrida muy brava y afortunadamente estuve a la altura de las circunstancias. Luego, con lo de Bilbao sucedió otro tanto de lo mismo, en este caso fue Leopoldo Gil, entonces presidente del Club Taurino Cocherito de Bilbao, quien me lo propuso coincidiendo con el centenario de este colectivo. Y no supe decir que no a pesar de que el proyecto era con los Palha. Creo que ambas tardes fueron muy significativas ya que quedarán siempre para la historia.
El caso es que no le deja la condición...
En mi época veía a toreros que se retiraban y a las dos o tres temporadas volvían a los ruedos. Yo entonces pensaba que eso no me sucedería a mí. Pero luego, con el tiempo, lo acabas viendo de otra manera, pues lo acabas considerando una forma de escape ya que el placer que sientes poniéndote delante de la cara de un animal es único. Y es que egoístamente es algo que me llena como ninguna otra cosa en el mundo.
De sus años gloriosos, ¿la tarde que más recuerda?
La más soñada, sin duda, la de mi alternativa en Barcelona. Una plaza en la que fui muy respetado como novillero y que tenía un significado histórico, dado que era como el eslabón perdido en la cadena de los toreros portugueses ya que allí murió años antes José Falcón. Hubo también otras importantes como las cuatro orejas en Valencia ante los Victorinos o las dos puertas grandes en Las Ventas.
¿Y los toreros que más le han impresionado dentro y fuera de la plaza?
Infinidad de ellos. Empezaría por citar al maestro Paquirri que fue quien me apadrinó. Seguiría con Ruiz Miguel por su carisma y talento y no podría olvidarme de personalidades como Santiago Martín El Viti o Curro Romero. También me impresionó el hambre y la ambición de Rincón, o la capacidad de superación de Espartaco... Como decía al principio, infinidad de ellos.
Todos le recordamos en el tercio de banderillas, donde recibió cinco de las 19 cornadas que luce en su cuerpo...
Cuando se supone que uno domina la acción, lo que hace es llevarla tan al límite que basta un mínimo desliz para que el toro cumpla con su cometido. De ahí esas cinco cornadas, dos de ellas muy fuertes, e incontables volteretas precisamente porque como era un tercio que yo dominaba trataba de entregarme en cuerpo y alma e iba siempre un poquito más allá.
¿Serían posibles ahora aquellos carteles de banderilleros que tantas ferias salvaron entonces?
En mi época se conjugaron una serie de puntos, el principal fue la diferente personalidad con respecto a ese tercio de los componentes del cartel. El que más cuajó fue Esplá, El Soro y Víctor Mendes: distintas formas de banderillear que se compaginaban. Y encontrar ahora esas tres personalidades distintas no es fácil, aunque no deja de haber un par de matadores banderilleros con trascendencia y muy buenos.
Háblenos de esas dos puertas grandes de Las Ventas
Madrid es única y siempre hay que respetarla pese a su radicalidad. Y cuando consigues allí ese tipo de triunfos es una locura por la gran dificultad que entraña. Hay que tener una capacidad psicológica muy fuerte para superar esos momentos de intransigencia que antes o después viven todos los toreros en esa plaza. La grandeza es que todo lo que se consiga ahí por entrega y por verdad puede acabar pareciendo fácil, cuando en realidad no deja de ser un milagro.
¿Cómo ha vivido la prohibición de los toros en esa plaza donde tomó la alternativa?
Sabemos que han primado razones políticas que han querido disfrazar falsamente con argumentos de defensa animal. Se puede defender la identidad catalana pero sin tener que rehusar todo aquello que huela a España. Pese a todo, estoy convencido de que volveremos a ver toros en Barcelona.
«Antes muchas faenas las presidía esa emoción que ahora falta»
Algunos afirman que ahora se torea mejor que nunca, ¿está de acuerdo?
La mano de las escuelas taurinas se nota en cuanto a la formación, pero el talento, la capacidad, la constancia, el valor y otras muchas cosas no se adquieren allí. Es cierto que hoy por hoy las faenas son más templadas y sin apenas arrugas en la muleta, pero el toro de ahora no es el mismo que el de antes. Es decir, antes muchas faenas estaban presididas por esa emoción que ahora falta, incluso con toros menos serios. Y es que al ganado se le ha ido seleccionando para acompañar la tauromaquia actual. Visto así, sí que comparto que ahora se torea mejor, pero sólo por la forma en que se torea...
¿Y cómo han evolucionado las ganaderías?
Infelizmente, y contra el patrimonio genético y único del ganado bravo, muchos encastes se están perdiendo y abandonando porque no resultan nada comerciales para la tauromaquia moderna. Y eso es algo que no me gusta lo más mínimo.
En 2011 se cumplieron sus 30 años de alternativa y lo celebró en los ruedos. ¿Cómo se encontró?
Bien, aunque el esfuerzo es mucho mayor. Claro que no es fácil, máxime siendo consciente de la responsabilidad que significa volver a estar delante de la cara de un toro y de un público que espera la absoluta entrega de todos los profesionales que va a ver. Así que lo que he toreado ha sido en recuerdo a esas tres décadas de alternativa, consciente de esa gran responsabilidad de la que hablaba y estando por encima de las circunstancias.
Ya se venía preparando en los últimos años con esas actuaciones en Bayona, en 2008, o Bilbao en 2010...
Yo siempre he toreado mis diez, doce o catorce festivales por temporada, pues es una forma de mantener la afición y de reencontrarme con viejos compañeros. Sin embargo, lo de Bayona fue un proyecto que salió por una invitación del alcalde. Me lo propuso con motivo de mis 25 años de alternativa y después de volverme medio loco acepté el reto junto a El Juli y Manzanares. Fue una corrida muy brava y afortunadamente estuve a la altura de las circunstancias. Luego, con lo de Bilbao sucedió otro tanto de lo mismo, en este caso fue Leopoldo Gil, entonces presidente del Club Taurino Cocherito de Bilbao, quien me lo propuso coincidiendo con el centenario de este colectivo. Y no supe decir que no a pesar de que el proyecto era con los Palha. Creo que ambas tardes fueron muy significativas ya que quedarán siempre para la historia.
El caso es que no le deja la condición...
En mi época veía a toreros que se retiraban y a las dos o tres temporadas volvían a los ruedos. Yo entonces pensaba que eso no me sucedería a mí. Pero luego, con el tiempo, lo acabas viendo de otra manera, pues lo acabas considerando una forma de escape ya que el placer que sientes poniéndote delante de la cara de un animal es único. Y es que egoístamente es algo que me llena como ninguna otra cosa en el mundo.
De sus años gloriosos, ¿la tarde que más recuerda?
La más soñada, sin duda, la de mi alternativa en Barcelona. Una plaza en la que fui muy respetado como novillero y que tenía un significado histórico, dado que era como el eslabón perdido en la cadena de los toreros portugueses ya que allí murió años antes José Falcón. Hubo también otras importantes como las cuatro orejas en Valencia ante los Victorinos o las dos puertas grandes en Las Ventas.
¿Y los toreros que más le han impresionado dentro y fuera de la plaza?
Infinidad de ellos. Empezaría por citar al maestro Paquirri que fue quien me apadrinó. Seguiría con Ruiz Miguel por su carisma y talento y no podría olvidarme de personalidades como Santiago Martín El Viti o Curro Romero. También me impresionó el hambre y la ambición de Rincón, o la capacidad de superación de Espartaco... Como decía al principio, infinidad de ellos.
Todos le recordamos en el tercio de banderillas, donde recibió cinco de las 19 cornadas que luce en su cuerpo...
Cuando se supone que uno domina la acción, lo que hace es llevarla tan al límite que basta un mínimo desliz para que el toro cumpla con su cometido. De ahí esas cinco cornadas, dos de ellas muy fuertes, e incontables volteretas precisamente porque como era un tercio que yo dominaba trataba de entregarme en cuerpo y alma e iba siempre un poquito más allá.
¿Serían posibles ahora aquellos carteles de banderilleros que tantas ferias salvaron entonces?
En mi época se conjugaron una serie de puntos, el principal fue la diferente personalidad con respecto a ese tercio de los componentes del cartel. El que más cuajó fue Esplá, El Soro y Víctor Mendes: distintas formas de banderillear que se compaginaban. Y encontrar ahora esas tres personalidades distintas no es fácil, aunque no deja de haber un par de matadores banderilleros con trascendencia y muy buenos.
Háblenos de esas dos puertas grandes de Las Ventas
Madrid es única y siempre hay que respetarla pese a su radicalidad. Y cuando consigues allí ese tipo de triunfos es una locura por la gran dificultad que entraña. Hay que tener una capacidad psicológica muy fuerte para superar esos momentos de intransigencia que antes o después viven todos los toreros en esa plaza. La grandeza es que todo lo que se consiga ahí por entrega y por verdad puede acabar pareciendo fácil, cuando en realidad no deja de ser un milagro.
¿Cómo ha vivido la prohibición de los toros en esa plaza donde tomó la alternativa?
Sabemos que han primado razones políticas que han querido disfrazar falsamente con argumentos de defensa animal. Se puede defender la identidad catalana pero sin tener que rehusar todo aquello que huela a España. Pese a todo, estoy convencido de que volveremos a ver toros en Barcelona.
«Antes muchas faenas las presidía esa emoción que ahora falta»
Algunos afirman que ahora se torea mejor que nunca, ¿está de acuerdo?
La mano de las escuelas taurinas se nota en cuanto a la formación, pero el talento, la capacidad, la constancia, el valor y otras muchas cosas no se adquieren allí. Es cierto que hoy por hoy las faenas son más templadas y sin apenas arrugas en la muleta, pero el toro de ahora no es el mismo que el de antes. Es decir, antes muchas faenas estaban presididas por esa emoción que ahora falta, incluso con toros menos serios. Y es que al ganado se le ha ido seleccionando para acompañar la tauromaquia actual. Visto así, sí que comparto que ahora se torea mejor, pero sólo por la forma en que se torea...
¿Y cómo han evolucionado las ganaderías?
Infelizmente, y contra el patrimonio genético y único del ganado bravo, muchos encastes se están perdiendo y abandonando porque no resultan nada comerciales para la tauromaquia moderna. Y eso es algo que no me gusta lo más mínimo.
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