sábado, 11 de febrero de 2012

El toro de lidia, el mayor pulmón ecológico de España

El toro en el campo
Al margen de consideraciones de tipo cultural, económico, histórico o artístico que permitan justificar la pervivencia en el siglo XXI de un espectáculo tan venerado a la vez que maldecido como es la fiesta de los toros, existe un aspecto muy puntual y casi inapreciable que nunca es suficientemente ponderado por los detractores del espectáculo taurino a la hora de enjuiciarlo: Su carácter ecológico, o dicho de otro modo, su innegable aportación al sostenimiento y preservación del medio ambiente. Y no es tanto por el hecho de que el toro de lidia sea un animal cuya exclusiva razón de ser venga dada por su protagonismo en las plazas, de las que desaparecería a la vez que de toda la faz de la tierra si la tauromaquia fuera finalmente desterrada, con el consiguiente perjuicio ético que acarrearía el exterminio de una especie animal eminentemente bella, – hay que ser muy ingenuo e ignorante para no entender que la crianza de un toro de lidia per se es costosísima en medios humanos y económicos- sino por su increíble contribución al mantenimiento y desarrollo de grandes extensiones de campo libres de la presión y el desarrollo humano.
Entremos a analizar el hecho. La Junta de Andalucía ha gastado 7.780 millones de euros para la preservación del lince ibérico, especie que desgraciadamente anda amenazada de extinción, en una finca del sur de España cercana al embalse de los Melonares. Nada menos que una red de trescientas cámaras fotográficas vigilan minuto a minuto su existencia para hacerla más provechosa. Leen bien, 7.780 millones de euros para silenciar el monte apartándolo del infernal ruido de la modernidad y para guarecerlo del mayor depredador que se pasea ufano y todopoderoso por todos los rincones del planeta: el hombre. Ese es el esfuerzo económico que requiere el lince para multiplicar su especie en el futuro. Pues bien, traslademos ese coste económico dedicado a la preservación del medio natural y al fortalecimiento silvestre del entorno del lince, y lo asimilemos a un hecho constatado desde generaciones como es la crianza del toro de lidia, un animal que exige un esfuerzo económico aún superior al del lince por sus especiales características. Los datos que surgen pueden abrumarnos.

En régimen de extensión

Gráfico UCTL
En primer lugar habría que dejar claro que un toro de lidia necesita entre una y seis hectáreas como espacio vital que permita su desarrollo, tanto para obtener alimento como para crecer en perfecto equilibrio con la naturaleza. El toro bravo, a diferencia del manso que puede permanecer estabulado, vive en régimen extensivo para facilitar su imprescindible ejercicio, de lo contrario se deterioraría físicamente y no sería útil al espectáculo. Por ello, la superficie media de las fincas dedicadas a la cría del ganado bravo en España ronda las quinientas hectáreas por cada una de ellas. Los números comienzan a abultarse. Sumemos a todo ello que en la actualidad hay fundadas cuatro asociaciones distintas dedicadas a la crianza del toro de lidia: Unión de Criadores de Toros de Lidia, Asociación de Ganaderías de Lidia, Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia y Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas. Es de reseñar que tan solo de la primera de estas entidades se tienen registradas 528 fincas que ocupan una extensión total de 300.000 hectáreas en lugares tan diversos de España como Castilla-La Mancha, Castilla-León, Andalucía, Extremadura, Madrid o Murcia, extendiendo el toro su influencia a ecosistemas tan distintos como la dehesa, el monte o la marisma. Hay que tener en cuenta que 300.000 hectáreas es lo que ocupa la provincia de Álava.
Cultoro

1 comentario:

Corrochanito dijo...

Es imposible que s ehayan gastado 7... millones de €. Repasa la fuente que algo falla.