Surtida, variada, nada ociosa y reveladora la tarde de hoy
en Madrid, con la estirpe Contreras representada hoy en el hierro de Baltasar
Ibán. Parejos en hechuras, cinqueños 1º,2º Y 5º, formando una campana de Gauss en
sus comportamiento, esto es: 2º,3º y 4º (hubo un 5º más desigual de peso al
resto, y más bronco y geniudo, que pidió
papeles y no le fueron mostrados) que acumularon trazas y cataduras de bravo
que ni vimos (ni nos enseñaron) en el 1º ni el que cerraba la tarde.
Incluso a pesar de los aniquiladores tercios de varas (auténtico
ERE taurino: cotizamos por algo que no nos suministran, el monopuyazo como
argumento solista) estos tres que centraron la corrida, aplaudidos en el
arrastre, fueron más que propicios para la obtención de triunfos y la
reivindicación, finalmente baldía, de los coletudos del cartel.
Toros con motor de dos tiempos: uno iniciático que
acompañaba de forma casi pastueña el cite de los matadores, y una segunda
marcha que aceleraba la embestida y el celo de los moritos una vez punteaban la
muleta. Codicia en dos fases.
Seleccionar toros para que acometan y honren su muerte en un
ruedo es la reválida casi siempre suspensa de los toreros de hoy en día, que a
veces los toros embisten, se encelan, persiguen el estímulo y no sirve con
poner piloto automático, en modo carretón.
Fermín Spínola, séptimo mexicano en esta Feria de San
Isidro, se ha ido sin poder mostrarnos cuál han sido los méritos contraídos
para acautelarse en estos días. Nunca consiguió conectar con los tendidos, ni
siquiera con esas jacarandosas fregolinas a su primero, ni se acopló con su
lote, siempre a trasmano, si bien es verdad que su primero fue derrengado y vapuleado
en varas, que más que un tercio eso parecía una emboscada a traición, tuvo un
segundo, “Ruiseñor” de nombre, que no paró de suplicarle, a base de fijeza y
cierta transmisión, distancia y colocación para comerse la bamba de su muleta. Al
contrario que su tocayo en Bread, a Spínola no le quedó otra que envainársela y
rendirse.
Serafín Marín posiblemente está ya en el top ten de los
toreros de esta Feria con mayor fortuna en los sorteos de los lotes. Tardará el bueno de
Serafín en borrar de su memoria el nombre de “Pistolero”, bragado meano que fue
ajusticiado por el piquero y que, a pesar de la zurra, tuvo la casta suficiente
como para acudir con prontitud y buen son
a los toques de Serafín. Dos tandas con la derecha bien iniciadas –dando
una razonable distancia que Spínola por ejemplo no concedió al primero suyo- y
con un buen segundo muletazo –con el toro detrás de los vuelos enciscado en alcanzarlos-
que se volvía descolocación y cierto vértigo en un tercer pase que nunca
llegaba. Por la izquierda el toro nunca lo puso fácil, y ahí es cuando
comprobamos que traer la faena hecha de casa sólo consigue dejar en evidencia
al que está trasteando. En el quinto, con algo más de guasa y sin tanta
franqueza como el anterior, Serafín sólo pudo nadar y guardar la ropa.
Aunque más en su primero que en este segundo, un par de pelúas no cambiaron de dueño por un
último tercio de espadas que mejor lo enviamos a nuestra papelera de reciclaje.
Rubén Pinar, que es a Albacete lo que El Juli a Velilla de
San Antonio, no ha podido refrendar su buen sabor de boca del Domingo pasado
con los Guardiola Fantoni. Siempre con
su toreo de engañifa, como malabarista que al final pasa la boina para recoger
la propina (curiosa la dicotomía de los “bieeeeen” de una buena parte de
domingueros enfrentada a los pitos de una mayoría de abonados que hoy no han
fallado a la cita), hoy se ha demostrado que con un torito encastado, al que
hay que hacerle cosas con oficio –buena intentona esa de dar distancias kilométricas
al toro, distancias que se van acortando hasta cristalizar en un pegapasismo crónico
y un pico más grande que el de un grulla- se ha aturullado lo suficiente como
para quedar en evidencia sus artes y su inabarcable recorrido para ser algo en
esto. Inédito en el sexto.
Nos gustó, y saludó por ello desde el tercio, El Chano por
sus pares de garapullos al quinto de la tarde. Menos nos camelan las varillas
de sus capotes, antiestéticos alambres a la para que poco toreros.
1 comentario:
Serafin marin es mediocre que torea porque es catalan y hay que poner algun catalan en los carteles delas ferias , en fin un enchufado que ha salido ganando con la prohibicion en polonia.
muy limitado y muy basto el serafine
el tigre
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